Sencillamente digamos no: debemos salvar a nuestras organizaciones internacionales
Artículo publicado en ABC (Madrid), 30 de enero de 2004
Silvan Shalom
Ministro de Asuntos Exteriores
de IsraelLa reciente solicitud de la Asamblea General al Tribunal Internacional de Justicia de la Haya para que emita un dictamen sobre la valla de seguridad de Israel amenaza los valores fundamentales y los principios fundacionales de las Naciones Unidas propiamente dichas, pone en entredicho la naturaleza independiente y apolítica del Tribunal Internacional de Justicia, y socava la promoción de la paz y la seguridad en Oriente Próximo. El Tribunal debería rechazar este intento de explotar su mandato con objetivos políticos y debería proteger la legitimidad y el decoro de la institución así como las metas del proceso de paz palestino-israelí.
La solicitud, presentada por una mayoría automática a favor de cualquier iniciativa respaldada por los palestinos, viola las propias normas de procedimiento y la separación de responsabilidades de las Naciones Unidas. La ONU ya se ha pronunciado sobre el conflicto palestino-israelí. El Consejo de Seguridad aprobó por unanimidad la resolución 1515 del 19 de noviembre de 2003 apoyando la Hoja de Ruta, basada en el cumplimiento de sus sucesivas etapas, como método para promover la paz en la región. La ONU, junto con los Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, los miembros del �Cuarteto�, han co-patrocinado la Hoja de Ruta. La acción de la Sesión Especial de Emergencia de la Asamblea General pone directamente en tela de juicio esta posición bien aceptada de las Naciones Unidas.
Lejos de constituir una pregunta jurídica genuina, la solicitud de un �dictamen jurídico� es ostensiblemente perjudicial. No hace referencia alguna al terrorismo y la incitación palestinas ni a la incapacidad total del liderazgo palestino a la hora de cumplir sus compromisos reconocidos internacionalmente y desmantelar la infraestructura del terrorismo. Después de 19.000 ataques terroristas, más de 900 muertos además de miles de heridos, Israel ha empezado a construir una valla defensiva antiterrorista con el único propósito de impedir que los hombres y mujeres bomba suicidas y los terroristas armados puedan llegar a los autobuses, cafés y centros de las ciudades israelíes. La solicitud a la Asamblea General recuerda la famosa observación de Abba Eban: �Si Argelia introdujera una resolución declarando que la tierra era plana y que había sido Israel quien la había aplanado, sería aprobada por una votación de 164 votos a favor, 13 en contra y 26 abstenciones.�
A pesar de que las vallas de seguridad para impedir las incursiones de elementos terroristas violentos son de uso generalizado en los estados que se enfrentan al terrorismo, Israel no tiene inconveniente en hablar o debatir sobre el impacto de la valla en la población palestina. No tenemos deseo alguno de causar dificultades. Es más, las características de la valla, incluyendo su recorrido y las medidas humanitarias como los pasillos y verjas agrícolas para facilitar el movimiento han sido adaptadas tras discusiones y consultas tanto en Israel como con la población local. El sistema judicial israelí, independiente y muy respetado, ha estado muy involucrado en este proceso. Todo palestino que se ve afectado por la valla tiene el derecho de apelar directamente al Tribunal Supremo israelí.
Hace tiempo que se realiza un continuo esfuerzo por secuestrar las agendas de los organismos humanitarios y políticos de la ONU. La recientemente concluida Asamblea General de 2003 se ha destacado por sus 19 resoluciones anti-israelíes. No ha habido ni una resolución referente al conflicto de India y Pakistán sobre Cachemira. Esta situación está en marcado contraste con la incapacidad de la misma Asamblea para alcanzar la mayoría en resoluciones cuyo objetivo es proteger a los niños israelíes del terrorismo o para la iniciativa de Irlanda que condena el antisemitismo. Otros organismos como la Comisión de Derechos Humanos, presidida el año pasado nada menos que por Libia, dedicó literalmente la mitad de su agenda a debatir cuestiones palestino-israelíes. A la luz de esta situación, no es de extrañar que la Conferencia contra el Racismo de Durban de 2001 se convirtiera en un escandaloso festín de odio contra Israel y los judíos.
La Hoja de Ruta hace un claro llamamiento a ambas partes para que resuelvan el conflicto a través de negociaciones directas y no violentas. La primera fase del plan hace un llamamiento a los palestinos directamente para que pongan fin a la violencia y luchen contra el terrorismo. Sin embargo, desde su adopción, dos primeros ministros palestinos consecutivos han anunciado públicamente que no cumplirían con este compromiso fundamental que se deriva de la Hoja de Ruta: el desmantelamiento de la infraestructura terrorista. En su lugar han preferido buscar el respaldo internacional llamando la atención sobre la respuesta de Israel al terrorismo, en lugar de atajar la cuestión del terrorismo propiamente dicho. Los palestinos han conseguido que múltiples foros se pronuncien sobre las cuestiones que deben ser negociadas. Esta vez se trata del Tribunal Internacional de Justicia cuyo mandato pretenden explotar.
¡La comunidad internacional debe decir no! El riesgo significativo, más allá del considerable perjuicio para el proceso de paz, radica en que el �éxito� llevará a otras cuestiones políticas peligrosas que tienen la capacidad de destruir los organismos de nuestra comunidad internacional, sobre Iraq, Cachemira, Chechenia y cualquier otra cuestión que consiga cosechar la mayoría de países no democráticos en la Asamblea General. La comunidad internacional debe proteger la integridad de las instituciones internacionales fundadas para salvaguardar los derechos de los ciudadanos de la comunidad de naciones. No podemos permitir que el comportamiento destructivo de los palestinos, a través de sus esfuerzos por eludir los compromisos que han asumido repetidamente desde que empezó el proceso de paz en 1993, perjudiquen al Tribunal Internacional de la Haya.
Este mismo mensaje fue expresado por el Presidente Harry Truman al clausurar la Conferencia de San Francisco en la que se constituyó la Organización de Naciones Unidas: �Han creado ustedes un maravilloso instrumento para la paz y la seguridad y el progreso humano en el mundo. El mundo debe ahora utilizarlo. Si no lo hacemos, estaremos traicionando a todos aquellos que murieron para que nosotros pudiéramos encontrarnos aquí en libertad y seguridad para crearla. Si intentamos usarlo egoístamente, en beneficio de una nación o grupo de naciones, también seremos culpables por esta traición�