Entrevista a Emmanuel Siván Yediot Aharonot
5 de octubre de 2001
En la medianoche del lunes 10 de Septiembre, el catedrático Emmanuel Siván, orientalista e historiador de la Universidad Hebrea de Jerusalén, abandonaba Estados Unidos. Aterrizó en Israel con la noticia del terrible atentado en Nueva York, y en el taxi que le llevó desde el aeropuerto hasta Jerusalén, escuchó los primeros datos sobre el derrumbamiento de las dos Torres Gemelas. Lo que me asombró ya entonces, dice hoy Siván, incluso antes de que se aclararan todos los hechos, fue la imaginación, la elección del objetivo, la sofisticación y la eficiencia. Algo de ese mismo asombro, declara, permaneció también a lo largo de los días siguientes, cuando el panorama se fue esclareciendo: la forma en la que consiguieron penetrar en Estados Unidos, aprovechando esta cultura que permite que cualquier persona pueda querer un permiso de vuelo, donde no hay lugar para preguntas, en la que cualquier persona es inocente hasta que se demuestra lo contrario. Y sobre todo, la entereza: en aquella habitación en Hamburgo, Alemania, dice, se sentaban cuatro hombres, que durante año y medio sabían que iban a morir, y su ánimo no decayó. Es una fuerza poderosa, dice, que nosotros desconocemos. En Israel, cuando se habla de suicidas, se habla normalmente de hombres que se preparan para el atentado durante varias semanas, tres meses como mucho.
La semana que precedió al atentado Siván, orientalista con prestigio internacional, estaba en Chicago. Escribía la introducción y llegó a los capítulos que había cerrado en el libro que está a punto de salir concretamente en estos días en Estados Unidos y poco después en París, en Barcelona y según parece también en Israel. El libro, cuyos coautores son el catedrático Gabriel Almond de Stanford y el catedrático Scott Appleby de la Universidad Notre-Dame, se llama Religión poderosa y se ocupa del fenómeno del fanatismo religioso musulmán, judío, cristiano-protestante e hindú. El último capítulo, dice Siván, que se escribió en 1999, se ocupa de la previsión de la primera década del siglo XXI, y es lo que dice: que el fundamentalismo religioso en todos sus aspectos permanecerá con nosotros también durante esta década, que el islam radical mostrará una capacidad de supervivencia asombrosa, especialmente el islam radical violento, y esto a pesar de los esfuerzos de los regímenes de los diferentes países árabes por reprimirlos y contenerlos.
Y con todo esto se relaciona el atentado, según la opinión de Siván desde hace años, que los grupos del islam radical en el mundo trabajan en un marco como de «telaraña difusa», según su formulación, muy flexible. Está constituida por células autónomas, cuya unión es laxa, y el ataque a una de ellas no elimina a las demás. Y dentro de estas células están asociados grupos pequeños de islámicos, la mayoría de cuyos esfuerzos están encaminados, a fin de cuentas, a tomar el poder en sus respectivos países.
Vienen, fundamentalmente, de Arabia Saudí �que ha sido durante cientos de años un ejemplo de conservadurismo islámico� de Egipto y de Argelia. Piensan que Occidente se derrumbará por sí solo debido al peso de su decadencia, y, mientras tanto, lo que hacen es destruir el sistema que apoya el régimen decadente en los países de origen, vengarse y levantar la moral de sus creyentes.
Al último ataque en Nueva York y en Washington se refiere el profesor Siván como a una parte de lo que él llama «la tercera ola de actividad del islam radical». Las dos primeras olas en su opinión, se centraron en los países islámicos, intentado ocupar el poder. El asesinato de Anuar Sadat en Egipto, la matanza de radicales islámicos en El Hama (Siria) por el presidente Hafez el Asad, a principios de los años 80, y la revolución iraní fueron parte de la lucha que marcó la primera ola.
El terror islámico en Egipto, bajo el mandato de Mubarak, la lucha en Túnez y la guerra de guerrillas en Argelia, son, en su opinión, parte de las luchas de la segunda ola. Estos dos ataques, afirma Siván, fracasaron. En ambos casos, los países árabes �exceptuando a Argelia, donde la lucha todavía no ha terminado� han triunfado y el islam radical ha sido dañado gravemente. Este fracaso, en su opinión, ha llevado a la tercera ola, cuyo fundamento es la actividad terrorista islámica contra Occidente.
El comienzo del terror islámico internacional, recuerda, fue el terrorismo norteafricano, fundamentalmente el argelino, en la Francia de mediados de los años 80.
En 1994, afirma, un joven argelino que se disponía a estrellar un avión de pasajeros en París declaraba que hacía esto porque Francia era el apoyo fundamental del régimen argelino que luchaba con el islam radical en ese país. Los principales ideólogos islámicos, afirma Siván, han opinado a través de los años que la revolución interior precede a la revolución exterior. Así lo hizo Sayid Kotb, uno de los ideólogos más fecundos del islam radical, condenado a muerte en Egipto a mediados de los años 60, y también Mohamed Abd al-Salam Faraj, el ideólogo de la «Yihad egipcia», que opinaba que la guerra con el enemigo próximo precede a la lucha con el enemigo lejano.
También el propio Bin Laden, dice Siván, expulsado de Arabia Saudí en 1991, cuando se pronunció contra la presencia americana en su país durante la guerra del Golfo, proclamó después que atacaría a Occidente para ayudar a Irak, cuyos niños se morían de hambre y de enfermedades, o para ayudar a los bosnios. Pero el objetivo principal de Bin Laden, afirma Siván, era y es todavía el poder en Arabia Saudí. Y esto es también lo que interesa a los hombres de la Yemaa y de la Yihad egipcia.
�¿Y cómo se relaciona esta actividad con el hecho de que parte de los hombres que explosionaron las torres gemelas fueran laicos?
«No sabemos tal cosa en absoluto.»
�Es lo que se desprende de los últimos descubrimientos que se han publicado.
«Es la impresión que se desprende de las declaraciones de las personas que los conocían, lo cual no dice que esto sea así. En Francia es muy conocido el fenómeno de activistas destacados en grupos del islam radical que deambulan en vaqueros, sin barba o en trajes de tres prendas. Yo me fijaría mucho más en el testamento que dejaron que en su modo de vestir. �Hay cosas �escribieron allí� que son más importantes que la vida.� Es esta una postura del islam radical, y no de un laico. Son grupos que encontraron muy rápidamente los puntos débiles de Occidente, y decidieron instalarse en lugares que pudieran servirles como una base cómoda para su actividad. En este contexto vería también su modo de vestir y su comportamiento.»
En cualquier caso, dice Siván, no se trata todavía de una lucha entre civilizaciones, y se exagera mucho la descripción del peligro en el que se encuentra Occidente. Lo que sí hay, afirma, es una lucha psicológica masiva, que también está prevista, y que también es legítima en casos como estos.
�A pesar de todo, estos hombres han derribado las torres gemelas. No es una explosión más de una embajada en África.
«Puede ser que hayan hecho un exceso, y hayan conseguido, con esto, el objetivo inmediato de subir la moral. Pero también saben que no han solucionado el problema de los deprimidos.»
�¿No minimiza usted el asunto? ¿Esta operación es un simple «exceso»?
«Es un grupo de hombres firmes en sus creencias, que han actuado como actúan siempre los grupos de hombres firmes en sus creencias, lideran la revolución. Reconozco que hay orientalistas que hablan de una organización, de una jerarquía, de una conexión internacional. No es esa mi opinión. Estoy seguro de que muchos de los proyectos que se revelan, si se hubieran llevado a cabo, habrían tenido un efecto asombroso. Esto no cambia mi opinión de que se trata de una iniciativa casi diría local, que ha encontrado un financiador.»
�¿Y en qué se basa para decir estas palabras?
«En la experiencia y en el conocimiento de organizaciones parecidas, como la Yihad egipcia o la Yemaa, o las organizaciones islámicas de Argelia. Siempre han actuado en el marco de una red, algo parecido a una secta, con una frontera exterior común, pero con una mínima jerarquía interior, y con libertad de acción de cada grupo.»
� En otras palabras, no estamos ante una guerra apocalíptica del islam radical contra Occidente.
«No. Sin duda, no.»
�¿Y qué diría si mañana la Casa Blanca volara debido a una gran explosión?
«Que me llevara usted a juicio. Asumo esta apuesta.»
�¿A quién de hecho necesitan buscar ahora los americanos? ¿Cuál es el objetivo de su guerra?
«Es un problema. De hecho, cualquier movimiento islámico radical que opine que hay una diferencia imposible de unir la cultura occidental con la cultura musulmana es de hecho un objetivo. Y se trata de grupos que se encuentran en cualquier lugar: en Europa, en los propios Estados Unidos, en Sudamérica.»
�¿Y qué sucede con Afganistán?
«Los Estados son objetivos cuando financian organizaciones terroristas y les dan cobijo. En primer lugar está hoy en día el régimen talibán. Un segundo Estado es Pakistán, que ha enviado fuerzas a entrenarse en Afganistán con Bin Laden, en colaboración con los servicios de inteligencia paquistaníes, y las ha utilizado en Cachemira, considerando que son luchadores extraordinarios.»
�¿Qué puede hacer América?
«En el caso de Bin Laden, debido al carácter escurridizo de la red, es muy difícil golpear su núcleo. Hay que suponer que los campos de entrenamiento se dispersarán y en el caso de que se obtenga una información vital, que se encuentra solo en manos de los servicios de defensa paquistaníes, no será fácil atacar los campamentos ni los lugares ocultos del núcleo directivo, y menos al propio Bin Laden. Y a propósito, en este tema la colaboración con Pakistán, y especialmente con sus servicios de información, es prioridad superior para los americanos. Es mucho más importante que la colaboración con todo el mundo árabe.»
�¿Y los paquistaníes colaborarán de hecho?
«El régimen por supuesto que sí. ¿Pero los servicios de inteligencia colaborarán a pesar del pasado común con Bin Laden? Esto yo no lo sé decir.»
�En la práctica, qué puede hacer mañana Estados Unidos para dañar a Bin Laden?
«Para comenzar, actuar por vía aérea. El ejército del aire afgano cuenta solo con unos 30 aviones de batalla. El objetivo supuesto del ejército del aire americano puede ser la red de carreteras del Estado. Se trata de una red excelente, construida por los soviéticos y reforzada por los americanos. La ventaja reside en que esta red, después del ataque, será muy difícil de reconstruir, porque pasa por un territorio montañoso y fragmentado. Esto dañará el dominio talibán en el territorio y dividirá Afganistán en cantones aislados.
»El ataque en las carreteras no daña a los ciudadanos, y es especialmente importante aislar la ciudad de Kandahar, que es el lugar de residencia del dictador, mulá Mohamed Omar. Se encuentra al oeste de Kabul, y el aislamiento de Kandahar debilitará el régimen de forma significativa.
»Asimismo un ataque al gran túnel, el túnel de las montañas, Salang, que comienza unos 35 kilómetros al norte de Kabul y une el norte del país con el sur. En el momento en el que, a causa de los bombardeos, el túnel quede cerrado por las dos entradas, se otorgará autonomía a la parte norte del país, en la que gobierna la Alianza del Norte, compuesta por opositores al régimen talibán.»
�Lo que de hecho ocurre.
«No efectivamente. Todavía la movilidad de las fuerzas talibanes es muy grande. Y en cualquier caso, debido a que el régimen talibán es el que da cobertura a Bin Laden, su destrucción es un objetivo estratégico. Cuando este régimen caiga o se debilite, el que lo reemplace hará un gran esfuerzo para deshacerse de Bin Laden.»
�¿Dónde se encuentra situado Israel en esta guerra?
«Yo diría que en el mapa. Pero no en el centro del mapa.»
�¿Qué quiere decir esto? ¿No somos nosotros el «pequeño Satán»?
«En el testamento de los autores del atentado de las torres gemelas, no se citaba a Israel en absoluto, y no es una casualidad. También en el documento que dejó tras de sí el asesino de Sadat, el teniente Jalid al-Islambuli, señala 20 causas para el acto que llevó a cabo, y citaba a Israel solo en el punto decimonoveno, en el que hablaba de un acuerdo de paz.
»El punto número uno, en cambio, se refería a la profanación del honor de las chicas en las universidades egipcias, cuando los vigilantes de los exámenes de bachillerato las obligaban a levantar el velo y a mostrar sus caras para comprobar su identificación. También en el contexto israelí la yihad próxima antecede a la yihad lejana.»
�¿Acaso Israel es considerado como el catalizador de la lucha del islam radical con Occidente?
«Solo en el sentido del que mantiene encendido todo el tiempo el fuego de la lucha. No creo que tengamos ahora una presión internacional masiva para llegar a un acuerdo, pero pienso que Occidente espera de nosotros, como vencedores de hecho en la intifada, que seamos generosos en la victoria, abriendo alternativas políticas.»
�¿Hay lugar para la ofensa israelí, porque invitan a Yaser Arafat a la coalición y nos dejan a nosotros fuera?
«En absoluto. Nosotros estamos en la coalición.»
�No de un modo efectivo.
«Piense usted en esto con términos de una coalición israelí. Hay partidos que están dentro, pero tienen derecho a votar en contra, hay algunos que están en la coalición, pero solo con viceministros y sin el compromiso de votar con el gobierno, hay otros que están dentro solo en el caso de una moción de censura. Así también parece la coalición que construyen los americanos. En cualquier caso existe una relación permanente, hay intercambio de información. No hay razón para la ofensa ni razón para la preocupación.»
�¿Y dónde está Irak en esta guerra?
«Fuera del cuadro, en mi opinión. No creo que los iraquíes hayan estado implicados, y no pienso que Estados Unidos los vaya a involucrar, aunque posiblemente sea parte de la fantasía de aquellos que querrían ver al mundo aprovechando la ocasión para acabar taimen con Irak.»
�Y si esto es así, el temor israelí a los misiles iraquíes, químicos o biológicos...
«Es totalmente exagerado y carece de fundamento. Es una situación que invita a los profetas de las desgracias, y yo intento no dejarme arrastrar por esto. Sadam Hussein, muy sabiamente, aclara que no tiene nada que ver con este atentado y tampoco amenaza con reacciones contra Israel. Desde hace bastantes años me ocupo de este terror para comprender que también en este mundo hay mucha racionalidad, y el que habla de kamikazes islámicos como un fenómeno masivo no sabe de qué está hablando. En Abril estuve en un Congreso en Egipto. Nos advirtieron de que no habláramos hebreo, que lleváramos gorras de béisbol, zapatillas de deporte y que hablásemos inglés. Y así hicimos y nos sucedió que comenzamos a hablar con un grupo de jóvenes egipcios que estaban interesados en si tenemos relaciones con el consulado en El Cairo para conseguirles visados. En 1991, un colega mío que viajó a Argelia para entrevistarse allí con jóvenes, se encontró con unos 80, la mayoría de los cuales se interesaban por la posibilidad de subir a un barco australiano, que según los rumores (imaginarios) estaba anclado en el puerto y buscaba trabajadores locales que quisieran emigrar allí. Hay mucho miedo en Occidente del islam, que no siempre tiene en qué basarse.»
�¿Cuánto tiempo está destinado a durar la campaña actual contra el terror islámico?
«Años. También la eliminación del terror anarquista, el izquierdista, la lucha contra grupos como las Brigadas Rojas, y la Bader-Meinhoff, duró años. A fin de cuentas, sin imponer límites insoportables a los ciudadanos, Occidente los vencerá.»
�En cualquier caso, nunca había sucedido que un grupo terrorista causara un daño semejante, 6.000 muertos, millardos de dólares.
«Sin minimizar este terrible atentado, solo digo que, proporcionalmente, es como si en Israel hubiera habido 120 muertos en un atentado terrorista. Y esto nos pasa a nosotros, si no en este número, sí en cantidades parecidas a lo largo de los años.»
�De sus palabras se desprende un cuadro relativamente rosa.
«No. Lo que digo es que nosotros ahora estamos en la cresta de la tercera ola, que considero con una seguridad bastante grande que Occidente logrará vencer. Si hay algo que me da miedo es la noticia de que venga una cuarta ola que vuelva a concentrarse en los países árabes. También en los países islámicos hay graves diferencias de desigualdad y no hay crecimiento económico, y estos dos datos van unidos a la tiranía de los regímenes. Esto es lo que llevará a la cuarta ola, y no estoy seguro de que los países árabes efectivamente logren imponerse a ella, como ocurrió con las dos anteriores.»
�¿Y esto sucederá también si la tercera ola es eliminada?
«Sucederá, solo que la eliminación de la tercera ola quizás aplace la cuarta. Y tampoco esto es un asunto sin importancia.»
�¿Quiere esto decir que volveremos a guerras internas árabes?
«Efectivamente. O en la formulación del jeque Yasín, que en una conversación que mantuve con él dijo: �Yo no tengo miedo del futuro del islam, tengo miedo de nuestro presente�.»
Esta guerra, dice Siván, no se resolverá únicamente en el campo de batalla. Se resolverá también en los terrenos económico, social, cultural. Y a un lado del camino, afirma, hay lugar para lo que Siván llama generosidad de los vencedores. Una parte de los luchadores del islam radical, de la parte violenta activa en Occidente, crecen en los suburbios abarrotados de las grandes ciudades. Se trata sobre todo de jóvenes, con edades comprendidas entre los 15 y los 25 años, que sienten que no tienen posibilidades en los regímenes capitalistas, explotadores, que los ven como mano de obra barata, sin derechos. La contención de estos núcleos, según Siván, es una parte importante de la batalla, no menos que el ataque aéreo de los campos de entrenamiento en las montañas de Afganistán.