Número 35 Madrid, febrero de 2000 Educación para la paz
EMPECEMOS POR LOS LIBROS DE TEXTO*Yossi Sarid
La diplomacia y la seguridad por sí solas no pueden proporcionarnos la paz cordial a la que aspiramos. A los ministros de educación de Oriente Próximo nos corresponde la tarea de garantizar que nuestros pueblos comprendan la necesidad de la paz. La educación para la reconciliación debe formar ser parte integral del plan de estudios básico de todas nuestras naciones.
¿Están nuestros pueblos preparados para aceptarse mutuamente? ¿Serán capaces los alumnos de cooperar los unos con los otros en lugar de perpetuar sus respectivos estereotipos?
Hago un llamamiento a los ministros de educación de la región para que se constituya un foro de promoción de la paz. Reunámonos y creemos un plan de estudios común para una materia nueva que se llame "educación para la paz".
Los árabes y los israelíes tenemos mucho en común: procedemos de la misma región, pertenecemos a familias semíticas similares, hablamos idiomas parecidos. Más de la mitad de los israelíes tienen sus raíces en países musulmanes. Nos une más de lo que nos separa.
Entonces ¿cómo puedo convencer a los ministros de educación árabes, mis homólogos, de que eliminen de sus libros de texto el odio, los prejuicios y los estereotipos antiisraelíes y antijudíos que abundan en sus planes de estudio y que obstaculizan los esfuerzos conjuntos que estamos realizando para crear un clima que conduzca a una "educación para la paz"?
Desde que fui nombrado ministro de educación el mes de julio pasado he realizado un esfuerzo coordinado en este sentido purgando nuestros libros de texto de cualquier prejuicio o estereotipo que pudiera parecer antiárabe e iniciando un debate abierto sobre los acontecimientos menos positivos de la historia israelí.
No quiero decir con esto que nuestros libros de textos estén llenos de referencias perniciosas. Pero sí contienen ocasionalmente estereotipos de los árabes y como ministro de educación me compete eliminarlos.
Y ahora, insto a mis homólogos, ministros de educación, a que pongan fin a los feroces ataques y encarnizadas calumnias contra Israel y los judíos.
En cuanto a la historia, puede que la verdad resulte dolorosa, pero debe ser contada. Hace un par de meses, di instrucciones para que los maestros israelíes enseñaran a sus alumnos las lecciones que se desprenden de la brutal masacre de 47 árabes israelíes en el pueblo de Kafr Kassem, cometida por un policía de fronteras en 1956. Lo hice porque considero que nuestros jóvenes, nuestros futuros soldados, deben entender la necesidad de identificar y desobedecer una orden claramente ilegal como la que fue dada aquel día en Kafr Kassem.
También considero que para permitir la reconciliación entre israelíes y árabes ambos lados deben reconocer sus errores. Puede que resulte doloroso, pero a veces el primer paso hacia la cicatrización es el reconocimiento del dolor.
Mi directriz sobre Kafr Kassem ha sido divulgada en todo el mundo. Sin embargo, ciertas personas de miras estrechas han desvirtuado esta iniciativa y falsamente y maliciosamente han alegado que yo estaba tratando de ocultar atrocidades similares cometidas por los árabes contra israelíes. Estas mismas personas mal informadas alegan que al enseñar a los alumnos israelíes nuestros errores estamos creando una generación de israelíes que se avergonzarán de sí mismos y tendrán menos orgullo nacional.
¡Qué disparate! No hay nada más honorable que reconocer las equivocaciones que uno comete y la disposición de una nación a admitir sus defectos es signo de fuerza, no de debilidad.
En una reunión especial del Comité de Educación de la Knésset, hubo quien sostuvo que mientras los árabes no reconozcan sus numerosas masacres contra judíos israelíes, Israel no tiene nada que reconocer. Yo le respondí que quiero que seamos mejores. Nuestra moralidad y nuestros valores no dependen del comportamiento de otros.
Otra cuestión que ha sido foco de atención para los medios de comunicación en todo el mundo ha sido nuestra decisión de ofrecer nuevas, polémicas y reveladoras versiones de la lucha de Israel por su independencia. Algunas de estas versiones pertenecen a historiadores polémicos y a menudo críticos que han descrito la lucha de 1948 incluyendo algunas barbaridades que cometió o pudo cometer Israel contra los árabes locales.
Mi ministerio no considera que se trate de una "nueva historia" tal y como la han calificado los medios de comunicación alrededor del mundo. Consideramos que es algo que ofrece una versión más equilibrada y veraz. Esta nueva actitud de apertura no nos debilita sino que nos hace más fuertes al exponernos a toda la verdad. Quisiera que los árabes adoptaran este enfoque también.
Así es como yo veo el futuro de la educación en Oriente Próximo, con los árabes y los israelíes aprendiendo a convivir, con la educación como puente hacia la paz, con libros de texto despojados del odio, los prejuicios y los estereotipos, con la historia contada con veracidad y abiertamente para que árabes e israelíes pueden enfrentarse a a su propio pasado con la esperanza de aprender la lección para el futuro.
¿Es mucho pedir? Sí, desde luego. Pero también es la mejor oportunidad para que los alumnos de Oriente Próximo detengan el ciclo de violencia y hostilidad. No dejemos pasar esta ocasión. [Jerusalem Post].
*Yossi Sarid es Ministro de Educación de Israel.