Israel, un porvenir prometedor*

Morgan Stanley & Co.
International Limited

Israel parece gozar de un equilibrio bastante sólido que le permite aumentar su ritmo de desarrollo, ahora que todos los sectores de la actividad económica comienzan a beneficiarse de los dividendos de la paz. Ciertamente, es inevitable que surjan dificultades en el proceso de paz. Pero el compromiso de los dirigentes de la región en favor de la paz y de la estabilidad, con el apoyo de la comunidad internacional, permite suponer que el proceso es ya irreversible. Probablemente, en la próxima etapa se negociará con Siria (aunque la negociaciones corren el riesgo de ser aplazadas hasta mediados del año 1995). Puede suponerse que el crecimiento de Israel tendrá consecuencias en todo el próximo oriente, beneficiándose Israel a su vez de la prosperidad de la región, de una mejora del empleo y de los ingresos y de las perspectivas de inversiones de sus vecinos.

Los dividendos económicos de la paz

La actividad económica de Israel parece dirigirse hacia un firme crecimiento en 1995 y en los años siguientes. Los dividendos económicos de la paz desempeñarán un papel clave en este desarrollo. Aunque es difícil evaluarlos con precisión, pueden apuntarse tres aspectos esenciales: en primer lugar, la reducción, a largo plazo, del lastre de los gastos de defensa que soporta la economía y de los elevados impuestos que los acompañan; segundo, la expansión del comercio internacional gracias al levantamiento de facto del boicot árabe contra Israel; y tercero, el desarrollo de proyectos de infraestructura regional.

Reducción del presupuesto de defensa

El elevado coste de la defensa ha tenido efectos directos sobre la economía de Israel: la partida de gastos militares ha absorbido una parte importante del presupuesto público en detrimento de otras obligaciones como sanidad, educación, red de carreteras o agua. A comienzos de los años 90, la partida de defensa representaba un 26% del gasto público total (excluida la devolución de la deuda), frente al 23% destinado a educación y el 13% a sanidad. Entre los efectos indirectos —no cuantificables— cabe mencionar el descenso en los índices de participación de la mano de obra civil y de productividad, debido a la obligatoriedad del servicio militar y a los períodos de reserva obligatoria para todos los varones hasta los cincuenta años de edad. Por otra parte, tierras cultivables con un alto potencial de producción han sido utilizadas para instalaciones militares.

Fin del boicot

Una de las consecuencias del proceso de paz que comienza a notarse en el país, es el debilitamiento del boicot árabe sobre el comercio de Israel y la reacción en cadena resultante. En la actualidad, los países de Asia que se negaban a comerciar con Israel o a invertir en proyectos, envían sus propuestas a los responsables gubernamentales y a hombres de negocios israelíes. Además, las exportaciones de mercancías israelíes hacia Asia han aumentado recientemente de modo significativo, a la vez que van desapareciendo los recelos naturales de los hombres de negocios a tratar con proveedores de regiones inestables. Se prevé que en breve se establezcan relaciones oficiales con algunos estados del Golfo, abriendo el camino a posibles ventas de productos energéticos a Israel. Mientras que los acuerdos de paz deberían abrir nuevos mercados a Israel en los países del entorno, muchos de sus vecinos son relativamente pobres y no consumen los productos que Israel produce y exporta. Sin embargo, los ricos estados petrolíferos del Golfo podrían ser una fuente de demanda de todos los productos israelíes, incluidos los diamantes y los productos agrícolas. Uno de los grandes beneficiarios del proceso de paz debería ser la industria turística; las amenazas y la violencia fueron la causa de las fluctuaciones padecidas por esta industria en el pasado. Un entorno regional estable podría favorecer no sólo el relanzamiento del turismo, sino también proyectos conjuntos entre Israel, el territorio autónomo palestino y Jordania.

Eficacia económica

En el área de la infraestructura, Israel y sus vecinos deberían ser ahora capaces de aunar sus recursos para lograr una mayor eficacia económica en los proyectos a gran escala. Por otra parte, la viabilidad de tales proyectos debería hacer mucho más atractiva su financiación para los organismos financieros internacionales y para los inversores. Entre los proyectos relacionados con el agua pueden considerarse la construcción de presas para captar y distribuir las aguas —excedentarias en invierno— del río Yarmuk (Jordania), y de conducciones de agua desde Turquía (atravesando Líbano y Siria) destinadas a la distribución regional. En el sector energético también hay posibles áreas de cooperación: gasoductos desde Egipto y el Golfo para satisfacer la demanda de Jordania, los territorios e Israel; oleoductos que atraviesen la región para abaratar los costes de transporte y distribución de las exportaciones petrolíferas. Por último, las redes de transporte regional (vías férreas y carreteras) podrían desarrollarse como medio para mejorar el comercio y el turismo.

Resultados económicos y perspectivas

La economía israelí parece bien situada para una expansión sostenida en 1995 y en los años siguientes, en un contexto de estabilidad regional. Tras un crecimiento de sólo un 3,1% en 1993, debido a un fuerte descenso en la construcción de viviendas de iniciativa pública, Israel podría crecer un 6,7% en 1994 [6,8%], siendo la razón principal el continuo aumento del consumo privado y un crecimiento moderado de las exportaciones. En 1995, la previsión de un 6% refleja un crecimiento sostenido de las exportaciones y de los gastos de infraestructura, que compensa una ligera desacelaración en el consumo y en la construcción de viviendas.

Consumo privado y demanda de los consumidores

El aumento de los gastos domésticos a lo largo de los últimos cuatro años se debió principalmente al flujo de inmigrantes llegados desde 1989 de la ex-Unión Soviética. Las consecuencias inmediatas de la llegada de 530.000 inmigrantes entre 1990 y 1993 fueron el aumento del paro y la escasez de viviendas. Sin embargo, los sectores público y privado israelíes se mostraron —como en el pasado— considerablemente eficaces para integrar a los inmigrantes en la fuerza laboral y en la sociedad. La tasa de paro entre los inmigrantes, que fue del 30% en 1991, cayó al 12,3% a lo largo del tercer trimestre de 1994. Aunque el subempleo sigue siendo un problema, en el transcurso del último año se ha acelerado el paso hacia empleos con mayores que requieren mayores niveles de cualificación y formación. Con una mayor integración en la economía, con perspectivas de ingresos más estables y prometedoras, no sería sorprendente que los inmigrantes hayan contribuido a sostener la economía en 1993. La aceleración de los gastos parece haberse mantenido a principios de 1994 a pesar de la bajada de las cotizaciones en la bolsa. A finales de 1994 el consumo privado debería alcanzar una tasa elevada, debido a la influencia del proceso de paz en los consumidores; podemos prever una subida del 9% en los gastos globales para este año, superior al 7,7% registrado en 1993, y menor al 7 u 8% previsto para 1995 y 1996, ya que la demanda de la generación del baby-boom que siguió a la guerra de 1967 comienza a notarse en la economía.

Comercio exterior

La actividad más importante ha sido —y presumiblemente seguirá siendo— la del sector de las exportaciones. Aunque la demanda en los principales países industriales ha sido baja, las exportaciones de Israel aumentaron un 10,4% en 1992 y un 12% en 1993 debido a una mayor estabilidad y al aumento de la rentabilidad, resultado de la nueva política de tipos de cambio iniciada en 1991. Manteniéndose a un nivel alto la penetración de nuevos mercados, las exportaciones israelíes aumentarán probablemente un 9,5% en 1994 (10,6%). El proceso de paz, así como la recuperación económica de Europa y la ampliación de mercados en Asia y Europa oriental, deberían seguir manteniendo el sector comercial israelí. Para 1995 y 1996 puede esperarse un incremento del 11 al 12%.

A pesar de los datos positivos relativos a las exportaciones, la balanza comercial del país se ha deteriorado por las gravosas importaciones de 1994. Contrariamente a la situación de los años 80 y de principios de los 90, el origen del déficit en productos comerciales en 1994 reside en un crecimiento muy importante de la importación de bienes de equipo de uso público y privado. Sin embargo, los bienes de la inversión privada deberían relanzar la capacidad de producción, y los gastos del estado tienen como finalidad ampliar las infraestructuras. Estos, que deberían mejorar la productividad israelí a largo plazo, no han creado problemas en el mercado de cambios y se han financiado en los mercados internacionales y con aportaciones de capitales privados extranjeros. Estas tendencias deberían mantenerse en 1995 y 1996, y puede esperarse que la balanza comercial se equilibre con el aumento de las exportaciones.

Inversiones

En 1994, las inversiones totales aumentarán probablemente un 11% [12,4%], debido principalmente al crecimiento de la mecanización y del equipamiento, y a la recuperación de la construcción de viviendas. Los gastos en construcción cayeron bruscamente un 27% en 1993 [y un 1,4% en 1994] cuando el gobierno redujo su programa de construcción de viviendas públicas. En los próximos años es previsible un crecimiento de las inversiones no inmobiliarias por la puesta en marcha del acuerdo de paz y por la probable revisión al alza de las ventas.

Consumo público

En los próximos años, probablemente, los gastos del estado se mantendrán bajo un estrecho control, y el aumento de los gastos en infraestructura estará en función del crecimiento económico. La voluntad del gobierno de reducir el déficit quedó de manifiesto con la aprobación de la ley sobre la reducción del déficit presupuestario y por el deseo de ajustarse a uno de los criterios de Maastricht: mantener la deuda pública por debajo del 60% del PIB. Unos gastos menores de los previstos y el aumento de la recaudación fiscal han contribuido a reducir el déficit en 1994. Las posibilidades ofrecidas por el aumento de la recaudación fiscal deberían permitir una expansión de las inversiones en infraestructura pública en 1995 sin sobrepasar el déficit público previsto. Recordemos que el objetivo de crecimiento para 1996 es de aproximadamente un 4 o un 5%.

Mercado de trabajo

Tras el aumento de la inmigración en 1990, el paro ha constituido un problema persistente para la economía israelí. Sin embargo, la tasa de desempleo parece tener tendencia a la baja tras haber alcanzado un pico del 11,2% en 1992; cayó al 10% en 1993 y sigue disminuyendo hasta una tasa estimada del 7,7% [7,8%] hacia finales de este año. Recientemente, el rápido crecimiento del PIB y el descenso de la inmigración hasta 70.000 personales anuales [79.800 en 1994], ha suscitado preocupación ante un posible déficit de mano de obra en los próximos años; esto sería sin contar con la generación del "baby-boom" que siguió a la guerra de los Seis días (1967).

El fuerte aumento de la oferta de trabajo de los primeros años de la década de los 90 ha contribuido a calmar las reivindicaciones salariales, y ha generado presiones en favor de una mayor flexibilidad del mercado de trabajo. En consecuencia, los salarios han disminuido en términos reales un 3,6% entre 1990 y 1993. La reducción de los salarios, garantizada por negociaciones colectivas, ha aumentado también la flexibilidad del mercado laboral. Normalmente, sólo el 30% de las negociaciones salariales son acordadas mediante por convenios colectivos, porcentaje muy inferior al del pasado. Sin embargo, los empleados del sector público han recibido recientemente una subida salarial del 20%. Aunque ésta incluía una compensación por la falta de subida en 1993 y estaba repartida en cuatro años, los médicos y las enfermeras recibieron toda la subida en un año. Esto ha provocado el temor de que si el mercado de trabajo se retrae la subida de salarios del sector público sea reasumida por las reivindicaciones del sector privado. Para evitarlo, el gobierno concede ventajas fiscales a las empresas cuyo personal acepte subidas salariales limitadas de un 2 o 2,5%. Por otra parte, hay que contar con que el gobierno haga avanzar la reestructuración del sector de la defensa y la reforma de los sindicatos, dos medidas que deben contribuir a moderar las reivindicaciones. Dado el previsible crecimiento económico, el peligro podría estar en que estos cambios no fueran lo suficientemente rápidos como para contrarrestar las crecientes presiones sobre el mercado de trabajo.

Previsión de inflación

Las presiones sobre las inflación se mantienen igualmente fuertes en el sector de la construcción. Los precios de la construcción aumentaron en un 30% en 1994, tras una subida del 24% en 1993. También los precios de las frutas y verduras han tenido un crecimiento rápido, un 19,8% desde el principio del año. La tasa de inflación prevista para 1994 es de un 14% [14,5%], en comparación con el 11,2% de 1993. En 1995 la inflación se situará probablemente entre el 8 y el 11% [5,1% en enero-junio de 1995]. Para tratar de contener los precios de la vivienda el gobierno vende tierras, reforma las leyes urbanísticas y estimula la utilización intensiva de la tierra. En cuanto a la agricultura, han aumentado las importaciones agroalimentarias para compensar las carencias del país, aparentemente estacionales.

En el frente de la política monetaria, el Banco de Israel ha reaccionado ante la amenaza inflacionista subiendo (en ocho ocasiones desde noviembre de 1993) los principales tipos de interés. Los tipos de interés se sitúan en el 15,5% [14% en marzo de 1995]. Aunque la mayoría de los israelíes creen que la tasa de inflación y los tipos de interés están en su máximo, la presiones provocadas por la demanda sobre los mercados de trabajo y de bienes a corto plazo, así como el retraso en el proceso de reforma, permiten pensar que se mantendrán en los mismos niveles durante algún tiempo. Los efectos secundarios de los dividendos de la paz (aumento de las exportaciones, gastos en infraestructuras y mayor presión de las importaciones de bienes de equipo) permiten suponer que la inflación y los tipos de interés podrían sufrir una nueva subida o que los gastos del estado deberían reducirse en 1995 con el fin de mantener el crecimiento del PIB próximo a su ritmo no inflacionista, estimado en un 4-5%.

Competir en la economía internacional

Uno de los objetivos prioritarios del gobierno parece ser el de reducir la participación del estado promoviendo la privatización de empresas públicas. La política comercial sigue su marcha hacia la liberalización. Se levantan o abandonan las barreras arancelarias. Asimismo, la reforma del sector bancario parece despuntar en el horizonte. El objetivo del gobierno es estimular a las empresas israelíes para competir en la escena internacional. Si se realizan todas las reformas deseadas, éstas deberían ayudar a dominar las presiones inflacionistas durante los próximos años.

Asimismo, la desregulación parece ser una de las prioridades de los reformadores tanto de dentro como de fuera del gobierno. La reforma ya mencionada (utilización de tierras, liberalización del mercado de trabajo y desregulación del mercado de capitales) está en vías de realización.

El director del banco central mantiene con firmeza la política de tipos de interés dado que la demanda sigue siendo alta, la producción industrial sigue creciendo y el paro continúa disminuyendo.

En lo que se refiere al tipo de cambio, anteriormente bajo estricto control, se calcula en la actualidad a partir de una cesta de divisas según la siguiente ponderación: 56,3% de dólares; 22,6% de marcos; 9,3 de libras esterlinas; 6,4% de yenes y 5,4% de francos franceses.

En tanto que el plan monetario parece funcionar bien, el reciente aumento de la inflación ha tenido como resultado una revalorización del shekel en este año. Esto trajo consigo las protestas de los exportadores, afectados por la pérdida de competitividad, si bien el Banco de Israel se resistió a las presiones favorables a una devaluación, pensando que el deterioro en la balanza de pagos se debe a las presiones de la demanda más que a los efectos de los precios relativos.

Este enfoque riguroso de la inflación, la reducción del déficit público y el tipo de cambio, sumados a la estabilidad económica que debería resultar del proceso de paz, permiten pensar que la apreciación del crédito de Israel aumentará a corto plazo. La última mejora, de septiembre de 1993, supuso el paso de BBB a BBB+ (Country Official Rating). Parece posible una nueva mejora por lo menos hasta A, teniendo en cuenta la deuda de Israel con respecto al PIB y el déficit público (2,75% del PIB) previsto para 1995.

* por James S. Fralick, noviembre de 1994. Entre corchetes se añaden los datos oficiales definitivos de 1994.

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