Avraham Ronén
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Yaacov Agam es uno de los pocos artistas israelíes vivos que han logrado renombre internacional (es el único artista israelí incluido en la voluminosa Historia del arte moderno de H. H. Arnason y en el reciente Diccionario de arte y artistas editado por Sir David Piper). Ya hacia mediados de la década de los 50 era considerado uno de los artistas más importantes del período posterior a la Segunda Guerra Mundial y pionero en el arte óptico y cinético. Internacionalmente, aún se lo considera uno de los principales artistas contemporáneos.
Agam (Yaacov Guipstein) nació en 1928 en Rishón Lezión, entonces una pequeña aldea semirrural de la planicie costera al sur de Tel Aviv. Su padre, un rabino ortodoxo, se negó a inscribirlo en la escuela porque no había vacantes en ningún colegio religioso (aparentemente, el excelente colegio secular del lugar quedaba fuera de cuestión); por ello, el pequeño creció sin ninguna educación formal y casi sin la compañía de otros niños. No obstante, en su hogar absorbió el legado de los valores espirituales y el pensamiento judío y se sintió particularmente atraído por el conocimiento de la mística judía y los estudios cabalísticos que practicaba su padre, el ilustrado rabino. Como veremos a continuación, este legado es la médula de su filosofía artística a lo largo de toda su carrera.
Agam comenzó a pintar como adolescente autodidacta. En 1946 se trasladó a Jerusalén y durante dos años estudió en la Academia de Bellas Artes Bezalel. Siguiendo el consejo de su maestro, el pintor Mordejai Ardón, dejó la Academia en 1949 y viajó a Zurich. A pesar de su corta duración, la estancia en esa ciudad constituye una fase de crucial importancia en la configuración de su estilo y de su teoría artística. Allí fue donde el joven se encontró con tres hombres que en los años venideros habrían de dejar su impronta sobre su arte y su pensamiento.
El primero de ellos, Johannes Itten (1888-1967), fue su maestro en la Kunstgewerbe Schtile. Ex-docente de la Weimar Bauhaus y ex-maestro de Ardón, Itten era un famoso teórico de la forma y el color que abogaba en sus clases por el uso de colores puros y de composiciones colorísticas cuidadosamente estudiadas e inspiradas por ideas constructivistas.
La base racional y cuasi-científica del enfoque teórico del proceso creativo de Agam, así como su constante preferencia por las formas geométricas, los colores puros y brillantes y las composiciones multicolores, puede remontarse a sus estudios con Itten.
La segunda influencia formativa sobre Agam fue la del pintor, escultor y diseñador suizo Max Bill (n. 1908), que puede haber inspirado su trabajo y su ideología artística no menos que Itten. Bill era uno de los líderes del arte geométrico, no figurativo o abstracto que él denominaba "arte concreto". En sus escritos teóricos se mostraba muy preocupado por la relación existente entre las teorías estéticas y matemáticas, y sus ideas parecerían haber impresionado hondamente a Agam. Además, Agam heredó su particular enfoque de la escultura de las esculturas metálicas de Bill, con sus formas pulidas y lustrosas y su estilo geométrico y preciso.
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La tercera fuente de inspiración importante fue la del historiador y teórico de la arquitectura Siegrid Giedion, autor del conocido libro Espacio, tiempo y arquitectura, a cuyas clases asistiera Agam en la Eidgenössische Technische Hochschule.
Giedion le aconsejó que prosiguiera sus estudios en Chicago, pero en su camino a Estados Unidos, y después de una intensa gira de estudios por Italia, se radicó en París en 1951. A pesar de grandes penalidades y de la total carencia de recursos financieros, estudió y trabajó infatigablemente y se familiarizó con el medio artístico contemporáneo.
Después de la Segunda Guerra Mundial y durante un par de décadas, París retuvo el cetro de centro mundial del arte contemporáneo. Sin embargo, para entonces y debido al rápido desarrollo de los medios de comunicación, el movimiento moderno se tornó más internacional y los artistas, que viajaban a un ritmo sin parangón en la historia, trasladaron rápidamente sus ideas de un país a otro. Muchos se asentaron en París como Agam, que muy pronto se halló compartiendo los nuevos desarrollos artísticos que repercutían no sólo en París sino también en toda Europa y Estados Unidos.
En los años '50 Francia ofrecía un panorama artístico rico y variado. Tres generaciones de artistas actuaban simultáneamente y competían por la supremacía: los pioneros del arte moderno como Matisse, Picasso, Braque, Léger, nacidos hacia 1890, y sus coetáneos más jóvenes como Roger Bissier, Jean Fautrier y otros, aún pintaban; la segunda generación, nacida en la primera década del presente siglo Hans Hartung, Jean Bazin, Maurice Estève, Leon Gischia, Serge Poliakof, André Lanskoy y sus coetáneos más jóvenes, tales como Alfred Manessier, Gustave Singier, Nicolas de Stael, Victor Vasarelli; y finalmente, los artistas de la tercera generación, a la que pertenece Agam y que, como él, estaban dando los primeros pasos en sus respectivas carreras.
Entre los pintores se daba una fuerte tendencia a regresar al arte figurativo, pero la corriente dominante era la del arte abstracto, que incluía a las principales escuelas: expresionista, "informal" (de la que deriva el tachismo), geométrico y otras.
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Hemos visto que Agam ya se había sentido atraído por la abstracción geométrica cuando estudiaba en Zurich. En París se sintió igualmente fascinado por el arte cinético, y muy pronto comenzó a investigar las posibilidades de fusionar ambas concepciones en su particular visión del arte cinético abstracto,
En 1952, Agam creó sus primeros trabajos transformables con partes móviles que podían cambiar de sitio y posición sobre un panel, brindando al espectador la posibilidad de crear nuevas e innumerables composiciones abstractas. Más adelante aplicaría a sus esculturas metálicas este mismo principio, que le permite al espectador tomar parte activa en la creación de nuevas composiciones.
En 1953, Agam creó sus primeras "pinturas polifónicas". En esos trabajos se pintan dos composiciones abstractas diferentes sobre ambos lados salientes del relieve de una sección en zigzag, de tal manera que se ve una composición cuando se observa el panel desde el lado derecho y otra cuando se lo mira desde el izquierdo. La visión frontal ofrece una tercera composición que resulta de la combinación o "fusión", como la llama Agam, de las otras dos.
Técnicamente, esta idea tenía precedentes en los pequeños cuadros que aún pueden apreciarse en algunas iglesias de Europa, en los que se ve el rostro de Cristo cuando se los mira de un lado y la Virgen y el Niño, o la Crucifixión, cuando se los mira desde el otro.
Agam transformó este sencillo artificio en ricas y complejas obras de arte, al aplicarlo en sus composiciones geométricas altamente elaboradas. Más aún: en sus trabajos polifónicos, el espectador que se desplaza de un lado de la obra al otro percibe no sólo la fusión gradual de una composición dentro de la otra, sino que también capta cada visión sucesiva como una nueva composición totalmente independiente. Esta forma de lograr la variedad y multiplicidad del contenido estético en un solo trabajo fue continuamente desarrollada por Agam a través de toda su carrera artística.
Su gran oportunidad llegó en 1953 cuando expuso sus nuevas creaciones en la Galería Craven de París en su primera muestra individual. Esta exposición, descrita por él como su "nacimiento artístico", lo ubicó de inmediato en el foco del interés público, y muy rápidamente fue reconocido como uno de los pioneros del nuevo arte cinético y como el más virtuoso del grupo.
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Durante los 40 años siguientes, Agam creó numerosos trabajos que pueden ser vistos en el mundo entero. Si bien sus obras muestran una gran variedad de contenido artístico, formas, estilos, técnicas y materiales, todas llevan la impronta de los mismos rasgos constantes característicos de su mentalidad creativa.
El principio rector de su tarea artística es la multiplicidad de la forma y el contenido. En esto se halla en agudo contraste con otros artistas de diferentes corrientes contemporáneas que pueden agruparse bajo el denominador común de "arte minimalista" y que tienden a reducir al mínimo la estructura, forma, color, esquema y textura de sus trabajos, a fin de lograr la percepción de la perfecta unidad del contenido. En oposición a ellos, Agam es un maximalista, porque siempre se ha esforzado por hacer cada uno de sus trabajos más rico en estructura y contenido.
Se puede apreciar la riqueza y complejidad de contenido artístico de las mejores creaciones de Agam en sus trabajos polifónicos en el "Salón Agam" del Centro Pompidou de París (1971), donde no sólo un panel, sino todo el espacio del salón, se halla continuamente en movimiento fluido, a medida que el espectador avanza por él.
El contenido artístico de una obra de Agam no es, pues, el de una composición única, sino la suma total de las innumerables formas y composiciones que resultan de su transformación infinita. En otras palabras: en el arte de Agam, la transformación y la multiplicidad van de la mano. Es por ello que el artista se sintió también atraído por la música polifónica, y ha compuesto la suya propia Transformaciones musicales (1953-1962).
Entre 1959 y 1962 experimentó también la aplicación de la multiplicidad simultánea en una clase particular de teatro equipado con varios escenarios en los que se representaban diferentes espectáculos a un mismo tiempo.
En 1958, Agam comenzó a experimentar con una nueva clase de "escritura simultánea", que disocia el discurso de la lectura y en la que algunas expresiones verbales se escriben superpuestas, para poder aprehenderlas al mismo tiempo. Expuso algunas de sus ideas en un libro didáctico ilustrado en hebreo, Agmilim ("Agampalabras"), publicado en Israel en 1989.
Agam es mucho más creativo y versátil que otros artistas de su misma tendencia, como Victor Vasarelli, Nikolas Schoeffer, Jean Tingueli, Jesús Rafael Soto y Julio Le Parc. La versatilidad de su producción artística es pasmosa y puede ser percibido tanto en la gran variedad de materiales usados en sus trabajos como en la escala de los mismos, que puede variar desde un pequeño medallón hasta la fuente pública, o la fachada de un edificio de muchos pisos transformada por el artista en una enorme obra de arte cinético-polifónica espacial.
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Desde 1970 en adelante, sus obras contienen a veces, además de las composiciones geométricas abstractas, elementos con significado simbólico, como la combinación de fuego, agua y sonido en la fuente de la Plaza Zina en el centro de Tel Aviv (1986). Algunos de sus trabajos incluyen mensajes claramente iconográficos, como el medallón holográfico (1985) que combina los símbolos de las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam.
En una categoría similar se hallan otras obras diseñadas como objetos rituales judíos: sus lámparas sinagogales; su menorá, un candelabro para la fiesta de Hanucá y su mezuzá (estuche que contiene un pergamino con versículos bíblicos que se coloca en la jamba de la puerta del hogar de una familia judía). La inclusión de estos trabajos es un aspecto importante y decisivo del trasfondo judío de Agam, al que permanece hondamente ligado. En publicaciones sobre la historia del arte moderno y contemporáneo, las obras de Agam son generalmente analizadas en términos puramente artísticos; sin embargo, él mismo ha recalcado siempre el trasfondo espiritual judío, no sólo en sus trabajos icónicos y rituales judíos sino en toda su obra, incluso en las piezas totalmente abstractas.
En 1967 escribió al final de la introducción a un álbum de sus obras: "Quisiera recalcar tres factores importantes que considero básicos en toda mi búsqueda y mi trabajo: el hecho de haber crecido en la tierra de Israel, rica en tradiciones... que tienen que recrearse de una forma nueva, para que puedan hallar su lugar en la vida moderna; el hecho de ser hijo de un rabino que durante toda su vida trató de disociar el espíritu de la materia; y el hecho de haberme familiarizado con la cábala y de haber aprendido a buscar la verdad interior".
Agam ha reiterado con frecuencia estas creencias y otras similares, añadiéndoles una interpretación cabalística mística y cosmológica altamente personal de sus empeños artísticos.
Ya sea que se acepten las interpretaciones espirituales de Agam o no, su poder inventivo y su maestría, así como el rico y complejo contenido artístico de su obra, le han valido el respeto del público y la crítica y siguen constituyendo la principal fuente de interés y aprecio por sus trabajos. [Ariel, Revista de Artes y Letras de Israel 103 (1997)].