Número 19 Madrid, marzo de 1997

UN ENIGMA SIRIO

Ehud Yaari

En las últimas semanas, parece haber ocurrido un cambio en Siria que a Israel le resulta difícil descifrar. Este cambio combina dos aspectos: la reaparición del vicepresidente sirio Abd al-Halim Khaddam desempeñando un papel de liderazgo en el ámbito diplomático, y una especie de "ofensiva a favor de la paz" pública, con el Vicepresidente como protagonista, y que no tiene precedentes, incluso si se compara con el momento de mayor auge de las conversaciones de Wye Plantation el año pasado.

Esta combinación es bastante sorprendente. Desde la Conferencia de Madrid en 1991 hasta hoy, Khaddam siempre se había mantenido al margen, mientras que su antiguo suplente, el Ministro de Asuntos Exteriores Faruq al-Shara, que no es uno de los mayores seguidores de Khaddam, era colocado en el centro de la atención pública en solitario.

Hubo quien interpretó que Khaddam era escéptico, incluso hostil, con respecto a todo el proceso de paz. En cualquier caso, en Jerusalén se le consideraba representante de la línea doctrinal dura. El presidente Hafed el Assad le ha encargado a Khaddam la responsabilidad general sobre el Líbano, que incluye los contactos con Irán y Hezbolá, y en sus entrevistas se ha expresado en general con más agresividad que el elocuente Shara. Resumiendo, se le había clasificado en el grupo de los "malos".

Pero últimamente, Khaddam ha participado en una serie de entrevistas, principalmente en la televisión por satélite de los estados del Golfo, en las que describe una situación bastante positiva del progreso realizado durante las negociaciones mantenidas con el anterior gobierno laborista israelí, aduciendo que, en realidad, lo único que quedaba por resolver era el ritmo y alcance de la normalización de las relaciones.

Naturalmente, Khaddam ha sido fiel a la exigencia siria según la cual, para que se reanuden las negociaciones, el Primer Ministro Netanyahu tendría que comprometerse a una retirada de los Altos del Golán hasta las fronteras del 4 de junio de 1967. Pero lo importante no es la índole de los argumentos de Khaddam. Su aparición como portavoz principal de Assad para las negociaciones, el tono categórico con que habla de la posibilidad de paz —conforme a sus condiciones— y la sombra que ha proyectado sobre Shara, son mucho más importantes.

Hay quien sugiere que existe un vínculo entre este fenómeno y los juegos de poder internos que se han disputado en Damasco desde que Assad fue sometido a una operación de próstata en enero. Khaddam, musulmán suní de 65 años casado con una mujer que pertenece a la secta alawí gobernante, es visto como un posible candidato a la sucesión, a pesar de que él mismo se está recuperando de un problema cardíaco.

La verdad es que este tipo de conjeturas es la respuesta convencional que suelen dar los expertos cuando no están seguros de lo que está ocurriendo. Podría haber una explicación totalmente distinta para resolver el misterio de la reincorporación de Khaddam a la órbita de la paz.

Sea como fuere, la línea que defiende ahora Khaddam tiene tres características importantes:

  • El hincapié en que podría firmarse un tratado de paz con Israel "mañana mismo" y en que, en cualquier caso, si las negociaciones se reanudaran "desde el punto en que finalizó la última ronda" no tardarían más de "unos meses" en completarse. En otras palabras, una indicación de que si Israel está dispuesto a pagar el precio adecuado, 1997 sería el año decisivo que todo el mundo esperaba fuese 1994.
  • Un esfuerzo para evitar que los estados del norte de África y del Golfo reaviven el impulso para establecer relaciones con Israel como resultado del repliegue en Hebrón. El propio Khaddam, junto con Shara, realizó una visita a cada una de estas capitales y probablemente obtuvo al menos algunas de las garantías que buscaba. Una política de esta índole requiere una coordinación con Egipto, y por consiguiente la pareja visitó al Presidente Mubarak en el Cairo. Como de costumbre evitaron pasar por Amán.
  • Una iniciativa totalmente nueva, por poderes, para alcanzar un consenso árabe antes de las negociaciones sobre el estatus definitivo entre Israel y los palestinos. Naif Hawatmeh, secretario general de lo que queda del Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP), que reside en Damasco, es el apoderado. El 20 de febrero celebró una conferencia de prensa en la capital siria y sugirió que el frente de rechazo debería sentarse junto a la Autoridad Palestina en estas conversaciones sobre la base de lo que describió crípticamente como "el más allá de Oslo". Este es un intento sirio indirecto para explotar el programa de "diálogo nacional" de Yasser Arafat para poder influir en las negociaciones palestinas también.

Sin embargo, la característica más sobresaliente de todo es la dimensión creativa y dinámica que se ha implantado repentinamente en la diplomacia siria, una diplomacia generalmente de estilo engorroso y conservador. Puede que no dure, y es posible que se trate de un mero cúmulo de circunstancias que han dado la impresión de un cambio, pero al otro lado de la mesa, que queda todavía por poner, ya han empezado a colocar las sillas.

[The Jerusalem Report].