Número 34 Madrid, enero de 2001 La economía israelí, 1990-2000
Estrategia para el cambio y evolución recienteDavid Klein
Gobernador del Banco de Israel
Datos básicos
La economía israelí ha sufrido una transformación fundamental en la última década:
* El PIB per capita, que se encontraba alrededor de los 11.000 dólares en 1990, ha aumentado más del 50% hasta alcanzar los 17.000 dólares en el 2000.
* La población de Israel ha aumentado un 35% en esta década pasando de 4,7 millones de habitantes en 1990 a 6,3 millones en 2000, debido principalmente a la gran ola de inmigrantes tras el desmantelamiento de la Unión Soviética.
* A pesar del rápido crecimiento de la población laboral, el índice de desempleo descendió de un 11% en 1992 a menos de un 9% en el 2000 incrementándose el mismo tiempo el número de trabajadores extranjeros hasta alcanzar el 15% de los empleados del sector empresarial comparado con un 10% al principio de la década.
* Los inversores extranjeros descubrieron Israel en los años 90, en el punto de inflexión del proceso de paz de la región. El capital del exterior, un mero goteo antes de los 90, empezó a fluir hacia mediados de la década, principalmente como inversión directa y en parte como inversión financiera. Podría alcanzar un récord de 8.000 millones de dólares en el 2000, aproximadamente un 7% del PIB.
* Los extranjeros invierten en Israel no sólo en la industria de alta tecnología sino también en la llamada industria tradicional como la alimentaria y la textil, y manifiestan un activo interés por las entidades financieras. En términos generales, los activos israelíes en posesión de residentes extranjeros sumaban a mediados de 2000 unos 123.000 millones de dólares, algo más de nuestro PIB. La mayor parte, el 59%, refleja inversiones en el sector privado no bancario; la cuarta parte, inversiones en obligaciones extranjeras del gobierno israelí; y el resto, en depósitos bancarios en divisas en los bancos israelíes.
* En términos de comercio internacional, Israel posee una economía cada vez más abierta. Las exportaciones e importaciones representaban el 80% del PIB en 1990 y el 88% en el 2000. El déficit de la balanza de pagos ha crecido hasta alcanzar un récord del 6% del PIB a mediados de la década pero se redujo a alrededor del 1% al final de la misma.
* La naturaleza de nuestra producción destinada a la exportación ha cambiado radicalmente en la última década. Del incremento total de las exportaciones industriales, el 88% se debe a la industria de la alta tecnología.
* Las reservas de divisas suman este año un 40% de las importaciones comparado con el 30% de hace diez años, mientras que el mecanismo de paridades se encuentra al final del camino desde el tipo fijo al tipo flotante. Además, nuestros activos extranjeros a corto plazo representan casi el doble de nuestras deudas extranjeras a corto plazo, una mejora significativa con respecto al excedente del 20% que teníamos a mediados de los 90, un ratio ya de por sí cómodo. Es más, el ratio de nuestra deuda extranjera neta en función del PIB se encontraba en el 9% a mediados de 2000 comparado con el 25% a mediados de los 90.
* El sistema bancario es sólido y conservador; la última crisis se produjo hace 17 años. Todos los bancos israelíes capearon la crisis financiera que arrasó al sudeste asiático, Rusia, América Latina y la industria de los fondos de protección en la segunda mitad de los 90. A diferencia de algunos bancos europeos y americanos, los bancos israelíes no habían prestado ni invirtieron en los mercados emergentes y por lo tanto no incurrieron en pérdidas.
* La inflación, endémica e inflexible durante un cuarto de siglo, ha sido reducida a un dígito a pesar de la persistente afirmación de muchos economistas israelíes de que la estructura de la economía era demasiado rígida para permitirlo.
Estrategia básica
Estos resultados no son accidentales o el mero producto de la buena suerte. Se deben a una estrategia a largo plazo adoptada por todos los gobiernos israelíes desde la segunda mitad de los 80. La esencia de esta estrategia no es, por supuesto, ni nueva ni única: distanciar al gobierno, todo lo posible, de la actividad económica. En el caso del gobierno israelí, se trataba de una tarea imponente. No ha concluido aún, pero hemos avanzado enormemente:
* El cambio aplicado en el ámbito del comercio internacional ha sido bastante riguroso. Las barreras aduaneras y no arancelarias han sido abolidas o reducidas significativamente y se han firmado tratados de libre comercio con la UE y Estados Unidos. Esto ha tenido un impacto extraordinario en la estructura de la industria israelí. Ahora se asienta más en una tecnología basada en una fuerza laboral avanzada y capacitada y menos en las industrias tradicionales de mano de obra barata.
* Un cambio similar se ha producido en el ámbito financiero. Los mercados del dinero y el capital han sido liberalizados en gran medida y casi todos los controles sobre cambios han sido eliminados. Al mismo tiempo, el mecanismo de tipos de cambio ha sido progresivamente flexibilizado y el tipo diario es determinado por el mercado interbancario sin intervención alguna del banco central. El mercado de divisas que se ha creado como consecuencia atrae también a las entidades financieras extranjeras y el volumen de negocios medio diario alcanza hoy por hoy los 1.500 millones de dólares.
* A principios de los 90, el gobierno se embarcó en el camino a largo plazo de la disciplina fiscal. Cada nuevo gobierno ha determinado un objetivo de déficit plurianual en disminución. La decisión del gobierno más reciente nos llevará a alcanzar el estándar europeo, es decir, un déficit gubernamental general del 3% del PIB en el 2003. Por lo tanto, no debería sorprender a nadie que después de aplicar dicha política durante una década, el ratio de deuda del gobierno haya disminuido del 132% del PIB en 1990 a menos del 100% a finales de 2000. Todos nosotros somos consciente de la necesidad de reducir aún más la carga de la deuda gubernamental para acercarnos al punto de referencia de Maastricht del 60% y las políticas del gobierno garantizan que vamos por buen camino.
* Aparte de reducir progresivamente el tamaño relativo de su déficit, el gobierno ha llevado a cabo la tarea de privatizar sus empresas. Ya se ha conseguido mucho y el gobierno está sopesando ahora la opción de privatizar los dos bancos comerciales restantes que aún posee parcialmente, permitiendo tam bién el abastecimiento eléctrico privado y abriendo el negocio de las telecomunicaciones a nuevas adicionales.
* Por último, el gobierno decidió en agosto de 2000 adoptar un objetivo de estabilidad de los precios definiendo una horquilla del 1% al 3%. Ya estamos operando en esa horquilla. Nuestro desafío es mantenerla, y lo haremos.
* Basándose en su comportamiento, la clasificación crediticia internacional de Israel ha sido actualizada durante la última década. S&P, por ejemplo, ha elevado la clasificación de Israel de BBB- a A-.
Evolución reciente
La década de cambios estructurales y estrategia macroeconómica en aras de la estabilidad ha resultado en que el presente año es uno de los mejores de la historia reciente del país.
Hasta el tercer trimestre de 2000, la economía crecía a un ritmo anual de un 6% aproximadamente impulsada por el sector de la alta tecnología. Se estima que las exportaciones aumentarán un 20%, incremento que refleja también la adquisición de start-ups por parte de empresas extranjeras. Se estima que las exportaciones industriales aumentarán un 25% este año.
Al mismo tiempo, el nivel de vida ha dado un gran salto. Se estima que el consumo privado per capita aumentará este año en un 3% en términos reales comparado con un 1% anual en los dos años anteriores.
Las inversiones en equipos y maquinarias están aumentando este año en un 7%, lo cual indica una perspectiva positiva para un mayor crecimiento en el futuro.
Este crecimiento de la economía, mayor de lo esperado, ha incrementado los ingresos fiscales del gobierno y reducido el déficit presupuestario en más del 50% comparado con el déficit previsto. Como resultado de ello, la carga de la deuda pública seguirá disminuyendo, reduciendo los pagos de intereses del gobierno.
El último trimestre de este año, como todos sabemos, va a ser diferente. No obstante, una evaluación de las repercusiones probables en la economía israelí de la escalada de tensión militar en la zona requiere cierta perspectiva. Para ello se hacen necesarios tres comentarios:
En primer lugar, no hay razón para pensar que la reciente tensión vaya a conllevar una inversión del proceso de paz en nuestra región. No cabe duda de que ha apartado seriamente la atención del proceso, pero a juzgar por la forma en que las distintas partes han reaccionado está claro que son conscientes de la necesidad de contener dicha tensión.
En segundo lugar, afecta a la economía israelí de forma específica. La disminución del turismo es patente y la ausencia de trabajadores palestinos está afectando a las actividades de la construcción y la agricultura. Las implicaciones para el resto de la economía son indirectas y mucho menos significativas. Las evaluaciones provisionales preparadas por nuestro Departamento de Investigación hablan de una reducción única de un 1%-2% del PIB con respecto a las estimaciones anteriores para el 2001, que eran del 5%-6%. Por otra parte, el índice de desempleo probablemente disminuirá debido al crecimiento de la demanda de mano de obra, especialmente mano de obra poco cualificada, categoría a la que pertenece la mayor parte de los desempleados en Israel, para sustituir a los trabajadores palestinos.
Los mercados financieros domésticos apoyan hasta el momento la tesis de que la economía israelí volverá a su cauce normal transcurrido un tiempo. Concretamente, el rendimiento de los bonos del gobierno a largo plazo apenas si se ha inmutado y la reacción del mercado de divisas ha sido relativamente benigno. Esto puede ser un signo de que nuestro compromiso por mantener la estabilidad es todavía creíble, aunque no debería darse por sentado.
En tercer lugar, la política económica general durante la última década ha dado como resultado una mejora significativa de la capacidad de la economía para competir en los mercados mundiales. Por lo tanto, su habilidad para capear un temporal como el que estamos experimentando en estos momentos ha aumentado considerablemente. Después de todo, hoy por hoy sabemos de sobra que la integración en la economía global puede someternos a sacudidas externas. Hemos aprendido, como resultado de ello, que nuestro comportamiento necesita de adaptaciones de vez en cuando.
Esto no quiere decir que nuestra estrategia económica general deba cambiar. Yo creo que no lo hará. Basándonos en nuestro comportamiento económico del pasado, es muy probable que todo gobierno futuro continúe aplicando esta estrategia económica que ha demostrado tener éxito en la última década, es decir:
* disciplina fiscal, * estabilidad de los precios y * reformas estructurales.
Sabemos que esta es la clave para progresar en la economía global y, por lo tanto, el camino hacia un crecimiento duradero. [Diciembre 2000].