Bashar el Asad
Primer año sin su padreMaariv, 6 de julio de 2001
Oded GranotQuien era considerado un oftalmólogo de perfil medio-bajo, es ahora vigilado con suma atención por la vieja guardia de Siria.
Unas horas después de que Israel descubriera esta semana que el radar del Jetz, «Pino Verde», había localizado y seguido el curso del lanzamiento de un misil Scud en Siria, informó el ministro de Defensa sirio, general Mustafá Tlass, que Siria no había lanzado ningún misil. Es un poco extraño, considerando el hecho de que en Oriente Próximo es generalmente normal jactarse, incluso a posteriori, del lanzamiento de un misil, también si se trata de un ejercicio rutinario. Un misil que se eleva en el aire, incluso a corta distancia, es considerado como la expresión de una manifestación de fuerza y poder, uno de los componentes de la disuasión.
En el caso que tenemos ante nosotros, el general Tlass lo desmintió. Y esto señala dos posibilidades principales: la primera, que el general desconocía por completo el lanzamiento del misil, lo cual es extraño y poco razonable. La otra posibilidad, que el joven Asad sencillamente no está interesado por ahora en manifestar fuerza contra Israel, y se previene como del fuego de la posibilidad de que Israel interprete de forma equivocada cualquier actividad militar suya.
En otras palabras: es importante para Asad en la actualidad que Israel entienda que no tiene intención de guerra, de confrontación armada o de ninguna aventura militar.
Y esto puede explicar también por qué ha elegido el presidente sirio contenerse en esta ocasión, por segunda vez en menos de tres meses, ante un golpe preciso de los aviones del ejército del aire en la posición de su radar en la Bekaa del Líbano. Por qué volvieron a anunciar sus portavoces, como la vez anterior, que Siria responderá «en el momento y en el lugar oportunos», y por qué han explicado los analistas en Damasco que Siria persiste en su idea de no entrar en el juego de Sharon «que quiere conducir la región a la guerra».
Y esto también puede explicar cómo ha sucedido que Nasrala, el secretario general de Hezbolá, haya tomado sobre sí, y no por vez primera, la función de portavoz de Damasco, que habla aparentemente en su nombre, y ha proclamado esta semana en una entrevista al periódico «A-Sapir», que el hecho de que Siria se haya contenido dos veces no significa que se vaya a contener también por tercera vez.
El primer año de Bashar el Asad sin su padre, ha sido un año no fácil para el hombre que buscaba a fin de cuentas terminar su grado de licenciatura en Oftalmología en Londres y encontró un reino, sin proponérselo y sin que realmente lo quisiera.
Fuentes de los servicios de información occidentales consideran insistentemente que el nivel de aptitud medio-bajo que mostró durante sus estudios ha ahorrado muchas penas y tristeza a los potenciales pacientes que habrían tenido que pasar bajo su bisturí, si hubiera conseguido terminar sus estudios. Pero esta tristeza, que les ha ahorrado a ellos, ha pasado durante el último año a parte de los colaboradores de su padre, que lo rodean ahora y lo vigilan con mucha atención.
Ellos, y me refiero a la antigua guardia, son hombres como Mustafá Tlass, ministro de Defensa, Faruq A-Shara, ministro de Asuntos Exteriores y Abdel Al-Halim Hadam, vicepresidente, que han trabajado muchos años en las proximidades de Hafez Asad, acompañan ahora los pasos de Asad hijo y todavía no están convencidos de que él sea efectivamente el hombre más adecuado para conservar sus intereses privados y los de Siria.
No es que tengan un candidato mejor, y siempre existe la posibilidad de que aprenda y acumule experiencia, pero la nota que le otorgan actualmente por su función y su liderazgo no es especialmente alta.
Y el problema de ellos es, por supuesto, también el problema principal que tiene él. A diferencia de Abdala, el rey de Jordania, que en el primer año de su reinado ha conseguido alejarse de toda la antigua compañía que trabajaba con su padre, el rey Hussein, y ha conseguido rodearse de hombres nuevos, el hecho de que Bashar el Asad siga rodeado del antiguo círculo de personalidades le dificulta consolidar una política independiente, que no dependa del legado de su padre.
Pero este no es su único problema. Con su llegada al cargo hace un año, habló mucho el joven Asad de reformas económicas y sociales. Además de apertura y liberalización en todos los campos. De hecho, un año después, solo muy poco de esto se ha llevado a cabo realmente. Ibrahim Hamidi, redactor del periódico «Al-Hayat» en Damasco, considerado próximo al palacio presidencial, intentó no hace mucho disculpar el hecho de que las reformas prometidas han sido enterradas en el barro porque Asad se ha visto forzado a invertir toda su atención en la preparación militar contra Israel, debido al ataque del radar sirio en Dáher al Baider en el mes de abril. Es difícil inventar un pretexto más débil que este.
Sus declaraciones públicas no le han añadido ni prestigio ni honor. En la conferencia de la última cumbre árabe intentó enseñar a los líderes un capítulo de la historia. En presencia del Papa pronunció un discurso antisemita, que con posterioridad intentó negar debido a la presión de los franceses, que temían �como se demostró después� que oscurecería su visita a París.
Y también en las relaciones con Líbano ha mostrado debilidad. Se ha rendido, por ahora parcialmente, a la presión de las crecientes demandas, sobre todo de la comunidad cristiana, de retirar sus fuerzas del Líbano, y el mes pasado ordenó abandonar las áreas de las ciudades que poblaba el ejército sirio en la zona de Beirut. La retirada de Beirut ha ayudado al descenso de las tensiones, pero ha despertado entre los cristianos el deseo y el apetito de ver una retirada completa.
Y tampoco las relaciones de Bashar con la organización Hezbolá en el Líbano son simples ni sencillas. Su padre hizo uso de la organización para derramar la sangre de los soldados de Tsáhal [Ejército israelí] en la franja de seguridad y presionar de este modo a Israel para que abandonara los Altos del Golán, pero Tsáhal permanece en el Golán, se ha retirado del Líbano, y ha cambiado las reglas del juego. Bashar teme que Hezbolá pueda involucrarle en una guerra.
El primer año en el poder de Bashar tampoco ha sido un año fácil para Hezbolá. El terreno de la destrucción «natural» de la organización �la dirección de la guerra de guerrillas contra Tsáhal y contra Tsadal [Ejército del Sur del Líbano] en el sur del Líbano� disminuye de forma dramática debido a la retirada de Tsáhal.
Hezbolá, que se ha erigido también paralelamente como fuerza política en el Líbano, ha basado durante años su posición fundamental en el ámbito interno en sus logros en la dirección de la guerra para la liberación del sur. Pero desde el momento en el que el sur «ha sido liberado», se le exige a la organización buscar nuevos objetivos para justificar la continuidad de su equipamiento militar masivo y la continuidad de la existencia de fuerzas armadas. Ha inventado como sustituto las granjas de Shebaa y la necesidad de ayudar a la intifada palestina, pero la organización precisa ahora afrontar también la crítica interna, que considera que la actividad militar contra las granjas de Shebaa, que provoca reacciones militares de Israel, sólo daña las posibilidades de recuperación económica del Líbano.
También tiene Hezbolá problemas adicionales con la autoridad central, como por ejemplo la lucha por la continuidad del cultivo de hachís en la Bekaa del Líbano. Las autoridades libanesas han decidido últimamente terminar con el cultivo de drogas en la Bekaa, sobre todo en los territorios habitados por chiítas, como condición para recibir ayuda económica de Occidente. Hezbolá ha anunciado que se opondrá.
Y en las últimas semanas se ha avivado de nuevo la vieja rivalidad entre Hezbolá y Amal, la organización competidora. En varias aldeas del sur ha habido incluso confrontaciones entre los hombres de las dos organizaciones como consecuencia de luchas de poder, pero Hezbolá todavía es la única autoridad en la zona y los luchadores de la organización pueblan todas las fortificaciones a lo largo de la frontera con Israel. No se discute que esta presencia prolongada, de no neutralizarse, puede encender toda la zona y prender la guerra en la frontera del norte.
Hezbolá es un elemento político y militar en la arena interior libanesa, pero no es un elemento independiente. En gran medida, está sujeto a la obediencia de los iraníes, que ven en ella una delegación de vanguardia en la continuidad de la lucha con Israel y en la conversión del Líbano en el futuro en un Estado gobernado por el Islam.
En la época que precedió a la salida de Tsáhal del Líbano y también posteriormente, los iraníes proporcionaron cantidades enormes de armamento y munición a la organización. Todos los cargamentos pasaron por el aeropuerto de Damasco. Incluían, entre otras cosas, misiles Katiusha de largo alcance, que cubren gran parte del norte del Estado de Israel. Un representante militar de alta graduación definió esto como «la Cuba del Próximo Oriente», alusión a los misiles que situó la Unión Soviética en Cuba, en la época de la guerra fría entre las dos superpotencias, tan cerca de las costas de Estados Unidos.
Solo que Cuba no es el Líbano e Irán no es la Unión Soviética. El equilibrio de la disuasión entre Washington y Moscú en los años 60 posibilitó al presidente Kennedy forzar a la Unión Soviética a retirar los misiles de Cuba. Entre Israel e Irán no existe un equilibrio de disuasión como este.
Queda solo Siria, que continúa manteniendo fuerzas militares en el Líbano, como único instrumento de presión de Israel para frenar a Hezbolá. Mientras no haya un acuerdo de paz entre Israel y Siria, la posibilidad de que los sirios desarmen por la fuerza a Hezbolá no parece razonable, a pesar de que en el pasado ya ha sucedido que los sirios cerraran durante diferentes periodos de tiempo el aeropuerto de Damasco al paso de envíos de armamento de Irán a la organización.
Pero el ataque a las posiciones de radar de Siria en el Líbano por parte de aviones del ejército del aire israelí, en abril y a comienzos de este mes, como consecuencia de los ataques de Hezbolá a las fortificaciones de Tsáhal en el monte Dov, está destinado a recordar a Siria que debe preocuparse por la continuidad de la paz en el sur del Líbano.
La vez anterior esto funcionó y los sirios, efectivamente, enviaron órdenes a Hezbolá de impedir nuevos ataques, que sólo podían agravar la situación. En cierta medida esto también ha funcionado esta vez, cuando Hassán Nasrala ha comprendido, al ver la ausencia de reacción siria al ataque del radar, que Asad, en su incómoda situación, no está interesado en una gran conflagración.
Junto a esto, no es seguro que esta fórmula funcione también la próxima vez. No solo Israel ha cambiado las reglas del juego, al decidir responder a cada ataque de Hezbolá con un ataque en objetivos sirios; también Hezbolá se jacta ahora de «haber roto la ecuación de Sharon» (ataque de objetivos sirios como respuesta a tiroteos de la organización contra las fortificaciones de Tsáhal), al responder tiroteando las fortificaciones de Tsáhal como contestación al ataque del radar sirio.
Y en otras palabras: Hezbolá se presenta a sí misma ahora, en el marco de la debilidad siria después del primer año del mandato de Bashar, y el marco de cierto debilitamiento en la posición de la organización dentro del Líbano, no sólo como un representante que habla en el nombre de los sirios («no permitiremos un ataque a objetivos sirios en el futuro»), sino también como representante que lanza una reacción militar en su lugar.
A comienzos de la semana se limitó Hezbolá a tirotear las fortificaciones de Tsáhal solo en la zona del monte Dov. Pero el interés de la organización, con el ánimo de los iraníes, era y sigue siendo continuar con la lucha militar contra Israel tanto en el monte Dov como enviando y reclutando terroristas dentro de los territorios. Un nuevo ciclo de confrontación militar en la zona del norte es solo cuestión de tiempo.