¡No son meras mentiras antisemitas!

Ehud Yaari


Jerusalem Report, 16 de diciembre de 2002


 �Jinete sin caballo�, la popular serie televisiva egipcia que emiten 14 canales de televisión árabes, no es la única producción antisemita que galopa a través de las pantallas cada noche durante este Ramadán. Para los telespectadores que buscan algo más de lo que pueden ofrecer �Los protocolos de los sabios de Sión�, no faltan las alternativas. El antisemitismo se ha convertido en el último grito en la industria del entretenimiento árabe.

En Al-Manar, el canal de televisión de Hezbolá que emite desde el Líbano, aparece el Dr. Ghazi Hussein, un veterano lacayo asalariado de la OLP y ex asesor del fallecido Presidente de Siria, Hafez el-Asad. Hussein se sienta en el estudio y define con conocimiento de causa las características típicas del judío, incluyendo palabras como �mentira, traición y avaricia� y continúa largo y tendido describiendo la vileza judía. El programa, casualmente, se llama �La casa de la araña�, referencia al comentario del Secretario General de Hezbolá, Hassan Nasrallah, sobre el hecho de que Israel está abocada a venirse abajo como una tela de araña. El anuncio promocional del programa incluye vídeo clips que prometen que �Israel será arrasada�, con las imágenes correspondientes para ilustrar la promesa.

La televisión siria está emitiendo la serie dramática producida localmente �El colapso de las leyendas�. Su argumento principal es que no existen pruebas arqueológicas que respalden las historias del Antiguo Testamento; que la Torá que consideramos sagrada no es sino una gran falsificación inventada por los rabinos.; que no tiene relación alguna con los Diez Mandamientos y que se trata de una mentira histórica inventada cuya intención es proporcionar a los judíos un fundamento para su reivindicación de la Tierra de Israel. Así, en la serie dramatizada, un grupo de arqueólogos sirios se embarcan en una campaña para desenmascarar a un grupo de sionistas que se han infiltrado en su partido con el fin de manipular las antigüedades de la famosa excavación arqueológica de Ebla, para proveer de una base científica a las falsas escrituras.

Y en caso de que estuvieran ustedes preocupados, Arafat no se queda atrás. La televisión palestina está emitiendo una serie de documentales con un único objetivo: desmentir el �mito� de que hubiera habido nunca un Templo judío en Jerusalén y presentar cualquier referencia histórica a su existencia cono un burdo engaño. El mensaje es que los judíos no tienen vínculo alguno con la Ciudad Santa.

Y como sabrán la mayor parte de nuestros lectores (véanse páginas 28 a 31 del presente número), la serie egipcia �Jinete sin caballo� es una nueva versión de �Los Protocolos�, si bien en una espantosa producción penosamente lenta con una actuación grotesca. Los judíos de la serie parecen haber salido directamente de Der Sturmer y se comportan como abogados del diablo maquinando, sembrando la corrupción y en términos generales encapsulando todo aquello que hay de infame en la humanidad.

La inevitable conclusión es que un número significativo, aunque ni mucho menos todos, de la joven generación de artistas árabes, un estrato que normalmente representa las tendencias liberales y la apertura, se han prestado voluntarios para afilar y estilizar el mensaje que hasta el momento había sido promocionado por los movimientos fundamentalistas como Hamás. La esencia del mensaje es que no hay posibilidad de hacer las paces con los judíos, no debido a ningún argumento político o conflicto territorial, sino porque esa nación es a priori indigna de ser incluida en la raza humana. La religión judía es una enorme y continua mentira y la historia judía es el fruto de una constante distorsión del pasado. Más aún, el pueblo judío representa una amenaza futura para el resto del mundo.

Desde hace ya algún tiempo, tanto algunos de mis colegas como yo mismo que prestamos nuestro vehículo cotidianamente a las voces procedentes del otro lado, nos preguntamos: ¿a dónde lleva esta campaña? Después de todo, no se trata en este caso de retirarse de los territorios o de conceder a los palestinos el �derecho� de retorno. Más bien, se trata de una peligrosa dialéctica de gran alcance que está preparando el terreno para justificar el exilio masivo de los judíos de Israel � una �limpieza étnica� en términos contemporáneos � e incluso más allá todavía, ¡está presentando gradualmente argumentos para justificar el genocidio!

Al frente están, por supuesto, los hombres santos y clérigos musulmanes cuyas venenosas fatuas inundan Internet. Según ellos, los judíos, por su propia naturaleza, corrompen su entorno, son �asesinos de profetas� e �hijos de cerdos y monos�. Señalan que existe una promesa en la tradición islámica según la cual la piedra detrás de la que busquen refugio los judíos en el dia del Juicio Final romperá su silencio para entregarlos.

No es la aprobación para luchar contra Israel lo que se pretende con todo ello, sino la autoridad religiosa y la base �moral� para mucho más que eso. Está claro que hay más de unos cuantos intelectuales árabes que alzan su voz protestando contra dichas declaraciones. Pero por muchos artículos bien intencionados que se publiquen no pueden servir de contrapeso frente al efecto de una serie televisiva dramática, bien promocionada, de máxima audiencia emitida exactamente después de la comida con la que se rompe el ayuno.