España-israel:
500 años de ausencia,
10 años de cooperación
y un futuro lleno de
oportunidades y negocios



Inma Moscardó
La Gaceta de los Negocios

Hace tres años, en mi segunda visita a Israel, con el proceso de paz ya en marcha, alguien recurrió a un antiguo proverbio hebreo para explicarme el cambio de mentalidad sufrido por árabes e israelíes: "Es bueno morir por un ideal, pero hay que morir despacio, porque los ideales cambian y puedes morir por un ideal equivocado". La antigua sentencia señalaba el camino hacia el entendimiento.

Condenados a vivir juntos, árabes e israelíes apenas iniciaban el proceso de construcción de un nuevo modelo de desarrollo económico y político. Un camino, tortuoso y largo sí, pero que ofrece un mundo de nuevas oportunidades de negocio. Estas no han pasado desapercibidas ni para los empresarios españoles ni para los israelíes.

Ambos han tenido que hacer también su particular travesía del desierto antes de encontrarse. Tuvieron que pasar 496 años antes de que España e Israel se reencontraran. Ese fue exactamente el tiempo transcurrido entre la expulsión de los judíos de España, en 1492, y el emotivo intercambio de embajadores decidido el 17 de enero de 1986.

La normalización de las relaciones económicas corrió paralela al restablecimiento de relaciones políticas. La ausencia de estas provocó un retraso forzoso en los vínculos económicos y comerciales entre España e Israel, argumento no por más manido menos verdadero. En un intento de recuperar el tiempo perdido, en los últimos años las relaciones bilaterales han registrado un vertiginoso crecimiento y, lo que no es menos importante, una enorme diversificación.

El recelo y la rivalidad marcó los primeros años de la cooperación bilateral, pero diez años después de la apertura de embajadas en Madrid y Tel Aviv, se puede afirmar que los empresarios de uno y otro lado han dejado de mirarse como antiguos competidores para empezar a trabajar como socios y, en muchos casos, compartiendo una relación de complementariedad.

Esta suerte de asociación, aún incipiente, y en la que los hombres de negocios de Israel han marcado la pauta, empieza a tener respuesta, escasa aún también, pero irreversible, de los empresarios españoles, que miran a Israel como el pequeño coloso de Oriente Medio.

No en balde las cifras hablan por sí solas y así en apenas cuatro años, entre 1990 y 1994, los intercambios comerciales bilaterales se han incrementado en casi un 100%. El comercio bilateral, que apenas rozaba los 359 millones de dólares (46.300 millones de pesetas) en 1992, alcanzó la cifra de 738 millones (95.200 millones de pesetas) dos años después, y se acercó a los 1.000 millones el año pasado. El objetivo es que los intercambios alcancen los 130.000 millones de pesetas este año, cifra que a buen seguro deberá ser irrisoria en sólo unos pocos años.

Basta con mirar el comercio bilateral entre Israel y Bélgica, que supera los 258.000 millones de pesetas, para percatarse del ridículo volumen de los intercambios España-Israel y también del inmenso potencial aún por conquistar.

España, ni siquiera se encuentra entre los 10 primeros clientes de Israel: sigue ocupando un discreto décimosegundo lugar y absorbe sólo el 1,3% de sus exportaciones frente al 36,9% que tiene como destino Europa occidental y el 31%, Estados Unidos.

Pero también hay datos positivos. Acaso para rubricar el creciente interés que la economía israelí ha suscitado entre la comunidad empresarial española, es de destacar que la balanza, que hasta 1992 favorecía a Israel, en los últimos años, se ha inclinado del lado español.

A pesar del camino recorrido, el volumen de intercambios sigue siendo pequeño. En 1994, España exportó a Israel productos por valor de 61.425 millones de pesetas, mientras que las importaciones alcanzaron los 34.872 millones, lo que supone el 0,3% del total de las importaciones españolas y el 0,6% de las exportaciones.

España importa de Israel principalmente productos químicos, productos agrícolas y alimenticios, maquinaria e instrumental, productos plásticos y para riego, textiles y confección, equipos médicos y de telecomunicaciones, y productos informáticos. Las principales exportaciones a Israel son vehículos, productos agrícolas y alimenticios, textiles y confección, metales, productos minerales y calzado.

Dos acontecimientos políticos también, la Conferencia de Paz para Oriente Medio, celebrada en Madrid en octubre de 1991, que abrió el camino del entendimiento entre israelíes y árabes y que hasta ahora, ha desembocado en los acuerdos de Israel con la OLP y Jordania, y la visita de los Reyes a Jerusalén, a finales de 1993, marcaron un punto sin retorno en el salto cualitativo y cuantitativo de los contactos económicos entre los dos países.

Entonces, la trascendental primera visita de los monarcas españoles a Israel, estuvo respaldada por un numeroso séquito empresarial, encabezado por el presidente de la patronal española CEOE, José María Cuevas, y el presiente del Consejo de Cámaras de Comercio, Guillermo de la Dehesa.

Desde entonces, los contactos y visitas empresariales no han dejado de multiplicarse en ambos sentidos. La penúltima muestra del redescubrimiento de Israel por parte de los hombres de negocio españoles fue el seminario de cooperación empresarial hispano-israelí celebrado en Madrid en febrero pasado con motivo de los actos conmemorativos del décimo aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas.

La nutridísima participación, con más de 100 compañías españolas en el evento y más de 20 israelíes desplazadas a la capital española, contó con dos invitados de lujo, los máximos responsables de Industria de ambos países, los ministros Juan Manuel Eguiagaray y Mija Harish. En una sola jornada se produjeron más de 150 encuentros bilaterales.

En aquella ocasión, tanto Eguiagaray como Harish destacaron las privilegiadas relaciones de Israel con la Unión Europea (UE), a menudo criticadas por los empresarios españoles que veían como competidores a la moderna y sofisticada agricultura israelí. Recelos que quedaron prácticamente saldados en el papel jugado por la Presidencia española de la UE para la firma del acuerdo de asociación entre Israel y los Quince el año pasado.

Para los empresarios españoles "las mandarinas" ocultaban, como suele ocurrir cuando los árboles no dejan ver el bosque, las inmensas oportunidades de negocio que ofrece Israel, el único país del mundo que a su ventajosos vínculos con la UE une una singular relación económica con Estados Unidos, Canadá y los países de la EFTA a través de acuerdos de libre comercio.

Las expectativas generadas por el proceso de paz en Oriente Medio ha suscitado enorme interés, prueba de ello es la elevada concurrencia en las dos conferencias económicas consecutivas, en Casablanca y Ammán —y una tercera en potencia que auspiciará Egipto este año—. Ahora muchas empresas tienen a Israel en el objetivo de sus operaciones de negocio. Turismo e infraestructuras son sólo dos de los sectores donde la experiencia española tiene mucho que decir, con un factor a favor además nada desdeñable: el tradicional buen entendimiento con los países árabes.

Esta vez, los empresarios españoles no quieren quedarse descolgados del nuevo sistema de cooperación que está llamado a regir las relaciones en Oriente Medio.

En ese nuevo modelo, Israel está llamado a ser el motor de desarrollo regional. Por más que intente huir de ese papel para no resucitar viejas heridas aún no cicatrizadas, Israel goza de la economía más saneada de Oriente Medio con una renta per cápita de 13.500 dólares (1,74 millones de pesetas), similar a la española, superior incluso a la de algunos países de la UE, y muy por encima de la de sus vecinos Egipto y Jordania, entre 1.500 y 2.000 dólares. Con un PNB de 85.000 dólares (10,4 billones de pesetas), supera en más del 50% la suma conjunta de los de Egipto, Jordania y Siria.

Israel, sabedor que su situación geoeconómica le convierte en un foco de atracción, también se prepara para ese nuevo modelo de desarrollo regional. La liberalización de su economía y la ampliación de su plan de privatizaciones ha ido acompañada de medidas para incentivar las inversiones extranjeras, se han creado zonas preferentes a la inversión que cuentan con exenciones de hasta el 34% y otras que eximen el pago de tasas durante períodos concretos.

Además de una atractiva fiscalidad, ofrece amplias ayudas estatales para la financiación de proyectos. Sin embargo, no existe un incentivo más atractivo para la inversión que la estabilidad. E Israel une a su estabilidad política, interrumpida sólo por los sangrientos golpes del terrorismo, la estabilidad económica.

A pesar de que la llegada de los inmigrantes judíos rusos ("aliyá") ha disparado la tasa de paro (10%), así como las necesidades de vivienda y empleo y ha desacelerado el ritmo de crecimiento económico, la expansión del PIB será este año en torno al 5%, mayor que la prevista para cualquiera de los países de la UE y para la mayoría de las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que reúne a las 25 economías más ricas del mundo.

La presencia empresarial israelí en España ha sido tradicionalmente más activa pero también escasamente conocida. Esta se traduce en 55 plantas de desalinización de aguas en Canarias y una empresa mixta para fabricar equipos de mantenimiento. Andalucía, Murcia y Levante, principales víctimas de la España seca, también han conocido los beneficios de la avanzada tecnología israelí. El 40% de las áreas cultivadas de Murcia se riegan con sistemas israelíes de goteo.

Canarias y Almería se han beneficiado también de la moderna tecnología israelí aplicada a la agricultura. Para muchos expertos España será el mayor mercado europeo para las desalinizadoras,donde Israel es toda una potencia al igual que en las técnicas de depuración y reciclado de aguas.

Menos conocida pero igualmente "explotable" es la sabiduría israelí aplicada a la informática, robótica o electrónica. España e Israel comparten un futuro común. Y el futuro ya ha llegado, sólo hay que dejarse arrastrar por él.

Intercambio comercial Israel-España (miles de dólares)

Ministerio de Industria y Comercio de Israel
Exportaciones Importaciones
Total Variación (%) Total Variación (%)
1986 55.268 - - -
1987 99.147 78,2 125.897 -
1988 123.239 24,2 125.389 -0,4
1989 155.096 24,3 141.408 12,8
1990 170.297 9,8 154.098 9,0
1991 196.295 15,2 172.414 11,8
1992 242.235 22,6 203.894 18,2
1993 197.882 -18,4 208.496 2,2
1994 233.714 17,6 398.241 91,0
1995 310.443 31,6 530.353 34,1


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