Vuelta a la retórica victimista palestina
 

ABC, 29 de septiembre de 2006


Víctor Harel
Embajador de Israel en España


Abba Eban, Ministro de Exteriores de Israel y uno de las más lúcidas personalidades políticas de Israel, acuñó hace ya algunas décadas la famosa frase referida a los dirigentes palestinos de que �los palestinos no pierden la oportunidad de perder una oportunidad�. Esto, lamentablemente, sigue siendo parte de la realidad política palestina.

Hace ya casi un año, en agosto de 2005, Israel retiró el ejército y desmanteló todos los asentamientos de la franja de Gaza; ocho mil colonos fueron evacuados y reinstalados en Israel. Con ello se ponía fin a cualquier forma de presencia israelí; ni soldados ni civiles. Con esta medida, los palestinos de Gaza quedaban exclusivamente bajo la administración de la Autoridad palestina.

Aunque la retirada fue decidida y llevada a cabo de forma unilateral por parte del gobierno del entonces primer ministro Sharon, el hecho es que se puso fin a la presencia israelí en Gaza, una iniciativa aplaudida por la mayor parte de la comunidad internacional. Con la salida de Gaza, Israel �además de dejar de controlar la vida de los palestinos� pretendía romper el impasse político y avanzar hacia la paz mediante la Hoja de Ruta.

La respuesta de los palestinos no ha podido ser más frustrante. La Autoridad palestina bien podría haber capitalizado el logro de la retirada de Gaza, y haberse servido de ella para convencer a su pueblo de la necesidad de abandonar la violencia para lograr sus aspiraciones de crear su estado �cuya creación apoyamos según la visión de los dos estados� y avanzar hacia la paz con Israel. El �mensaje� que esperaba Israel nunca llegó. En lugar de ejercer un autogobierno real y constructivo sobre Gaza que marcara el comienzo del ejercicio de una verdadera �autoridad� palestina, volvió a instalarse en una retórica victimista y de pasividad ante los grupos terroristas.

Sólo unos meses después optaron por dar mayoritariamente su voto a Hamás, una organización terrorista (así considerada por al UE) cuyo principal objetivo es la destrucción de Israel al igual que el de su hermana gemela Hizbolá, ambas hijas adoptivas de Irán y Siria. Hasta la fecha no ha hecho el menor gesto que haga pensar que vayan a reconocer nuestro derecho a existir ni a renunciar al terrorismo. Por su parte, Abu Mazen, presidente de la Autoridad palestina, ni antes ni después de las elecciones ha querido enfrentarse a Hamás.

Si todo lo anterior es, cuando menos, frustrante, la espiral de actos terroristas y especialmente el lanzamiento sin tregua de cohetes Kassam contra la población civil de Sderot y otras localidades israelíes del sur desde Gaza, que se ha ido intensificando desde el fin de la �ocupación israelí�, es absolutamente intolerable y una prueba más �si es que todavía hacía falta� de la voluntad de Hamás de hacer descarrilar el tren de la paz, un tren que cada día se aleja un poco más.

El primer ministro Ehud Olmert fue elegido por los ciudadanos de Israel, entre otras razones, para llevar a cabo su proyecto de seguir con este proceso de retiradas y desmantelamiento de asentamientos, pero ahora, ¿cómo podrá convencer a la opinión pública israelí de que una retirada dolorosa es necesaria en el camino hacia la paz cuando la salida total de Gaza, lejos de mejorar la ansiada seguridad, sólo ha servido para dar alas al terrorismo?
La sociedad civil palestina sigue siendo rehén de la corrupción y del mal uso de las ayudas económicas internacionales, y sus hombres, mujeres y niños son utilizados como escudos humanos por los terroristas de Hamás. Es difícil prever un cambio por parte de los grupos terroristas palestinos mientras la AP y la propia sociedad palestina no digan ¡Basta ya! Basta ya de utilizar las ciudades palestinas como bases terroristas (artimañas cínicas y crueles bien aprendidas por Hizbolá); basta ya de lanzar cohetes desde las escuelas y las viviendas; basta ya �

Los dirigentes de la AP y sus portavoces deberían centrar sus esfuerzos en combatir el terrorismo (primera fase de la Hoja de Ruta); sólo el fin del terrorismo podrá crear las condiciones necesarias para retornar a la Hoja de Ruta y resolver por la vía de la negociación el conflicto palestino-israelí.

Por otra parte, las cosas sólo empezarán a cambiar cuando la sociedad palestina asuma que debe abandonar de una vez la retórica victimista, tomar las riendas de su futuro sin esperar que las soluciones lleguen desde fuera, y empezar a sentar las bases sociales, educativas y económicas de su futuro estado, que conviva en paz con Israel.