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Número 15 Madrid, 2 de julio de 1996 POR SU PRÓXIMO ÉXITO,
Hirsh Goodman*
LA PAZContrariamente a la opinión generalizada tan difundida tras estas elecciones, este país no está dividido. El 90% de la población desea lo mismo: paz y seguridad. En lo que los votantes están en desacuerdo es en cómo alcanzarlas.
A pesar del estrecho margen de su victoria, Netanyahu cuenta con un amplio mandato, y ya ha dejado claro que es el primer ministro de todos los israelíes, que representa a todo lo que nos une y no a lo que nos divide. Si tal es su sincera opinión, y no pura retórica postelectoral, se encontrará asumiendo el papel de sucesor de Rabin como negociador de la paz. Las circunstancias y la vasta mayoría de quienes representa desean que continúe el proceso de Oslo, aunque con más lentitud, más dudas, más precauciones y más recelo. No tiene otra opción.
Lo que permitió al Likud ganar estas elecciones, aparte de la brillante campaña que en su momento subestimé, fue la bomba que flotaba en el aire. Antes de las elecciones no explotó ningún autobús, pero el temor a que esto ocurriese estaba omnipresente.
Para impedir esa bomba que el "Sr. Seguridad" no puede permitirse, necesita a los palestinos. El nivel de cooperación en materias de seguridad entre el servicio secreto israelí y su contraparte palestino es alto, y según el director del Shin Bet, en los últimos meses ha impedido al menos 14 atentados suicidas. Los servicios de seguridad palestinos entregaron a Israel en bandeja al segundo terrorista más buscado. Le localizaron en Hebrón, enviaron 200 agentes la noche anterior, y empujaron a Salame a la red que le habían tendido los soldados israelíes.
Existen todos los indicios de que Netanyahu comprende muy bien esta situación. Esta comprensión se irá profundizando con cada informe de seguridad que reciba. Comprende también que las inversiones extranjeras, vitales para mantener baja la tasa de paro y permitirle alcanzar sus objetivos económicos, dependen de la estabilidad. Quizá no es-talle una nueva Intifada, pero si Netanyahu no promueve avances en el proceso de paz, la tensión irá en aumento. Y los empresarios, no necesariamente sionistas, prefieren la paz y la estabilidad.
Cualquier iniciativa que le aparte del proceso de paz afectará a la po-sición internacional de Israel y pondrá en peligro los vínculos comerciales que ha establecido con países como Malaisia, Indonesia, Vietnam y China. Aquí, la prosperidad económica depende de una sola cosa: las exportaciones. Para que las inversiones que se hacen aquí den resultados, es imprescindible mantener relaciones con cuantos más mercados sea posible. Un retroceso al Israel xenófobo se traducirá en un desastre económico.
La tercera razón por la que continuará marchando por la senda de Oslo es que necesita el cierre de los territorios para reducir al mínimo los riesgos de seguridad de Israel. Por el otro lado, sabe que no puede generar una bomba de tiempo del otro lado de las fronteras anteriores a 1967. Por ello, está obligado a promover las inversiones internacionales en los territorios, de manera que puedan crearse allí los puestos de trabajo perdidos en Israel. El marco de Oslo es el conducto para ello.
Entre los asesores políticos de Netanyahu existe la concepción de que el rey jordano Hussein entrará en escena para quitarle el papel principal a Arafat. No puede hacerlo. Carece de los medios para impedir un atentado suicida en la calle Yafo de Jerusalén. Y no obtendrá ningún apoyo internacional por servir como pieza clave en el proceso de paz del que goza Arafat. Por cierto, a los estadounidenses no les haría ninguna gracia.
Felizmente para Netanyahu, el presidente de Siria sigue siendo Hafez el Asad, y no tiene ninguna intención de abrir su país a 300.000 turistas israelíes al año, ni de permitir que su propia gente cruce la frontera para ver cómo es de verdad Israel. Al igual que Yitzhak Shamir, Asad jugará con el proceso de paz, participará lo suficiente como para mantener abiertas sus opciones estratégicas de cara a Occidente, pero no lo bastante como para adoptar las duras decisiones que requerirá la paz real. Esto permite a Netanyahu la libertad de mantener la puerta abierta, pero sin tener que adoptar una decisión crítica con respecto al Golán.
Hasta ahora, Netanyahu ha demostrado ser listo. Meses atrás mandó a Ehud Olmert a "exponer" el supuesto plan secreto del Laborismo para dividir Jerusalén, que a partir de ese momento se convirtió en el eje central de la campaña. Utilizó de manera brillante a Ariel Sharón para unir a la derecha y ganar el voto de los ultraortodoxos, pero finalmente le dejó al margen. Su discurso de la victoria fue ingeniosamente preparado y bri llantemente pronunciado. Nos guste o no, ha triunfado en todos los cargos que ha tenido hasta hoy. Ambiciona tremendamente el éxito, y comprende que un Israel aislado, con una creciente tasa de paro y que derrocha sus recursos de defensa persiguiendo a niños que tiran piedras, no son la receta idónea para triunfar.
Lo que me intranquiliza es que mucha gente aparentemente cree que es superficial y poco digno de fiar, incluso algunos de sus mejores amigos. Y en cierta ocasión, no fue totalmente honesto con el público. Pero, ¿qué primer ministro lo ha sido?
No obstante, uno sospecha que Netanyahu madurará en el cargo. Hasta ahora, sus actitudes han sido juiciosas, mesuradas y cuidadosamente planificadas. Aunque no le voté, tengo la sensación visceral de que, en última instancia, la victoria de Netanyahu será mejor para Israel que un triunfo por menos del 1% de Peres y sus enfrentados lugartenientes. Peres hubiera quedado políticamente paralizado por la acusación antidemocrática, pero verdadera, de actuar sin el apoyo de la mayoría de la población judía de Israel. Cada iniciativa hubiese sido recibida con recelo y oposición.
Netanyahu, por la fuerza de las circunstancias, de-berá conducir a Israel por las líneas tra-zadas por el legado de Rabin. Las cir-cunstancias le moldearán a él mucho más que él a las circunstancias, y sólo podemos esperar que además de listo sea inteligente. Después de todo, su éxito será el éxito de todos los judíos, dondequiera que estén. [Jerusalem Report].
* Hirsh Goodman es director del Jerusalem Report.
La Embajada de Israel en Madrid no comparte necesariamente las opiniones de los artículos publicados.