Israel, desafíos a los 50

Ehud Gol
Embajador de Israel

III Semana Cultural Sefardí, Ibercaja
Zaragoza, 13 de enero de 1999

 

Señoras y señores,

Es para mí un honor y un placer participar en esta Tercera Semana Sefardí organizada por Ibercaja, y quiero agradecer a los organizadores el haberme brindado la oportunidad de estar hoy entre ustedes y felicitarles por el esfuerzo que realizan para dar continuidad a las semanas sefardíes de Zaragoza. El éxito de público y el gran interés de las conferencias y actos que las acompañan, las han convertido en un punto de referencia obligado para todos los interesados en el legado hispanojudío, una parte esencial de la herencia histórica y cultural de españoles y judíos.
Como en las anteriores semanas culturales sefardíes, Israel estará presente en Zaragoza. Junto a los expertos españoles, investigadores israelíes hablarán de diversos temas relacionados con el mundo sefardí y con Israel; también la filatelia israelí estará presente en esta intensa Semana Sefardí en una exposición de sellos de Israel; y media docena de vídeos documentales nos acercarán temas e inquietudes de creadores audiovisuales de Israel.
El título de mi intervención, tal y como figura en el programa, es "Israel, desafíos a los 50", y en ella voy a abordar aspectos históricos, culturales, sociales y científicos, me voy a ocupar también del proceso de paz y de las próximas elecciones, así como de las relaciones bilaterales hispano-israelíes.

Cincuenta años de logros y desafíos
Hace poco más de cien años, Theodor Herzl, padre del sionismo, comenzó su histórica labor de crear un hogar nacional para los judíos en su patria ancestral. A pesar de la simpatía con la que se recibió la idea en amplios sectores del pueblo judío, la mayoría pensaba que no era más que un sueño inalcanzable. Pocos años antes de su muerte (1904), Herzl profetizaba que antes de 50 años el sueño del retorno a Sión sería una realidad. Y así fue. El 5 de iyar de 5708 según el calendario hebreo (14 de mayo de 1948), nacía el estado de Israel. A pesar del exterminio de seis millones de judíos en la Europa ocupada por la Alemania nazi, tres años después de la liberación de los campos fuimos capaces de hacer realidad el sueño de un estado judío. Con apenas 600.000 habitantes, teníamos todas nuestras instituciones preparadas para vivir como un país libre e independiente, pero tuvimos que hacer frente, nada más proclamar la independencia, a la guerra que nos impusieron nuestros vecinos, en la que perdieron la vida 6.000 israelíes, el uno por ciento de la población.
Cincuenta años después, los israelíes (ahora somos algo más de seis millones) vemos con satisfacción y, por qué no decirlo, con cierto orgullo, los logros políticos, sociales, económicos, científicos y culturales de nuestro país.
La sociedad israelí se ha caracterizado siempre por su dinamismo y pluralidad, y por haber hecho de la democracia uno de sus pilares fundamentales; somos uno de los pocos estados que desde su nacimiento se ha regido por un sistema democrático. La igualdad de todos ante la ley sin discriminaciones por razón de sexo, religión u origen; el perfecto funcionamiento de la separación de poderes y un parlamento elegido por sufragio universal directo y secreto, son parte de la realidad cotidiana de nuestro país, y en ninguna circunstancia se han visto recortados estos derechos fundamentales de los ciudadanos.
Yo nací en Jerusalén dos años antes de la independencia y siempre he creído y he sentido que la misión más importante del estado de Israel era dar refugio a los millones de judíos sin futuro y sin derechos que estaban dispersos por todo el mundo. Dos años después de su creación, Israel ya había acogido a más de un millón de emigrantes, muchos de ellos supervivientes del Holocausto, y un gran número de refugiados judíos procedentes de países árabes. Hasta hoy se han instalado en el país personas procedentes de más de cien países distintos. Favorecer la aliyá (la inmigración judía a Israel) y lograr una integración plena de los recién llegados es una cuestión nacional. El gobierno y la sociedad israelíes han hecho siempre un esfuerzo supremo para que los recién llegados aprendieran el hebreo, conocieran la realidad social, política y económica y se integraran en su nuevo país. Sólo en los últimos siete años han sido acogidas 700.000 personas, aproximadamente un 15% de la población de Israel. El estado de Israel se ha convertido en una sociedad multicultural, en la que conviven las culturas de los inmigrantes que han hecho de él su hogar, su patria y su identidad nacional. En el transcurso de una generación se han integrado todos ellos en la sociedad israelí y han contribuido a su desarrollo. La absorción e integración desde 1948 de tres millones de inmigrantes de las más diversas procedencias es, posiblemente, el mayor y más singular logro de nuestro país.

Ciencia
Cincuenta años después de su independencia, Israel ocupa un lugar destacado en diversas áreas, algunas poco conocidas: a nivel científico y tecnológico, estamos entre los países del mundo que más gastan en Investigación y Desarrollo (2,2% del PIB) y tenemos el mayor número de científicos e ingenieros (13,5 por mil). Hace apenas veinticinco años, prácticamente el único producto israelí conocido allende nuestras fronteras eran las naranjas. Aunque hoy los cítricos de Israel siguen siendo apreciados fuera del país, los aviones diseñados y fabricados en Israel, nuestras plantas desalinizadoras (de las que en España hay 56 en funcionamiento), nuestros sistemas de riego, nuestros escáneres para uso médico, las flores cultivadas, nuestros plásticos y programas de ordenador se venden en todo el mundo. En los centros de investigación de Israel (ya sean públicos o privados) se han desarrollado procesadores para ordenadores personales, componentes de telefonía móvil, programas informáticos integrados en los grandes paquetes de software, fármacos, o melones sin pepitas, que forman parte de la vida cotidiana de millones y millones de personas en todo el mundo. Israel es uno de los ocho países que forman el selecto club de naciones capaces de desarrollar, producir y lanzar sus propios satélites; asimismo, Israel es el único país no europeo miembro del programa de Investigación y Desarrollo de la Unión Europea.

Cultura
También en el ámbito de la cultura, el arte y la educación hemos alcanzado un nivel importante. Nuestro sistema educativo y nuestras universidades están entre los más avanzados. En todo lo referente a lectura y edición de libros y periódicos, asistencia a teatros, museos y conciertos, las estadísticas también nos sitúan en un lugar muy destacado a nivel internacional.
Algunas personalidades y conjuntos israelíes del mundo de las artes y las letras han alcanzado renombre universal: el escritor y premio Nobel Samuel Agnon, el poeta Yehudá Amihai, los novelistas Amos Oz, David Grossman o el sefardí A. B. Yehoshua, los músicos Daniel Barenboim, Yitzhak Perlman o Pinhas Zuckerman, la Orquesta Filarmónica, y su director Zubin Mehta, el ballet Inbal, el pintor/escultor Yaacov Agam, y muchos otros.
Uno de los milagros del joven estado de Israel que han suscitado mayor admiración internacional es el de haber hecho renacer una lengua, el hebreo. Un idioma que desde hacía más de dos mil años no era lengua de comunicación. La primera tarea que afrontó el joven estado, fue la de revisar el sistema educativo existente, lo cual estuvo estrechamente ligado a la necesidad de enseñar hebreo a los nuevos inmigrantes, que en su mayoría no tenían conocimientos previos del idioma. El hebreo, prácticamente había muerto como idioma coloquial cotidiano. El Comité del Idioma Hebreo acuñó literalmente miles de nuevos vocablos y conceptos basados en fuentes bíblicas, talmúdicas y otras, para responder a las necesidades y exigencias de la vida en el siglo veinte, dando continuidad a la extraordinaria labor desarrollada ocho siglos atrás por los gramáticos hebreos de Sefarad. El dominio del hebreo pasó a ser una meta nacional. Se establecieron escuelas especiales para la enseñanza intensiva del hebreo a lo largo de todo el país.

Economía
En el plano económico, Israel ha alcanzado un notable desarrollo en la última década. Desde el año pasado, el Fondo Monetario Internacional incluye a Israel en la lista de países industrializados, siendo el único país de oriente próximo —y uno de los pocos de Asia— incluido en el grupo de países desarrollados e industrializados. El Producto Interior Bruto creció el año pasado cerca de un 2%, el crecimiento más bajo en muchos años, alcanzando los 98.000 millones de dólares, mayor, en términos absolutos, al de nuestros cuatro vecinos (Egipto, Jordania, Líbano y Siria) en conjunto; la renta per cápita —similar a la española— ronda los 17.000 dólares; la inflación fue de alrededor del 9% y el paro se situó a finales de año en torno al 8%, una cifra de desempleo ciertamente baja si tenemos en cuenta la gran cantidad de inmigrantes que han entrada en nuestro país durante la última década. La baja tasa de paro, la alta cualificación de la mano de obra y los enormes recursos destinados a Investigación y Desarrollo, junto a los demás indicadores de desarrollo económico y humano, nos permiten afrontar con confianza los retos de los próximos años.
Problemas internos
A pesar del desarrollo y de los logros económicos, sociales y tecnológicos, los problemas internos a los que debe enfrentarse el Israel de hoy son sin duda importantes y complejos. Las desigualdades sociales, las bolsas de pobreza o el mantenimiento de los servicios sociales propios del estado de bienestar son problemas que compartimos con la mayoría de los países desarrollados. Liberar más recursos con fines sociales o para mejorar las infraestructuras es muy difícil, ya que hemos de destinar el 25% del presupuesto del estado a gastos de defensa, y una cifra también muy significativa para la acogida de inmigrantes.
Además, en la sociedad israelí están presentes otros problemas igualmente importantes, producto de la singularidad de la experiencia judía y de la historia de la formación de nuestro estado. Superar las tensiones entre laicos y religiosos, definir el tipo de relación entre Israel y la diáspora y tender nuevos puentes entre los ciudadanos árabes y judíos de Israel, son algunos de los principales desafíos que debemos afrontar al cumplir el medio siglo.
En cincuenta años los invernaderos agrícolas del kibúts se han transformado en incubadoras de Hi-Tech, hemos acogido a tres millones de inmigrantes, hemos hecho renacer un idioma, hemos convertido el desierto en vergel; ahora necesitamos a nuestros vecinos para transformar juntos la espada en arado. Nuestro gran reto para los próximos años es alcanzar una paz justa y duradera con nuestros vecinos.

Proceso de paz
Tras la Conferencia de Paz celebrada en Madrid en octubre de 1991, quedaron abiertas las puertas para el diálogo árabe-israelí, para la búsqueda de una solución negociada, haciendo que el sueño de la paz en nuestra región sea una realidad posible. Ciertamente hemos de superar aún un gran número de obstáculos, rencores e incomprensiones, pero Israel y sus vecinos pueden alcanzar una paz real y total, con fronteras abiertas y un cierto grado de integración económica. En un mundo en el que se van solucionando los conflictos internacionales, con fronteras cada vez más abiertas y totalmente intercomunicado, nuestra región no puede permitirse el lujo de prolongar el conflicto. Árabes e israelíes debemos trabajar juntos no sólo en favor de la paz, sino también del desarrollo y del bienestar de nuestras sociedades, que serían el fruto natural del entendimiento pacífico entre los pueblos.
Desde la creación del estado de Israel, la máxima aspiración de la sociedad israelí y de todos los gobiernos, tanto de izquierdas como de derechas, ha sido la de alcanzar una paz justa y estable. Las actuales condiciones geopolíticas internacionales y en nuestra región, y el compromiso de Israel con la búsqueda de la paz, pueden hacer realidad nuestros sueños de convivencia y cooperación con nuestros vecinos.
En Israel hay un amplio consenso en cuanto a la necesidad de alcanzar una solución pacífica por la vía del diálogo con los palestinos y con los países vecinos; los grupos y partidos opuestos a la paz son marginales. Todos los grandes partidos políticos israelíes, sean de la tendencia política que sean, son partidarios de la búsqueda de una solución negociada al conflicto. En lo que sí se diferencian las distintas opciones políticas se refiere sobre todo al nivel de concesiones a realizar y el de contrapartidas de seguridad a exigir.

Palestinos
Cuando se iniciaron las conversaciones directas con la OLP, el gobierno de Jerusalén era plenamente consciente de los riesgos y dificultades que conllevaban; a pesar de ello eligió este camino, ya que consideró que era el mejor para progresar en el proceso de paz, a partir del profundo deseo de liberarse de su control sobre otro pueblo. El camino hacia la reconciliación entre israelíes y palestinos quedó abierto cuando la OLP reconoció al estado de Israel y renunció a la violencia como medio para lograr sus objetivos, a la vez que aceptaba la búsqueda de una solución política al conflicto basada en acuerdos encaminados al establecimiento de un autogobierno palestino. Este cambio en la estrategia de la OLP hizo posible el acuerdo de Oslo, firmado en Washington en septiembre de 1993, abriendo las puertas a una solución pacífica basada en las resoluciones 242 y 338 de la ONU, que se ha materializado en el acuerdo Gaza-Jericó primero, por el que se establecía la Autoridad Palestina autónoma, y en la firma del Acuerdo Interino, que ha hecho posible la transferencia del poder a otras ciudades de Cisjordania y la celebración de las elecciones palestinas. La firma del Protocolo sobre el repliegue en Hebrón, firmado en enero de 1997, y el Memorándum de Wye, acordado el pasado mes de octubre, son los dos hitos más recientes de estas negociaciones. Todo ello constituye, incuestionablemente, un avance significativo en el camino hacia la paz con los palestinos.
Pero el problema sigue siendo el mismo que al inicio del proceso: la violencia y el terrorismo de los grupos radicales e integristas palestinos, tolerados en mayor o menor medida por la Autoridad palestina. La sociedad israelí, que considera que ha hecho importantes concesiones y con una clara voluntad de normalizar nuestras relaciones con los palestinos —y también con los países árabes vecinos—, no puede entender ni asumir que siga la violencia, y que las calles de Israel se sigan manchando de sangre. La paralización temporal de la puesta en práctica del Memorándum de Wye por parte del gobierno de Israel —como consecuencia del recrudecimiento de la violencia palestina— ha recibido el habitual aluvión de críticas de amplios sectores de la opinión pública internacional y de los medios de comunicación, responsabilizando a Israel del bloqueo del proceso de paz. Yo no creo que ningún gobierno democrático de Europa estuviese dispuesto a mantener conversaciones de paz con grupos que no hubieran puesto fin al terrorismo y a la violencia. Paz y violencia, paz y terrorismo son incompatibles.

Siria y Líbano
La conferencia de paz de Madrid también marco el inició de las conversaciones con Siria y Líbano. Alcanzar sendos acuerdos de paz con nuestros vecinos del norte es otra de las asignaturas pendientes en este proceso de paz. Desde la convocatoria de las pasadas elecciones en primavera de 1996, los sirios interrumpieron las negociaciones con Israel. Las negociaciones de paz con Siria giran en torno a cuatro ejes principales: normalización de relaciones, garantías de seguridad, acabar con los centros terroristas en Siria y Líbano, y garantizar un reparto justo del agua. Los componentes de la paz están fuertemente relacionados. La ecuación correcta debe ser la siguiente: profundidad de la retirada equivalente a la calidad de la paz y a las garantías de seguridad. Nuestra meta es la normalización plena, con embajadas y fronteras abiertas a personas, productos y servicios. Nuestro objetivo es el fin de los ataques terroristas planificados desde Siria y Líbano. También buscamos un acuerdo de paz separado con Líbano. El actual gobierno de Israel ofreció la retirada total del sur del Líbano, en cumplimiento de la resolución 425 de la ONU siempre y cuando el gobierno libanés se hiciera responsable del control de los grupos que operan desde su país. El gobierno libanés, cuya soberanía está más que recortada por la presencia militar y la presión política sirias, no aceptó la propuesta israelí.

Egipto, Jordania y otros países del mundo árabe
El proceso de paz iniciado en Madrid ha traído consigo otros resultados importantes para la paz en la región como una relativa mejora —al menos en algunos momentos— de las relaciones con Egipto, pionero de la paz con Israel. Egipcios e israelíes han iniciado en los últimos años diversos proyectos conjuntos relacionados con la energía, la agricultura, el turismo, etc. En mi anterior cargo como Director General de Cooperación Internacional pude participar personalmente en la preparación de algunos de estos proyectos.
La firma de la paz con Jordania también ha sido posible gracias al progreso en las negociaciones con los palestinos. Hace poco más de cuatro año que Israel y Jordania firmaban el acuerdo de paz, y en este corto espacio de tiempo ya podemos decir que las relaciones entre nuestros gobiernos y pueblos son cálidas y abiertas, como lo demuestran los numerosos acuerdos de cooperación en diversas áreas firmados en este período. La paz con Jordania debe servirnos de modelo para futuros acuerdos.
La apertura de relaciones a diferentes niveles con otros países árabes como Mauritania —gracias a los buenos oficios de la diplomacia española—, Marruecos, Túnez, Omán y Qatar, es otro de los frutos de la paz que merece ser destacado. Este inicio de normalizaciones de relaciones entre Israel y los países árabes abre las puertas hacia la paz global y hacia la cooperación regional.

Multilaterales
Con frecuencia, a la hora de analizar y comentar el proceso de paz, se olvida que paralelamente a las conversaciones bilaterales de Israel con palestinos, jordanos, sirios y libaneses, se han celebrado varias rondas de conversaciones multilaterales con la participación de otros países de la región y de terceros países. Las conversaciones multilaterales, en particular las relacionadas con el agua, medio ambiente y desarrollo económico regional, crearon un clima de diálogo y cooperación que ha contribuido al avance en las negociaciones bilaterales. Tampoco puede pasarse por alto la importancia que han tenido para la configuración de un oriente próximo basado en la cooperación, las cumbres económicas de Casablanca (1994) y Amán (1995), la conferencia Euromediterránea de Barcelona (1995) y, en menor medida por la abierta y renovada hostilidad de algunos países árabes, la de El Cairo (1996).
Además, tanto Israel como sus vecinos deben hacer frente a una serie de problemas comunes como la falta de agua, la desertización, la conservación del medio ambiente, el reciclado, la creación de modernas redes de comunicaciones y telecomunicaciones, entre otros, que no pueden ser tratados de modo eficaz a nivel nacional. El desarrollo sostenido y la estabilidad de los estados y pueblos de la región pasa necesariamente por una estrecha colaboración entre todos, con apoyo de la comunidad internacional.
Lamentablemente, las conversaciones multilaterales llevan más de dos años congeladas por la negativa de los países árabes a hablar con el actual gobierno de Israel. Como ya señalé antes, la aplicación del Memorándum de Wye está paralizada, no sólo por los dos atentados terroristas perpetrados por palestinos desde la firma del Memorándum, sino también por el sistemático incumplimiento del acuerdo por parte palestina.

Adelanto de las elecciones
El acuerdo de Wye se basa en el principio de reciprocidad y está supeditado al cumplimiento por parte de los palestinos de todas obligaciones asumidas. Las exigencias del gobierno de Israel se centran principalmente en que los palestinos cumplan sus compromisos en los cinco aspectos siguientes:
1. Incitación a la violencia y el terrorismo por parte de la Autoridad Palestina, especialmente en lo relacionado con la exigencia palestina de liberar a los prisioneros con delitos de sangre (en contra de lo acordado en Wye).
2. Confiscación de armas ilegales en manos de civiles y de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina.
3. Declaraciones de dirigentes de la Autoridad palestina amenazando con proclamar de manera unilateral un estado palestino independiente con Jerusalén como su capital en mayo de 1999.
4. La reducción del número de miembros de las fuerzas policiales palestinas a 30.000 aún no ha sido realizada.
5. Detención de asesinos e ilegalización de las organizaciones que exhortan a la violencia y el terrorismo.
A pesar del adelanto de las elecciones, el actual gobierno de Israel está dispuesto a poner en marcha la segunda etapa de Wye, siempre y cuando los palestinos cumplan los compromisos que han adquirido con la firma de este acuerdo. Las dificultades a la hora de hacer efectivo el Memorándum de Wye y la negativa de varios de los ministros y de algunos partidos de la coalición que lo sustenta, han llevado a Netanyahu a convocar elecciones anticipadas.
Antes de continuar creo que vale la pena que les de algunas pinceladas sobre los partidos y las elecciones en Israel, que considero les pueden ayudar a comprender mejor la dinámica de la vida política en mi país. El adelanto de elecciones no es nada nuevo para los israelíes, ya que desde 1948 ningún gobierno ha llegado a agotar la legislatura.
La dificultades para lograr gobiernos estables en Israel tiene dos razones fundamentales. La primera es el enorme dinamismo de la vida política y la proliferación de partidos políticos de las más diversas tendencias; además de un partido laborista y un partido conservador (el Likud) más o menos fuertes como en todas las democracias occidentales, en Israel hay un sinfín de partidos que defiende intereses de colectivos como los partidos árabes, o los de los inmigrantes de la ex-Unión Soviética entre otros, y un amplio abanico de partidos religiosos y otros muchos partidos con los programas y bases electorales más dispares que uno pueda imaginar. El popular refrán dos judíos, dos sinagogas, puede perfectamente aplicarse a la vida política israelí. La segunda razón es menos sociológica, y tiene que ver con el sistema electoral. Las elecciones a la Knéset (el Parlamento israelí) son universales, directas y secretas. Israel es una única circunscripción electoral, basta con tener el 1,5% de los votos para tener derecho a entrar en el parlamento y la asignación de escaños es puramente proporcional, sin ningún factor de corrección que prime las mayorías. El resultado de estos factores sociológicos y de este sistema electoral ha sido que en ninguna de las consultas electorales ningún partido ha obtenido la mayoría absoluta en el parlamento. Esto, por una parte es un síntoma de salud democrática pero, por otra, provoca una permanente inestabilidad en los gobiernos, siempre pendientes de pactos con formaciones políticas minoritarias pero imprescindibles para poder gobernar. Para tratar de evitar este problema en las pasadas elecciones de 1996 se introdujo una importante reforma: la elección directa del primer ministro por una parte y la del parlamento por otra. El efecto fue el contrario del deseado: una mayor fragmentación del voto al parlamento, que ha tenido como consecuencia las dificultades que todos ustedes conocen de Netanyahu para mantener el gobierno. Las elecciones del próximo mes de mayo serán también por este sistema —y posiblemente sean las últimas— y todo hace pensar que la presencia de pequeños partidos en el parlamento se mantendrá. Además, en esta próxima convocatoria electoral al menos cuatro destacados políticos han anunciado que serán candidatos a primer ministro. Esto obligará a una segunda vuelta en las elecciones ya que el primer ministro ha de contar con más de la mitad de los votos, resultado que no es probable que obtenga ninguno de los candidatos en primera vuelta.
Todos los partidos son partidarios de la paz, aunque con contenidos y conceptos distintos. En mayor medida que en ninguna de las consultas anteriores, los israelíes votarán en función de las posturas de los partidos ante el proceso de paz y el terrorismo, dejando relegadas cuestiones internas tan importantes como la economía, el bienestar social u otras.

España-Israel
Como Embajador en España, hablando de logros y desafíos de Israel, no puedo dejar de ocuparme de las relaciones bilaterales entre nuestros países. Desde hace más de dos décadas, una de las metas importantes de nuestro ministerio ha sido primero, el de establecer relaciones diplomáticas con España, y, después, el de normalizarlas e intensificarlas. Hoy las relaciones entre nuestros países son francamente fluidas, aunque todavía es mucho lo que podemos hacer por estrecharlas aún más.
«La cultura sefardí, lugar de encuentro entre España e Israel», acertado título de esta III Semana organizada por Ibercaja, resume perfectamente uno de los aspectos más singulares y de mayor peso de las relaciones hispano-israelíes: nuestro legado cultural e histórico común, que convierte en algo especial las relaciones entre España e Israel. Durante 1500 años convivieron en Sefarad judíos, cristianos y musulmanes, escribiéndose en estas tierras algunos de los principales capítulos de la historia judía. La historia de España no puede entenderse sin tener presente la contribución judía, y el mundo y el legado judíos de hoy no serían los mismos sin la extraordinaria contribución que en todas las ramas del saber y el pensamiento humano hicieron los judíos de Sefarad antes y después de la expulsión. En este contexto ocupan un lugar destacado los judíos de Aragón, y de modo especial los de la aljama zaragozana, que tanto durante la dominación musulmana como después, contribuyeron al esplendor de estas tierras.
El establecimiento de relaciones diplomáticas en 1986, que ponía fin a una anomalía histórica de más de cuarenta de años; el acto en la sinagoga d Madrid con motivo del quinto centenario de la expulsión, con la presencia de los Reyes de España y del Presidente de Israel; y la visita al año siguiente de sus Majestades a Israel, son los principales hitos que marcan el florecimiento de las relaciones entre nuestros países.
En los últimos años, la intensidad de nuestras relaciones bilaterales a nivel político ha quedado de manifiesto con las numerosas visitas de altas personalidades en ambos sentidos y en el tono cordial de todos los encuentros. Especialmente cálidas han sido las reuniones entre Aznar y Netanyahu, y las relaciones personales entre ambos dirigentes son francamente buenas.
Desde que inicié mi misión diplomática en España hace poco más de tres años —momento en el cual ya se hablaba de la situación de normalidad de nuestras relaciones bilaterales— he considerado que la tradicional amistad de España con los países árabes era —y es— uno de los mayores activos de nuestras relaciones. La credibilidad española tanto en el mundo árabe como en Israel hicieron posible el consenso a la hora de elegir Madrid como sede de la Conferencia de Paz (1991). Desde entonces España ha sido uno de los países europeos que mejor y más intensamente ha trabajado para facilitar las relaciones multilaterales y bilaterales de Israel con países árabes. La organización de la Conferencia Euromediterránea de Barcelona y los buenos oficios de la diplomacia española que hicieron posible el establecimiento de relaciones con Mauritania, son, respectivamente, dos ejemplos significativos de los muchos posibles. España todavía puede desempeñar un papel importante como puente entre Israel y los países árabes. También se abren ante nosotros posibilidades de cooperación trilateral entre Israel, España y terceros países del Magreb, de la cuenca mediterránea e Hispanoamérica.
Paralelamente a la intensificación de las relaciones políticas a nivel bilateral y en el marco del proceso de paz que he señalado, los vínculos culturales, científicos y económicos entre nuestros países se han consolidado e intensificado.
La tan esperada apertura del Instituto Cervantes de Tel Aviv, durante la visita del presidente Aznar el pasado mes de junio, es el acontecimiento cultural de mayor importancia y trascendencia que se ha producido entre nuestros países en mucho tiempo. Aznar declaró que España ha querido dedicar un gesto especial al cincuentenario del Estado de Israel con la apertura del Instituto Cervantes en nuestro país, lo cual añadió una dimensión simbólica a la inauguración.
A nivel científico, la renovación de los acuerdos bilaterales, y proyectos conjuntos en materia de aprovechamiento del agua y lucha contra la desertización constituyen un punto de partido para la intensificación de nuestra cooperación científica que podría llegar a tener una importancia mucho mayor de la que actualmente tiene.
En los últimos tres años, el intercambio comercial total entre España e Israel ha aumentado en más de un 50%, pasando de los 630 millones (1994) a los 940 millones de dólares (1997), y las cifras parciales de 1998 nos dan un incremento próximo al 10%. En este momento, el intercambio bilateral total ronda los mil millones de dólares anuales, aproximadamente un tercio de esta cifra corresponde a las exportaciones israelíes a España y las dos terceras partes restantes las constituyen las exportaciones españolas a Israel. Es un volumen de intercambio comercial importante con un saldo claramente favorable a España. España exportó a Israel (1996) más de 90.000 millones de pesetas, lo que le convierte en el principal mercado para España en oriente próximo, muy por delante de países como Arabia Saudí (62.000), Egipto (40.000) o Irán (34.000), en uno de los más importantes de la cuenca del Mediterráneo, y en el decimoctavo a nivel mundial. Por su parte, España ocupa el décimo lugar como cliente de Israel.
Pero no sólo ha sido importante el aumento cuantitativo de nuestras relaciones comerciales, sino también su progresiva diversificación, abriéndose cada vez más el abanico de bienes y servicios que se exportan o importan, y el número de empresas que emprenden proyectos conjuntos ha ido en aumento. Por otra parte, Dragados y Construcciones se ha adjudicado el concurso internacional para la construcción de dos túneles dobles a través del monte Carmelo, en la ciudad de Haifa; el importe del proyecto asciende a 38.000 millones de pesetas. Las inversiones israelíes en España han cobrado un nuevo impulso; la empresa israelí Dead Sea Works se ha convertido en el socio mayoritario del recién privatizado Grupo Potasas, con una inversión de 10.000 millones de pesetas. La próxima firma del acuerdo para la supresión de la doble imposición entre nuestros países será un catalizador importante para el desarrollo del intercambio comercial.
El próximo mes de enero se cumplirán trece años desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel; en la tradición judía, los trece años son la edad de la madurez. La plena normalidad ha caracterizado las relaciones hispano-israelíes en los últimos años, ahora, que son más fluidas e intensas que nunca, podemos afirmar que hemos alcanzado la madurez.

Cierre
Desde el nacimiento del estado, los israelíes siempre hemos tenido el mismo anhelo: hacer de Israel el hogar nacional de todo el pueblo judío, con una sociedad democrática, justa y desarrollada, conviviendo en paz con nuestros vecinos. Casi la mitad de los judíos del todo el mundo ya viven en Israel. Debemos seguir luchando para alcanzar una paz justa y duradera, para que Israel sea un país de acogida para nuestro pueblo y una verdadera tierra de paz y promisión. Estamos en el buen camino y lo lograremos.
La próximas elecciones imprimirán, lógicamente, un nuevo rumbo al proceso de paz. Sea cual sea el resultado, Israel seguirá buscando la paz con sus vecinos, pero es importante que los dirigentes árabes entiendan que Israel es una democracia, y que son los ciudadanos de Israel quienes deciden qué personas y opciones políticas han de gobernar.
Estamos en los umbrales del siglo xxi. Israel continuará avanzando, asumiendo nuevos desafíos y realizando nuevos logros sociales, culturales, científicos y tecnológicos en todos los ámbitos para su beneficio y el de aquellos vecinos que tiendan la mano a la paz.