Visiones de Israel

Día de la Independencia
4 de mayo de 1995

Indice

Presentación

Shlomo Avineri: Una visión general sobre la paz en oriente próximo

Irving Asher: Israel: Convirtiendo la ciencia de hoy en la salud de mañana

Calev Ben David: Primeros frutos

Daniela Ashkenazi: Cinco años de inmigración masiva

Naftali Greenwood: Fin del "callejón sin salida" para Israel al avanzar la paz de oriente próximo



Presentación

Cuando Israel celebra el 47º aniversario de su independencia, podría decirse que en este último año nos hemos acercado, más que nunca en nuestra corta historia, a una paz plena y global.

Al mismo tiempo, Israel se está convirtiendo en un estado cada día más "normal", con problemas e inquietudes normales. Hoy, el pueblo de Israel no sólo está interesado en el proceso de paz y en cuestiones de defensa, sino también en los problemas cotidianos, en los desafíos del día a día, en los que hasta hace poco era un lujo inimaginable pensar.

A veces parece que toda nuestra existencia gira en torno al proceso de paz. Aunque innegablemente juega un papel central e histórico en la vida israelí, también hay otras cosas. En los últimos tres años Israel ha absorbido satisfactoriamente a cerca de 600.000 inmigrantes judíos procedentes de todo el mundo, incrementando nuestra población en más de un diez por ciento.

En el campo económico, Israel ha tenido en los seis últimos años un crecimiento sostenido de alrededor del 6% anual. Los logros israelíes en ciencia y tecnología siguen en la vanguardia mundial.

Asimismo, la sociedad israelí está en permanente cambio, adoptando y adaptándose a un mundo y a una región cambiante. En la actualidad, en parte debido al proceso de paz, la sociedad israelí es más abierta, menos introvertida, más plural; un modelo para una democracia moderna.

Con motivo del 47 aniversario de Israel, hemos reunido cinco artículos que se ocupan de distintos aspectos de la realidad israelí de 1995: las negociaciones de paz, la inmigración, avances biomédicos, y de los frutos culturales y económicos del proceso de paz. Al final se incluyen algunos datos estadísticos actualizados sobre la población y la economía de Israel.

Los esfuerzos del Israel en favor de la paz han sido internacionalmente reconocidos, como lo demuestran la concesión del premio Nobel de la Paz al Primer Ministro, Yitzhak Rabin, y al Ministro de Asuntos Exteriores, Shimon Peres, y del Príncipe de Asturias al Primer Ministro y otros reconocimientos y galardones. Próximo a conmemorar el 47 aniversario de su independencia, Israel se encamina hacia una paz plena y definitiva con todos sus vecinos, con el deseo de alcanzar un verdadero nuevo orden en oriente próximo y de compartir los frutos de la paz y la coexistencia.



Una visión general sobre la paz
en oriente próximo

Shlomo Avineri

Existe una relación integral entre los cambios que ocurrieron en la Europa oriental, que condujeron a la disolución de la Unión Soviética, al fin de la guerra fría y los acontecimientos en el Próximo oriente que allanaron el camino al acuerdo de Oslo entre Israel y la OLP y el acuerdo de paz entre Israel y Jordania. La "desglobalización" del conflicto árabe-israelí como consecuencia de la pérdida de la asistencia soviética al bando árabe radical, hizo posibles las actuales negociaciones de paz.

En sus orígenes, el conflicto de oriente próximo fue una disputa entre dos movimientos nacionales —el sionismo por un lado y el nacionalismo árabe por otro— por un pedazo de tierra llamado Tierra de Israel por los judíos y Falastín (Palestina) por los árabes. Durante la década de los 50, sin embargo, el conflicto regional asumió una dimensión global con la alianza entre el bloque soviético y el nacionalismo árabe radical.

La alianza entre Nasser y la Unión Soviética no estaba dirigida exclusivamente contra Israel, sino que se basó en el interés común de soviéticos y árabes para detener el avance de la influencia occidental en la región.

El suministro de armas soviéticas a Egipto, Siria e Irak (y más tarde también a Libia) —junto con la liberalidad de los créditos que hicieron posibles estas transacciones— permitieron a éstos expandir y modernizar sus fuerzas armadas, ayudando a mantener en el poder a sus élites militares. También redujeron en gran medida las opciones militares del estado judío en caso de una guerra regional. En primer lugar, significaba que Israel tendría que tomar en consideración una posible respuesta soviética en el caso de un enfrentamiento militar y, en segundo lugar, significaba que incluso si Israel derrotaba a los árabes, el apoyo diplomático soviético y el reabastecimiento de armas por éste volverían a ponerlos en pie.

La decisión soviética de romper relaciones diplomáticas con Israel en 1967, compartida por todos los países del Pacto de Varsovia (excepto Rumanía), marcó el comienzo de una ofensiva diplomática que puso a Israel durante muchos años en inferioridad de condiciones en el campo internacional.

La intensificación de la alianza árabe-soviética condujo a un incremento cada vez mayor de las interrelaciones de Estados Unidos con Israel y la ayuda militar norteamericana se convirtió en un factor dominante en el quehacer de ambos países.

Aunque Estados Unidos nunca desatendió sus otros intereses ni a sus aliados en oriente próximo, especialmente en el Golfo pérsico, las relaciones entre Israel y Estados Unidos se expandieron en las últimas dos décadas, a un punto tal que Israel llegó a ser considerado como posición estratégica norteamericana, una clara respuesta al apoyo soviético a la causa árabe.

Naturalmente, los esfuerzos de paz en oriente próximo se vieron obstaculizados por estos aspectos de la guerra fría y el proceso de paz en sí se convirtió en un juego en el vacío en el marco de la rivalidad entre las dos superpotencias. Mientras duró la guerra fría, era extremadamente difícil que tuviera lugar un significativo proceso de paz o incluso mantenerlo en marcha.

Los cambios en el bloque soviético como consecuencia de la ascensión de Mijail Gorbachov transformaron gradual y drásticamente la estructura bipolar del conflicto de oriente próximo. En primer lugar, algunos de los aliados de la Unión Soviética en Europa oriental comenzaron, de forma paulatina y vacilante, a buscar la reanudación de los contactos con Israel a mediados y finales de la década de los ochenta. Más tarde, de forma gradual, a medida que iban cayendo los regímenes comunistas, los gobiernos post-comunistas que emergieron en el área reanudaron lasa relaciones diplomáticas con Israel. La Unión Soviética misma lo hizo —con mayor lentitud— y restableció sus relaciones diplomáticas plenas con Israel en el otoño de 1991, justo antes de su disolución. La Federación Rusa continúa con estos vínculos. La política rusa respecto al conflicto árabe-israelí pasó de un ilimitado apoyo a las posiciones árabes radicales a una posición mucho más equilibrada.

Al asumir el conflicto de oriente próximo en sus verdaderas proporciones regionales, el proceso de paz se ha vuelto más tratable. El camino a Madrid, los acuerdos con los palestinos y el tratado de paz jordano-israelí fueron posibles gracias al surgimiento, por primera vez desde 1956, de una agenda común a Estados Unidos y a Rusia.

El colapso de la Unión Soviética y el comienzo de las relaciones francas y amistosas entre Israel y prácticamente todos los países del Pacto de Varsovia y las repúblicas de la ex-Unión Soviética han fortalecido tanto la sensación subjetiva como la realidad objetiva de la seguridad de Israel, así como de las posibilidades de paz en la región.



Israel: Convirtiendo la ciencia de hoy
en la salud de mañana

Irving Asher

De reducido tamaño, pero rico en recursos humanos, Israel tiene una gran influencia en la calidad de la vida moderna. Gracias a décadas de inversiones en la educación —que actualmente alcanzan el 7,7% del PNB— Israel cuenta con una base científica típica de países industrializados mucho más grandes. Por ejemplo, Israel cuenta con 4,6 graduados con títulos avanzados (maestría, doctorado) en ciencias naturales por cada 10.000 trabajadores, frente a los 2,6 de Estados Unidos y el 0,5 de Japón. La nación sabe que su futuro se encuentra en las ciencias, y esto incluye las ciencias biomédicas.

La biotecnología moderna hace uso de las recientes innovaciones para la producción masiva y la manipulación de materiales genéticos y agentes inmunológicos a fin de suplir las necesidades humanas para una mejor salud, alimentación y energía. Con su muy innovadora comunidad científica dedicada al desarrollo y con una fuerza laboral técnica de alta calidad y de relativamente bajo costo, Israel está en la vanguardia de este excitante campo. Dado su pequeño tamaño, los 365 millones de dólares de ventas en el campo biotecnológico se comparan favorablemente con los 3.500 millones de Estados Unidos en 1992. Los descubrimientos israelíes aparecen en muchas revistas científicas internacionales —el número de publicaciones científicas per cápita de Israel es el más alto del mundo— y sus aplicaciones pueden encontrarse cada vez más en hospitales, clínicas y farmacias del mundo entero.

Las firmas israelíes de biotecnología llevan sus innovadores equipos de diagnóstico médico del laboratorio al mercado en un tiempo récord, con costos de desarrollo relativamente bajos. El primer gran éxito fue una prueba monoclonal de anticuerpos (inmunológica) para la clamidia, una infección venérea que afecta a millones de personas actualmente. Las pruebas israelíes para hepatitis A y B, citomegalovirus, toxoplasmosis y rubeola también se utilizan en todo el mundo. Una prueba israelí para el virus del sida da resultados de alta fiabilidad en sólo dos minutos, sin necesidad de emplear equipos médicos especiales. Otros son útiles para la detección temprana del cáncer y el mal de Alzheimer. También se está desarrollando un test para conocer los niveles de glucosa en diabéticos que se hace dos veces por semana, en lugar de las 3 a 7 veces de los test habituales.

Una vez diagnosticada una enfermedad, ésta debe ser curada, por supuesto. Las comunidades universitarias, farmacéuticas y médicas de Israel producen constantemente descubrimientos y productos innovadores, entre ellos una nueva familia de medicamentos con un componente de hierro que pueden tratar incluso los casos de malaria más resistentes a las medicinas convencionales, un péptido de crecimiento osteogénico (OGP), que incrementa la formación de tejidos óseos (importante para tratar osteoporosis), y una nueva medicina, el copolímero-1 (COP-1), que detiene con éxito el avance de la esclerosis múltiple, especialmente en su forma exacerbada/remitente. También han sido fabricados nuevos anticoagulantes que pueden ayudar a prevenir condiciones de coagulación peligrosas, como las trombosis, y medicinas "decog" que han demostrado su efectividad en un 90% de los casos de diabetes juvenil en ratones.

Israel es también líder mundial en la manipulación de los mecanismos y compuestos del sistema de defensa natural del cuerpo, el sistema inmunológico, para mejorar la salud humana. Israel fue el primer país en producir cantidades comerciales de beta-interferón humano, usando la tecnología del ADN recombinante. El más versátil de los descubrimientos recientes en Israel es la "xenografía", un nuevo procedimiento que destruye la médula ósea de ratones inmunodeficientes para producir una "página en blanco" inmunológica. Los científicos insertan luego algunas partes funcionales del sistema inmunológico humano para crear ratones "humanos" en pruebas clínicas preliminares de varios medicamentos y vacunas.

Con sus avances en electrónica, programas informáticos y sectores médicos, Israel es líder mundial en la ingeniería e instrumentación biomédica. La creación de instrumental para usos médicos, avanzados sistemas de ultrasonido y tomógrafos de medicina nuclear, son sólo algunos de los avances en este campo. También se han creado medidores de presión sanguínea sin "manga", monitores portátiles e informatizados de ondas cerebrales y aparatos para activarse eléctricamente los músculos del brazo de tetrapléjicos, permitiéndoles agarrar cosas y hacer ejercicio.

En los laboratorios biomédicos de Israel, el ingenio, la iniciativa y la innovación son un estilo de vida, y personas de todo el mundo se benefician de él.



Primeros frutos

Calev Ben David

Uno de los primeros acontecimientos culturales fruto del actual proceso de paz fue la producción conjunta israelo-palestina de Romeo y Julieta, estrenada en Jerusalén el verano pasado. Cuando disfrutaba de la obra, en la noche del estreno, me di cuenta de cuán acertadas habían estado las compañías de teatro Khan y Al-Casba en su selección para esta colaboración bicultural sin precedentes. "De un antiguo rencor nace un nuevo pleito / en que la sangre civil deja las manos civiles manchadas", se dice en el famoso prólogo de la obra. Qué bien entendió Shakespeare el interminable ciclo de violencia en el que pueden caer incluso las sociedades más íntimamente entrelazadas.

Romeo y Julieta es más conocida como una historia de amor clásica, pero bien puede ser descrita más correctamente como una tragedia marcada por la violencia. Los actores palestinos e israelíes que representan a los dos clanes en disputa, montescos y capuletos, hacen justicia a este aspecto de la obra: las escenas de sus luchas mortales son estremecedoras y realistas, y uno casi puede verlas sin ponerse a pensar en el derramamiento de sangre que ha caracterizado las relaciones árabe-judías en el último siglo. Sin embargo, al concluir la obra, cuando el príncipe de Verona dice: "Una paz floreciente trae consigo esta mañana / el sol, doliente, no mostrará su faz", me conmovió pensar en lo que parecen ser los primeros rayos de una paz genuina que aparece en el horizonte.

Con toda seguridad, es una paz que —tal como ocurrió entre los montescos y los capuletos— está siendo conseguida con un terrible sacrificio de vidas por ambos bandos. Pero hay mucho más en el proceso de paz que las interminables disputas y negociaciones y los ataques terroristas que lo caracterizaron el año pasado.

Entre los primeros frutos culturales del proceso de paz se pueden enumerar la presentación del artista Abdelattif Zine, el primer marroquí que se presenta en el Festival Israel; la proyección por vez primera de películas argelinas y tunecinas en el Festival de Cine de Jerusalén; y "Ciclos", una colaboración teatral inusitada entre actrices palestinas e israelíes. Hay pintores jordanos que están ansiosos por exhibir sus obras en Israel y músicos israelíes que tienen esperanzas de presentarse en todo el próximo oriente.

Esas nos son el tipo de noticias que aparecen en los titulares de los periódicos ni reciben mucha atención en los medios de comunicación. Lo cierto es que, incluso en el mundo del arte, se trata sólo de los primeros contactos entre los medios artísticos de Israel y los de sus vecinos árabes. Los acontecimientos culturales avanzan a un ritmo mucha más lento que los políticos y los económicos, que pueden ponerse en práctica con la firma de un tratado o de un contrato. un diálogo fructífero entre diferentes culturas, incluso en este mundo de veloces comunicaciones electrónicas, es un proceso que toma tiempo para que se produzca y se consolide.

Mas debido a que los beneficiosos contactos culturales entre judíos y árabes han sido relativamente ignorados en los medios de comunicación, vale la pena señalar lo que podrían generar. Para Israel, por mucho tiempo separado del mundo árabe por el temor y la desconfianza, sería una verdadera oportunidad para interactuar con la rica herencia artística del oriente próximo. La misma búsqueda de Israel por una identidad cultural propia ante la cambiante faz del ethos sionista y contra la creciente influencia norteamericana por medio de la televisión por cable, Israel podría definir para sí una identidad como puente cultural entre oriente y occidente.

Hasta cierto punto Israel ya está desempeñando esta función, a través del trabajo de artistas locales de ascendencia judía medio-oriental. Cantantes como Ofra Haza, grupos de danza como la compañía Inbal, escritores como A. B. Yehoshua y Sami Mijael, y directores de cine como Moshe Mizrahi han logrado fama internacional usando como fuente su herencia cultural para crear obras que constituyan un punto de encuentro entre oriente y occidente. Los logros de éstos y otros artistas israelíes podrían ser mucho mayores si sus audiencias aumentaran e incluyeran a los países y comunidades árabes cuyas tradiciones y experiencias influyeron e inspiraron sus obras.

Por supuesto, incluso esta visión podría parecer irremediablemente utópica frente a las dificultades cotidianas en el proceso de paz. Podemos tratar de buscarla en las posibilidades del futuro, más allá del bullicio de los titulares. Pero, volviendo a Romeo y Julieta brevemente, en un momento el príncipe de Verona aconseja a los bandos enemigos que se contengan y dejen que "el infortunio sea esclavo de la paciencia". Si nosotros y nuestras contrapartes en el proceso de paz pudiésemos atender de verdad a los buenos consejos de Shakespeare, tal vez podríamos hacer de lo que fue una tragedia la historia triunfal de una reconciliación.



Cinco años de inmigración masiva

Daniela Ashkenazi

Casi 750.000 judíos inmigraron a Israel durante los últimos cinco años, un acontecimiento sin precedentes para un país con casi cinco millones y medio de residentes, equivalente a la absorción de 30 millones de inmigrantes en Estados Unidos.

En el punto álgido de la inmigración, en 1990-1991, llegaron 375.000 personas, seguidas de números más "manejables" de casi 75.000 inmigrantes por año, que continúa hasta hoy en día. Casi un 90% de los recién llegados procedían de la ex-Unión Soviética; otros 20.000 eran judíos etíopes, de los que 14.000 llegaron literalmente en un solo día en la "Operación Salomón" de mayo de 1991.

Tal oleada de inmigrantes en un período de tiempo tan breve habría sido suficiente para dejar sin respiración a cualquier sociedad "normal". En Israel, la ola de inmigración agravó la escasez de vivienda, aumentó la tasa de desempleo y puso a prueba los servicios sociales. Sin embargo, el país demostró tener una extraordinaria resistencia para la absorción de nuevos inmigrantes, quienes a su vez demostraron un fuerte deseo de integrarse en la sociedad israelí.

Aunque todos los inmigrantes se enfrentan a un período de adaptación, en el que aprenden un nuevo idioma, encuentran viviendas y empleos apropiados, y pasan a formar parte de una nueva sociedad, no puede haber dos comunidades más dispares que la judería rusa y los judíos etíopes. los problemas que deben superar y la manera en la que afrontan la sociedad israelí son muy diferentes.

La mayor parte de los llegados de Europa oriental optó por la "corriente central" israelí, abriéndose camino en la sociedad del país; pero para los inmigrantes etíopes la transición ha sido muy lenta y difícil. La mayoría de los etíopes, originarios de poblados agrícolas en Gondar, tuvieron que enfrentarse de una sola vez con una sociedad occidental desconocida para ellos, una economía basada en una alta tecnología y un nuevo idioma. Los inmigrantes rusos en general son laicos; los etíopes traen consigo una fuerte cultura religiosa. La población de Europa oriental tiende a ser de mayor edad y con familias más pequeñas que la población general; la población etíope se caracteriza por las familias numerosas. Casi un 80% de los inmigrantes de la ex-Unión Soviética, procedentes de áreas urbanas, han gravitado hacia las principales ciudades en el centro del país; los etíopes, procedentes de sociedades rurales tradicionales con fuertes lazos familiares, se establecieron en grupos, principalmente en vecindarios de bajos ingresos y en alejados poblados de desarrollo, donde se pueden encontrar viviendas públicas con alquileres bajos.

Las diferencias de absorción de ambas comunidades se manifiestan particularmente en el lugar de trabajo. Aunque ambos, como los recién llegados de todo el mundo, comienzan con labores que no requieren habilidades de lenguaje —como líneas de producción en fábricas, granjas y servicios básicos— a largo plazo esta similitud desaparece.

Un sesenta por ciento de los inmigrantes rusos que trabajan son académicos, científicos y profesionales. Dos años después de llegar, casi una tercera parte de ellos encontró trabajo en su propio campo, mientras que otros hicieron cursos de reciclaje y encontraron trabajo en campos relacionados o en nuevas ocupaciones.

La principal dificultad a la que se enfrentan los inmigrantes etíopes no es encontrar empleo, sino salarios apropiados. Muchos de ellos eran simples granjeros en Etiopía y hoy en día trabajan por salarios mínimos en la agricultura y la industria. La educación, especialmente para la gente joven, es vital para el éxito de la absorción de la comunidad etíope. Una de las claves de la integración es aprender oficios que les permitan competir en el mercado laboral.

La crisis de vivienda producida por la inmigración masiva ha afectado a ambos grupos. Los alquileres subieron cuando las viviendas empezaron a escasear. Se importaron 20.000 casas prefabricadas para aliviar le escasez de viviendas. La mayoría de los inmigrantes de la ex-Unión Soviética comenzaron alquilando apartamentos en el mercado de viviendas con ayudas del gobierno. En 1994, la mayoría de las familias de la ex-Unión Soviética habían hecho uso de hipotecas del gobierno para comprar sus propios apartamentos. Inicialmente, los inmigrantes etíopes fueron acomodados en centros de absorción y campos de caravanas. En la actualidad empiezan a mudarse a sus propios apartamentos. El número de inmigrantes etíopes que todavía vive en casas temporales se ha reduce a medida que el gobierno pone a su disposición viviendas de bajo alquiler e hipotecas con cuotas mensuales reducidas.

Al celebrar sus 47 años de vida independiente, los israelíes pueden estar orgullosos de los éxitos logrados por el sionismo, claramente evidenciado en las estadísticas. En los inicios del sionismo político en la década de los 80 del siglo pasado, sólo el 0,3% de los judíos residía en Tierra santa. Cuando Israel logró la independencia en 1948, el 6% del pueblo judío vivía en el estado judío. Hacia 1955, la inmigración en masa de los sobrevivientes del holocausto y los judíos que escaparon de los países árabes elevaron la cifra a un 13%. En 1985, cuatro años antes de la última ola inmigratoria, un 27% de los 13 millones de judíos del mundo eran israelíes. Hoy en día, un tercio del pueblo judío reside en Israel, incluyendo a más de 600.000 que llegaron recientemente, bien encaminados para convertirse en israelíes de pura cepa.



Fin del "callejón sin salida" para Israel
al avanzar la paz de oriente próximo

Naftali Greenwood

Con la llegada de una era de paz en oriente próximo, Israel ha comenzado a reclamar su rol histórico en la economía regional: un cruce de caminos intercontinental y un foco de dinamismo.

Primeros frutos: Infraestructura, inversiones, empleo

Israel está avanzando rápidamente en la construcción de una infraestructura física para un país en paz. Uno de los instrumentos más importantes en este esfuerzo es en sí una consecuencia del proceso de paz: la decisión del gobierno norteamericano en 1992 de otorgar garantías de préstamos por 10.000 millones de dólares para el gobierno israelí en el mercado de capitales de Estados Unidos. Hasta finales de 1994, Israel hizo efectivos 4.300 millones de dólares de los fondos garantizados, de ellos 2.300 millones en 1994. Esta inyección de capital puso en movimiento tres procesos económicos cruciales: 1) en todo los país, las compañías de servicios usaron este mecanismo para financiar programas de desarrollo y elevar de esta manera sus servicios a nivel internacional; 2) los préstamos garantizados aliviaron la presión en el sistema local de créditos, manteniendo a raya tipos de interés y facilitando las reformas en el mercado de capitales; y 3) aprovechando la nueva liquidez, la industria local importó bienes de capital a nivel que las reservas en moneda extranjera del país no habrían podido sustentar de otra manera. La creación de empleo resultante fue tan rápida que, incluso en un momento en que la inmigración incrementaba la población, la tasa de desempleo disminuyó de 11,1% en 1992 al 7,8 en el último trimestre de 1994. Ningún grupo de población se benefició más que los 610.000 inmigrantes llegados de la ex-Unión Soviética, para cuya integración fueron pedidos originalmente las garantías de préstamos.

Se derrumba la solidaridad árabe en torno al boicot

El boicot árabe a tres niveles contra Israel, dirigido desde Damasco bajo los auspicios de la Liga Árabe, sufrió un gran revés el 30 de septiembre de 1994, cuando los seis estados constituyentes del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Kuwait, Omán y Qatar) anunció que no se adheriría más a los aspectos secundarios y terciarios del boicot económico que, según estimaciones israelíes, causó un daño de 40.000 millones de dólares en el trascurso de los años. Tres factores estuvieron detrás de esta decisión del CCG: el creciente consenso internacional en contra de esta injusta reliquia del conflicto de oriente próximo, las constantes presiones israelíes a nivel internacional y regional y el acercamiento silencioso de los países del CCG a Israel, basado en el mejor motivo posible: los intereses económicos mutuos.

La declaración del CCG hizo cambiar de inmediato la actitud hacia Israel de los países y compañías que se habían adherido al boicot. Pocas semanas después del anuncio, decenas de compañías multinacionales en las áreas de la industria, la banca, contabilidad y publicidad —por citar sólo algunos casos— nombraron representantes en Israel, extendieron el territorio de sus representantes a los países vecinos o a todo el próximo oriente, y/o se prepararon para hacer inversiones directas extranjeras (IDE) en Israel.

Quedan, sin embargo, vestigios del boicot. Irán, Líbano y Siria continúan defendiendo los aspectos secundarios y terciarios del mismo, y Siria ha impedido los intentos de otros miembro de la Liga Árabe de abandonar completamente estos niveles del boicot. La resolución del CCG no abolió el boicot primario, es decir, el comercio directo con firmas israelíes, pero los países participantes eluden esta prohibición cuando sus propios intereses así lo exigen.

Casablanca, el triunfo de los intereses y la esperanza

El incumplimiento árabe del boicot primario fue desenmascarado el 31 de octubre de 1994, cuando se convino el Cumbre Económica Oriente Medio-Norte de Africa en Casablanca, en tres días de pompas, circunstancias y negocios.

Delegaciones de 15 países árabes trabajaron hombro con hombro con siete ministros del gobierno israelí y numerosos altos funcionarios, industriales, banqueros y hombres de negocios. La Liga Árabe, aunque oficialmente comprometida con el boicot árabe, estuvo representada en Casablanca, y su secretario general, Esmat Abdel Meguid, respaldó la reunión. El encuentro de Casablanca, como la conferencia de Madrid en 1991, que dio el comienzo al actual proceso de paz, terminó con no pocas repercusiones: un acuerdo para realizar una conferencia similar en Amán en 1995, la promesa de Túnez y Marruecos de establecer oficinas de intereses en Israel y la decisión de formar un banco de desarrollo del próximo oriente, con un capital inicial de 15.000 millones de dólares.

Con la mirada en futuro: Primeros pasos y expectativas

De esta manera, Israel y el próximo oriente se están embarcando en una ruta que conduce a la cooperación regional en asuntos económicos y desarrollo. Un camino similar al tomado por América y los países de Asia con el establecimiento del Foro Asia-Pacífico de Cooperación Económica (APEC). Sin embargo, en oriente próximo todavía queda mucho por hacer.

Hoy existen dos círculos de cooperación naciente: uno interno con Egipto y Jordania con los que Israel ha firmado una paz contractual, y un círculo externo formado por los países del Golfo pérsico y el Magreb. Egipto y Jordania ya no están suscritos a ningún nivel del boicot árabe, y ambos países dieron importantes muestras de apertura económica hacia Israel en 1994. Hasta la fecha, Israel mantiene comunicaciones telefónicas directas con Egipto, Jordania, Túnez y Marruecos, y otros siete países musulmanes han aprobado la inauguración de comunicaciones directas en septiembre de 1994. En el campo de la energía, Israel y Jordania unieron sus redes de electricidad en Eilat-Aqaba, y están negociando para hacer más conexiones de este tipo en otros puntos de su frontera común. En el campo del transporte, todos los proyectos importantes de infraestructura local, como la autopista Trans-Israel, la gigantesca expansión del aeropuerto internacional Ben-Gurión y las mejoras en las instalaciones portuarias, han sido planeadas con perspectiva regional, más que local. El tratado de paz jordano-israelí marcó el comienzo de la cooperación en el área de los recursos hídricos, por medio de la desalación y/o tratamiento de aguas residuales, especialmente para los países del Golfo.

Actualmente están en preparación proyectos de desarrollo regional por un valor de 25.000 millones de dólares. Entre ellos las instalaciones para el transporte de gas natural de Egipto y varios países del Golfo pérsico a Israel, para ser consumido en el país o para ser enviado a otros países; un sistema regional de telecomunicaciones como el de Europa; un canal hidroeléctrico desde el Mediterráneo o el Golfo de Eilat-Aqaba hasta el Mar Muerto (una idea tan vieja como Herzl); la informatización de los sistemas de educación de todo el próximo oriente; la restauración y expansión de la red ferroviaria de la zona, que quedó en ruinas con el comienzo de las hostilidades en 1948.

Si sólo una parte de todo este potencial se hace realidad, la ubicación e infraestructura de Israel llevarán, igual que en el pasado, a su economía, sus industrias y sus ciudadanos a las primeras filas de la prosperidad y el bienestar.