Número 28 Madrid, enero de 1998

CAMPAÑA DE ODIO

Nadav Shragai

Los judíos como Herzl solían admitir que el judaísmo era algo ajeno a ellos, "por debajo del umbral de la conciencia", como dijo el profeta del estado judío. "Pero la presión del antisemitismo", escribió Herzl, "reforzó tremendamente mi concienciación como judío" (Herzl, Diario, Parte 1). Difícilmente puede uno encontrar un consuelo similar en las declaraciones antisemitas que se han convertido en parte íntegra de la retórica de los altos funcionarios de la Autoridad Palestina (AP), a cinco minutos de Kfar Saba y Jerusalén, y que se están afianzando en los medios de comunicación palestinos también.

Mientras Israel debate cuántos kilómetros cuadrados cederá a los palestinos en el "segundo redespliegue" y bajo el estatus definitivo, el discurso público palestino adopta un estilo y tipo de contenido que no quedarían sin respuesta en otros lugares del mundo. "Estamos luchando contra un enemigo que es Shylock", dijo recientemente Othman Abu Gharbiya, asesor de Yaser Arafat en la Voz de Palestina, la radio oficial de la AP. A su vez el periódico oficial de la AP, Al-Hayat al-Jedida, escribió que "Lo único que la Autoridad Palestina puede hacer es proteger a su pueblo y a sí misma del enemigo, que desenvaina sus talones judíos procedentes de los cuatro rincones de la tierra...". "Olemos a jazmín..." declara otro artículo del órgano de la AP, "mientras que ellos siembran la tierra con la ignorancia y el odio de las pandillas de barbudos".

Hafez al-Bargouti, editor de este periódico, escribió a principios de noviembre que "Cualquiera que ha tenido algún contacto con los bancos descubre que operan al estilo de Shylock". A finales de noviembre, opinaba que "el plan de Netanyahu se corresponde totalmente con el plan general sionista, organizado sobre la base de fases específicas establecidas cuando se escribie ron los Protocolos de Sión". En otro artículo habla del "retrato del judío mezquino, descrito por Shakespeare en su famosa y ejemplar obra El mercader de Venecia. Bargouti habla después largo y tendido sobre las actividades de los colonos en Jerusalén y Judea y Samaria y comenta: "En estos momentos, las características del héroe de Shakespeare salen a la luz... y todo indica que este mercader de Venecia se convertirá en un nuevo Drácula".

Recientemente los medios de comunicación palestinos se han manifestado en términos que niegan el holocausto y equiparan a Israel con los nazis. En un programa cultural de la televisión oficial de la AP dice el moderador: "Como sabemos, los judíos inflan cada año [su cuenta] de lo que los nazis les hicieron. Dicen que fueron asesinados seis millones, pero las investigaciones científicas demuestran que no fueron más de 400.000". El presentador quería saber si el complejo de los judíos sobre las acciones de los nazis les han dejado secuelas que hacen pagar a los palestinos ahora. El entrevistado, el escritor palestino Hassan al-Agha, contesta: " ... Estamos hablando de una inversión. Se han aprovechado, material, espiritual, política y económicamente de su preocupación con los asesinatos de los nazis. Porque es una inversión rentable e inflan el número de víctimas todo el tiempo."

El periódico de la AP escribe sobre "las falsas alegaciones de los sionistas sobre la supuesta masacre de los judíos" durante la Segunda Guerra Mundial, y acusa al "advenimiento del movimiento sionista [de haber fomentado] la escalada de ideologías terroristas y racistas como la ideología nazi... Por supuesto, la similitud entre las dos ideologías racistas, el sionismo y el nazismo, está clara, como lo está el infame resentimiento racista de ambas... el pensamiento judío y el pensamiento nazi tienen raíces comunes". Así se despide Al-Hayat al-Jedida (3 de septiembre de 1997). El pasado octubre, Nahid al-Ra'is, miembro del consejo legislativo de la AP, equiparó el libro de Benjamin Netanyahu Un lugar entre las naciones: Israel y el mundo con el libro de Hitler Mein Kampf. El 10 de diciembre de 1997, el Ministerio de Información palestino hizo pública la siguiente declaración: "... Los métodos israelíes son en muchos sentidos idénticos, si no más brutales, que los que los soldados nazis aplicaban a los civiles franceses y holandeses durante la Segunda Guerra Mundial".

Junto a estas manifestaciones, además de calumnias como la "inyección del virus del SIDA a niños palestinos" (los palestinos también mencionan experimentos con medicamentos en los que los prisioneros palestinos son utilizados como conejillos de indias, la distribución de chocolate fabricado con leche procedente de vacas locas y aceite para cocinar contaminado procedente de los asentamientos) la AP insiste en su campaña de deslegitimación contra Israel y el pueblo judío. Suleiman Romi, miembro del consejo legislativo, sugiere que la expresión "Estado de Israel" sea sustituida por las palabras "Entidad Sionista". "No hay pueblo ni tierra que se llame Israel", dictamina el autor islámico Safi Naz Kassem en el periódico de la AP. El mufti de la Autoridad palestina, Akrameh Sabri, explica, no por primera vez, que "los judíos no tienen vinculación alguna con el Muro de las Lamentaciones", y que la "arqueología en Jerusalén es diversa... pero que no hay nada judío en ella..." (Comunicado de prensa del Ministerio de Informa ción palestino). He aquí, pues, la imagen de la campaña de odio. Frente a este telón de fondo, el compromiso de la AP en su acuerdo con Israel de "prevenir la instigación y la propaganda hostil", suena como un chiste. [Haaretz].