Número 8 Madrid, 19 de abril de 1994

REDUCIENDO LOS RIESGOS
QUE CONLLEVA LA PAZ

Aluf Ben

La gran avalancha de información, incluyendo hasta el menor detalle sobre las negociaciones con la OLP, deja una impresión equivocada; es como si el problema principal para la seguridad de Israel en 1994 consistiera en apostar o no un policía palestino sobre el puente. Dos acontecimientos recientes nos recuerdan que la seguridad nacional de Israel se basa en conceptos totalmente distintos. Estos son la decisión de adquirir el caza-bombardero para lucha estratégica F-15-E, que nos demuestra que las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) prevén un posible objetivo a gran distancia de las fronteras del país, y la publicación del libro Masa crítica, que llevó nuevamente a los titulares el arsenal atómico secreto de Israel.

Los dirigentes políticos y militares, así como la mayor parte de la población, creen que la capacidad de disuasión del armamento estratégico fue la que convenció a los árabes de la imbatibilidad de Israel y que el reconocimiento de este hecho les condujo finalmente hacia la paz. "La percepción árabe de que Israel cuenta con potencial atómico significa para ellos que a Israel no se le puede borrar del mapa", aseguró recientemente el jefe de las FDI, Ehud Barak.

En Israel se piensa que el mismo poder de disuasión que hizo posible conseguir la paz, será también vital para establecerla y preservarla, por lo menos durante la generación de la reconciliación. En esta opinión se basa la política de Israel para las conversaciones sobre el control de armamentos, que aboga por la creación de un Oriente próximo libre de armas de destrucción masiva; pero en cuanto se firmen acuerdos de paz con todos los países de la zona, habrá que esperar el paso del tiempo para ver los resultados. Este concepto israelí, que al redactarse fue denominado "el largo pasillo", ganó la semana pasada la aceptación de los representantes de los países vecinos en las conversaciones sobre el control de armamentos, cuando abordaban la confección conjunta del borrador para una declaración de principios de paz y seguridad en Oriente próximo. La conservación de dicha fuerza de disuasión y su adaptación a los desafíos de la década de los 90, son la base de la política de Isaac Rabin desde que asumió el poder. La estrategia de Rabin es alcanzar la paz con el cinturón de países que lo rodea y con los palestinos, manteniendo la superioridad militar de Israel. Paralelamente, se consolida una capacidad de respuesta adecuada a las amenazas de los países del cinturón distante, encabezados por Irán e identificado por Rabin como la mayor amenaza para la seguridad del Estado de Israel.

La capacidad de disuasión israelí reposa, desde el principio, sobre tres conceptos básicos: el desarrollo de la capacidad tecnológica, la negativa a hacer cualquier declaración en público sobre su poderío ("opacidad"), y un buen entendimiento con Estados Unidos. Estos tres pilares, concretados en su forma actual desde finales de la década de los 60 cuando Rabin era jefe del estado mayor y posteriormente embajador en Washington, vuelven a examinarse en su actuación como Primer Ministro y Ministro de Defensa. Los dirigentes políticos y militares consideran que Israel se encuentra actualmente ante el peligro de que aparezca un país nuclear en Oriente próximo, en el término de ocho a diez años. Tal proceso modificaría totalmente el mapa estratégico y el carácter de las relaciones entre los países de la zona, poniendo en peligro la existencia de Israel. De momento, se abre una posibilidad que permite la pacificación, preparándose ante amenazas remotas.

El poder de disuasión tiene una importancia que va más allá de dar respuesta a las amenazas militares: refuerza la posición internacional de sus poseedores. Los libros como Masa crítica, que de vez en cuando deja ver el brazo nuclear israelí, aportan mucho a su prestigio internacional. Monia Mardor, que fue el primer director de "Rafael" (Autoridad de Desarrollo de Armamentos), escribió en sus memorias, hablando de distintos países, que "el sentido moral y político del armamento atómico o de hidrógeno, consiste en que los países que prescinden de él, parecen resignarse al rango de protectorados. Este es, por lo visto, el rango de quienes poseen únicamente armamento convencional".

La disuasión tradicional de Israel ha sido puesta a prueba, tras los preparativos para la renovación del convenio internacional para impedir la proliferación de armas nucleares, que se volverá a firmar el próximo año. Israel, India y Paquistán, considerados en el mundo como "potencias nucleares ocultas", quedaron aislados por negarse a firmar dicho convenio.

En Estados Unidos hay una cierta incertidumbre en torno a cómo hacer frente al trío rebelde, mientras que en Israel se sospecha que los americanos forzarán la firma del convenio. Entre los expertos ha surgido la controversia. Unos opinan que el orden mundial ha cambiado y no se aceptará la independencia de Israel en el sector nuclear, por lo que tendría que unirse a la autoridad del desarme y a los controles, cobrando un alto precio político. El otro grupo está convencido de que Israel tiene una oportunidad única; la de aprovechar la doble ventaja de la renovación del convenio y la retirada de los territorios, para poner fin de una vez por todas la consabida opacidad y entrar por la puerta principal al club atómico mundial. Para ello, tendría que modificarse el acuerdo de no proliferación, que no reconoce en la actualidad a aquellos países que no hayan detonado una bomba atómica hasta el comienzo de 1967.

El estudio de las decisiones y los actos de Rabin demuestra que él se ciñe a la política vigente e incluso se ha propuesto profundizar y reforzar sus cimientos. El no será el dirigente que sorprenda poniendo fin a la opacidad. Una decisión de esta índole sería contraria a la personalidad de quien fuera el artífice del entendimiento entre Golda Meir y Richard Nixon desde 1969 que puso punto final a las presiones norteamericanas.

Rabin atribuye la máxima importancia al entendimiento con la Casa Blanca. Una promesa de apoyo a la fuerza de disuasión israelí era el objetivo central de las reuniones cumbre que celebra con el gobierno de Estados Unidos. Para el Primer Ministro, a partir de este tema sería posible una retirada de los territorios a cambio de paz.

En marzo de 1993, Rabin fue a la Casa Blanca a reunirse por primera vez con Bill Clinton con la intención de volver a sentar las bases del entendimiento estratégico. Rabin habló de la disposición de Israel a hacer concesiones para conseguir la paz y del riesgo que implican. Describió la sombra que proyecta Irán sobre los países vecinos de Oriente próximo, que no desaparecerá aunque se firme el tratado de paz entre Israel y sus países limítrofes, teniendo en cuenta que ese país está encaminado hacia el armamento nuclear y los misiles tierra-tierra constantemente amenazadores. Se le explicó a Clinton que Israel necesita del poder de disuasión, reacción y defensa ante las amenazas de países distantes. Al salir de la reunión, Clinton declaró en público su intención de apoyar a Israel en la reducción del riesgo que se presenta con la paz. En todas las decisiones tomadas desde aquel encuentro, Clinton aceptó a los requerimientos israelíes en cuatro planos.

—Mantenimiento de la disuasión israelí: Según se evalúa en Israel, Estados Unidos no presionará en lo relativo al armamento nuclear, absteniéndose de reclamarle la aceptación del acuerdo de no proliferación de armas nucleares mientras continúe el proceso de paz y se requiera la retirada israelí de los territorios. A lo sumo, la administración norteamericana se contentará con declaraciones no formales instando a que Israel se una al Acuerdo.

—Fortalecimiento de la capacidad de reacción: Rabin solicitó a Clinton, y éste aceptó, suministrar a Israel caza-bombarderos F-15-E, que son los aviones de ataque más avanzados de las fuerzas aéreas norteamericanas, y conceder a Israel el acceso a la alta tecnología de los sistemas que componen dichos aviones. De esta manera, consiguió alargar el brazo de la aviación israelí ante las amenazas iraníes. Por otro lado, los americanos usan su preciado avión con dos finalidades: ataque convencional al interior del territorio enemigo y lanzamiento de proyectiles nucleares.

—Asistencia al propio desarrollo tecnológico: Clinton retiró parte de las restricciones de exportación de superordenadores a Israel que entraron en vigor en el pasado, cuando se quería impedir el desarrollo del armamento nuclear. Retiró asimismo, la prohibición que decretara su antecesor en 1990 para impedir que las empresas israelíes participaran en los concursos de lanzamiento de satélites en Estados Unidos. El Departamento de Estado aclaró que "es firme en la determinación de no apoyar el desarrollo de misiles balísticos, y no cree conveniente otorgar licencia a actividades que posibilitaran el avance en el desarrollo del lanzador de las Industrias Aeronáuticas de Israel". (Extraído del expediente de inspección gubernamental de Estados Unidos sobre el tema). En Israel hay quienes dudan de la capacidad de sus empresas para ganar un concurso de lanzamiento, aunque la insinuación política es más importante que el éxito comercial. Clinton no sustentó su decisión respecto al lanzamiento de satélites con el apoyo a las exportaciones israelíes; le escribió a Rabin una misiva diciendo que la autorización a participar en los concursos para el lanzamiento, vendrían a reforzar a Israel ante los riesgos que conlleva la paz. Con esto, permite de hecho que Israel continúe desarrollando su infraestructura, lo cual no gustaba a sus antecesores.

—Desarrollo de la capacidad defensiva: Clinton se comprometió a seguir apoyando el desarrollo del misil anti-misil israelí Jetz. En Israel aún persiste la controversia en torno a la iniciativa que Clinton presentó en la ONU para impedir la proliferación de armamento nuclear. Esta iniciativa llama a congelar la producción de materiales básicos para armas nucleares, iniciativa que estaba dirigida específicamente a los países que están fuera del círculo de control internacional existente: India, Paquistán y, tal vez, Israel. La Administración no determinó aún la manera de traducir la iniciativa a un nuevo convenio internacional, como declaró el Presidente; mientras, en Israel siguen las discusiones: hay quienes están convencidos de que no habrá complicaciones si se suman a la iniciativa de Clinton, y otros muestran preocupación por un compromiso que restringirá los pasos futuros.

En todo caso, Israel no podrá contentarse con el apoyo americano, y se le exigirá, en los próximos años, una inversión no pequeña de esfuerzos y recursos para poder mantener una fuerza de disuasión relevante. [Haaretz, 11 feb. 1994].


La Embajada de Israel en Madrid no comparte necesariamente las opiniones de los artículos publicados.