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Número 26 Madrid, noviembre de 1997 La visita de Sadat a Jerusalén,
veinte años después
Vini, vidi, vinciJoseph Algazy
"Nadie hubiese podido imaginar nunca que el presidente del mayor estado árabe, sobre cuyas espaldas recae el peso de la responsabilidad principal en todo lo relativo a la guerra y la paz en oriente próximo, estuviese dispuesto a viajar a la tierra de su adversario estando todavía en estado de guerra. Todos sufrimos aún las consecuencias de las cuatro encarnizadas guerras que nos han enfrentado en 30 años. No obstante hoy declaro ante ustedes, y ante el mundo entero, que aceptamos convivir con ustedes al abrigo de una paz duradera basada en la justicia. No queremos asediarles a ustedes ni encontrarnos asediados por misiles destructivos listos para el lanzamiento, ni por los casquillos de rencores y odios". Con estas palabras si dirigió el presidente egipcio Anuar Sadat a la Knéset el 20 de noviembre de 1977.
El 19 de noviembre de 1977, el presidente egipcio Anuar Sadat llegó a Israel en la primera visita oficial de un jefe de estado árabe. Esta inesperada decisión sorprendió al mundo entero, Egipto e Israel incluidos.
"Nadie en Israel, incluyendo a los servicios de inteligencia, tenía la más mínima idea de que Sadat iba a llegar a Israel", dice Dan Patir, asesor de los medios de comunicación del entonces Primer Ministro Menachem Begin. Patir lleva varios años dedicado a un estudio pormenorizado de la visita de Sadat a Jerusalén y la subsiguiente conferencia de paz de Camp David. Para obtener una visión completa de los acontecimientos, Patir ha entrevistado a docenas de líderes mundiales.
El 9 de noviembre, cuando Sadat anunció en una sesión del parlamento egipcio su voluntad de visitar Israel, nadie interpretó sus declaraciones como un plan de acción propiamente dicho. En aquella sesión, como ha dicho recientemente el entonces Vicepresidente Hosni Mubarak, Sadat estaba sentado al lado del Presidente de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat. Al igual que todos los que estaban en el edificio, Arafat aplaudió después del discurso de Sadat. "A mí me sorprendió", dice Mubarak. "¿Qué razón tenía Arafat para aplaudir?". Parece ser que, o Arafat no entendió la trascendencia de lo que acababa de decir Sadat, o no consideró que fuese más que una simple metáfora. Incluso Jihan Sadat, la mujer del presidente, reconoció que no se había tomado demasiado en serio la declaración de su marido.
Begin hizo público un comunicado rápidamente haciéndose eco de la declaración, pero ni siquiera entonces los israelíes tomaron conciencia de las intenciones de Sadat. Nadie concebía que tal cosa pudiese suceder en un futuro tan próximo. No hubo ni un solo análisis de los servicios de inteligencia que mencionase algún indicio tangible de un movimiento hacia la paz. El sentimiento generalizado puede resumirse en la opinión del Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa Israelíes Mordechai Gur, quien la víspera de una visita a Teherán para reunirse con su homólogo iraní, dijo en una entrevista al periódico Yediot Aharonot que el anuncio de Sadat era una trampa. La entrevista fue publicada tres días antes de la llegada de Sadat.
El viernes por la tarde, la víspera de la llegada de Sadat, Begin consultó a los responsables de defensa. Reinaban aún la sospecha y la duda. Unos días antes habían sido informados de movimientos de tropas egipcias: el Cuarto Ejército se movía hacia el este. Los egipcios habían lanzado misiles tierra-aire contra aviones de reconocimiento israelíes sobre el Canal de Suez y el delta del Nilo. En la reunión, el Viceprimer Ministro Yigal Yadin, ex-jefe del estado mayor, recomendó convocar parcialmente a los reservistas. Algunos coincidían con la valoración de Gur. Begin exhortó a todos los presentes a que se calmasen y se preparasen para la inminente visita de Sadat.
Los especialistas todavía están intentando encontrar una respuesta a la gran pregunta de cómo se desencadenó la histórica visita. Existen numerosas hipótesis. Una de ellas se refiere a conversaciones secretas entre el Ministro de Asuntos Exteriores Moshe Dayan y el representante egipcio en Marruecos. Los asesores de Begin estaban al corriente de la visita de mediados de septiembre a Marruecos, pero no habían sido informados de los temas que se habían debatido. Varios observadores consideran que, en sus conversaciones con el rey de Marruecos Hassan II y el Viceprimer Ministro Hassan Touameh, Dayan había dado su acuerdo de principio a una retirada del Sinaí abriendo así la puerta a la visita de Sadat a Jerusalén. Patir rechaza esta teoría de plano. "De eso nada. Sadat vino a Jerusalén sin ningún compromiso por parte de Israel de devolver el Sinaí a Egipto. En sus conversaciones con el rey Hassan y Touameh, Dayan no se comprometió a devolver el Sinaí. Hubo una declaración de intenciones sobre las negociaciones de paz propiamente dichas se trataría la cuestión territorial, pero no entraron en pormenores. Más adelante pregunté a Begin, "Siendo usted la persona a quien informó Dayan sobre sus conversaciones en Marruecos y habiendo leído las actas de las conversaciones, ¿considera que Sadat recibió alguna promesa sobre el Sinaí a través de Touameh?". Begin respondió de forma negativa. No obstante, si Touameh informó a Sadat sobre lo que dijo Dayan palabra por palabra, desde luego es posible que Sadat entendiese implícitamente que la opción territorial estaba abierta. La grandeza de Sadat se ve enaltecida por el hecho de que vino a Jerusalén sin garantías".
Otra nueva revelación consiste en que, al contrario de lo que se publicó en la prensa, el entonces Presidente de Rumanía Nicolae Ceausescu no tuvo nada que ver con la preparación de la visita de Sadat a Jerusalén. Durante el verano de 1977, cuando Begin visitó Bucarest, la cuestión no fue suscitada en las conversaciones con el presidente rumano. A finales de octubre de 1977, cuando Sadat visitó Bucarest, hizo a Ceausescu dos preguntas: si en su opinión Begin era lo suficientemente fuerte como para conseguir que fuesen aceptadas decisiones difíciles para Israel, y si pensaba que Begin estaría dispuesto a negociar con Egipto. Ceausescu respondió de forma positiva a las dos preguntas.
En el mundo árabe sigue prevaleciendo la opinión de que los estadounidenses trabajaban entre bastidores, como si de ellos hubiese arrancado la iniciativa y preparación de la visita de Sadat . "En realidad fue al contrario", responde Patir. "Los estadounidenses no querían que Sadat viniese a Jerusalén". Había dos vertientes en la diplomacia estadounidense. El ex-Secretario de Estado Henry Kissinger abogaba por la diplomacia paso a paso, mientras que el Presidente Carter y su asesor Zbigniew Brzezinski trabajaban en aras de una solución que abarcase todo oriente próximo y estaban preparando una cumbre en Ginebra con participación soviética.
Para ello Carter se reunió con Begin en marzo de 1977. En abril, Sadat visitó Washington, y en mayo, Carter se reunió con el presidente sirio Assad en Ginebra. En octubre del mismo año, los ministros de asuntos exteriores de Estados Unidos y la Unión Soviética, Cyrus Vance y Andrei Gromyko, hicieron pública una declaración conjunta de cooperación para la resolución del conflicto de oriente próximo. Sadat, que se oponía radicalmente a cualquier participación de los soviéticos, frustró la iniciativa estadounidense-soviética adelantándose con su decisión de visitar Jerusalén.
Durante los días anteriores a la histórica visita, los acontecimientos se sucedieron rápidamente. El lunes 14 de noviembre por la noche, el periodista estadounidense Walter Cronkite llamó a Israel para anunciar que acababa de hablar por teléfono con Sadat. Sadat le había dicho que estaba dispuesto a visitar Jerusalén esa misma semana si recibía una invitación oficial de Begin. Sadat acababa de inyectar el elemento temporal a la fórmula. Begin fue informado en el hotel Hilton de Tel Aviv, donde debía dar un discurso ante un grupo de mujeres canadienses de la WIZO. Decidió inmediatamente que aceptaría la iniciativa de Sadat esa misma noche en una entrevista con Cronkite. Begin envió la invitación a Sadat al día siguiente transmitiéndosela a través del embajador estadounidense en Israel, Samuel Lewis, y el embajador estadounidense en Egipto, Herman Ayles.
Tres días después, el presidente egipcio viajó a Damasco para informar a Hafez Assad de sus planes. Antes de volver a Egipto, Sadat celebró una rueda de prensa en la que anunció de forma totalmente inesperada que llegaría a Jerusalén el sábado siguiente por la noche. Justo antes de la rueda de prensa, Sadat tuvo un "pequeño accidente", en palabras del Embajador estadounidense Ayles, que estaba sentado cerca de Sadat antes de la rueda de prensa. Mientras Sadat rellenaba la pipa, se volvió hacia el Vicepresidente Mubarak y le pidió la invitación que había recibido de Begin. Mubarak, horrorizado, le susurró: "Se nos ha olvidado la invitación en el Cairo". No obstante Sadat no perdió la calma y encontró un sobre vacío que más tarde agitó en el aire para las cámaras de televisión.
La fecha de la visita fue escogida con cuidado. Consciente de que Sadat estaba resuelto a visitar Jerusalén a cualquier precio, Mubarak sugirió que Sadat llegase a Israel el sábado 19 de noviembre por la noche, tras haber finalizado el día de descanso judío, y que a la mañana siguiente, que era la fiesta musulmana de Id el-Adha, Sadat participaría en las oraciones tradicionales que se rezan en la mezquita de El Aksa en Jerusalén. Mubarak yuxtapuso hábilmente un elemento religioso a su visita política, con la garantía de causar buena impresión ante los musulmanes de todo el mundo.
El respaldo que Sadat recibió de su pueblo radicaba en el hecho de que por primera vez, el pueblo egipcio percibió que su líder daba prioridad ante todo a Egipto por encima de todos los otros problemas del mundo árabe, incluyendo el problema palestino. Sadat declaró una y otra vez que la iniciativa de paz era el resultado de su política de anteponer los intereses egipcios.
Los especialistas de hoy generalmente atribuyen el cambio de actitud de Sadat hacia Israel, así como su disposición a participar en negociaciones de paz, a la firma en septiembre de 1975 del acuerdo de retirada pactado por Kissinger que se celebró durante el mandato de Rabin. Sadat también había estado esperando la oportunidad de que el gobierno israelí estuviese encabezado por un líder capaz de tomar decisiones duras para Israel. Buscaba un líder resuelto del estilo de De Gaulle, que sacó a Francia de Argelia, y Richard Nixon que reconoció a la República Popular China poniendo fin a la guerra en Vietnam.
El gran cambio en el modo de pensar de Sadat se produjo aparentemente después de la guerra de octubre de 1973, en la que resarció a Egipto y su ejército del recuerdo de las traumáticas derrotas de 1948, 1956 y 1967. Sadat estudió cuidadosamente las reacciones de sus allegados en la administración egipcia, lanzando una serie de globos sonda. No obstante, en el momento de la verdad, está claro que Anuar Sadat no tuvo problema alguno a la hora de tomar la decisión por sí solo.
Diez años después de la firma de los Acuerdos de Camp David, Kamal Hassan Ali, que ha ocupado todos los altos cargos egipcios, ministro de la guerra, ministro de asuntos exteriores y primer ministro, dice: "Si considero toda la ayuda que los estados árabes prometieron dar a Egipto a condición de que no firmase el acuerdo con Israel, y la comparo con todos los ingresos que hemos obtenido fruto de dicho acuerdo, como la apertura del Canal de Suez, el petróleo del Sinaí, el turismo incluyendo el turismo judío, la relación de beneficios económicos es de 10 a uno a favor del acuerdo de paz con Israel". [Haaretz].