Avanzando hacia la paz
Ehud Gol
Embajador de Israel
La Voz de Galicia, 15 de marzo de 1999
A finales de febrero se celebró en Madrid un encuentro entre palestinos e israelíes organizado por la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Fundación Humanismo y Democracia. En este artículo, Ehud Gol, embajador de Israel, resume las ideas que expuso durante su intervención en el encuentro. Ehud Gol ha seguido muy de cerca, desde distintos cargos en el Ministerio de Exteriores isarelí, el proceso de paz en Oriente Medio.
Hace poco más de siete años, el 30 de octubre de 1991, se inauguraba en Madrid la conferencia de paz sobre oriente próximo. Israel y sus vecinos cruzaban su Rubicón en el camino hacia la paz. Yo estuve en Madrid como portavoz del primer ministro Shamir. Después, desde otros cargos en el Ministerio de Exteriores he podido seguir el proceso de cerca. Creo que ninguno de los que vivimos aquella conferencia de Madrid imaginaba que avanzaríamos tanto en tan poco tiempo. ¿Acaso alguien podía tan sólo imaginar hace algunos años que las más altas personalidades de Israel asistirían al funeral de un jefe de estado árabe? Esta situación, con los responsables políticos de Israel y de la mayoría de los países árabes participando juntos en un acto como este el entierro del rey Hussein, era poco menos que inimaginable hace muy poco tiempo.
Poco a poco, como se vio hace unos días en Ammán, las relaciones entre Israel y sus vecinos van adquiriendo un cierto aspecto de normalidad. Todos sabíamos cuando se iniciaron las conversaciones de paz que sería un proceso lento y lleno de dificultades. Es necesario ver el proceso con un poco de perspectiva, distanciarse de los problemas cotidianos y ver lo mucho conseguido desde Madrid. No se trata de ver a toda costa el vaso medio lleno, pero tampoco podemos permitir que los problemas que además es lógico que surjan nos impidan ver la nueva situación que va surgiendo en nuestra región.
Los acuerdos firmados con los palestinos han hecho posible que celebraran sus primeras elecciones; que Gaza y ocho importantes ciudades de Cisjordania, entre ellas Jericó y Hebrón, estén bajo administración palestina; la inauguración del aeropuerto palestino de Daaniya; la construcción y puesta en funcionamiento del parque empresarial de Karni en la frontera entre Gaza e Israel; las reuniones periódicas de comités especializados en diversas áreas de mutuo interés. Según lo acordado en Wye, Israel entregará un 13 por ciento más de Cisjordania, con lo cual un 40 por ciento del territorio y el 98 por ciento de su población quedarán bajo administración palestina; esto se pondrá en práctica tan pronto los palestinos vayan cumpliendo los compromisos que asumieron en ese Memorándum.
La conferencia de Madrid también marcó el inició de las conversaciones con Siria y Líbano. El actual gobierno de Israel ofreció la retirada total del sur del Líbano, en cumplimiento de la resolución 425 de la ONU, siempre y cuando su gobierno se hiciera responsable del control de los grupos que operan desde allí. Líbano, cuya soberanía está más que recortada por la presencia militar y la presión política sirias, no aceptó la propuesta israelí. Estoy convencido de que después de las elecciones las conversaciones sirio-israelíes se reanudarán, sea quien sea el próximo primer ministro.
La firma del acuerdo de paz con Jordania (octubre 1994) es otro de los logros más sólidos e importantes del proceso iniciado en Madrid. Las relaciones entre nuestros gobiernos y pueblos son cálidas y abiertas, como lo demuestra la firma en este corto período de tiempo de numerosos acuerdos de cooperación en diversas áreas. La paz con Jordania debe servirnos de modelo para futuros acuerdos. El profundo afecto del pueblo israelí hacia el desaparecido rey Hussein pudo verse en las escenas de dolor que se vivieron en Israel con motivo de su fallecimiento. Este sentimiento reflejaba la enorme confianza de los israelíes en la paz alcanzada con Jordania.
La apertura de relaciones a diferentes niveles con otros países árabes como Mauritania, Marruecos, Túnez, Omán y Qatar, es otro de los frutos de la paz que merece ser destacado.
Paralelamente a las conversaciones bilaterales se han celebrado varias rondas multilaterales con la participación de otros países de la región y de terceros países que crearon un clima de diálogo y cooperación que contribuyó al avance en las negociaciones bilaterales. Israel y sus vecinos deben hacer frente a una serie de problemas comunes como la falta de agua, la desertización, la conservación del medio ambiente, el reciclado, la creación de modernas redes de comunicaciones y telecomunicaciones, entre otros, que no pueden ser tratados de modo eficaz a nivel nacional. No hay ninguna razón por la cual no podamos construir un oriente próximo próspero, como se ha logrado en Europa tras siglos de guerras y conflictos. También han sido importantes las cumbres económicas de Casablanca (1994) y Amán (1995), la conferencia Euromediterránea de Barcelona (1995) y, en menor medida, las de El Cairo (1996) y Doha (1997). Las conversaciones multilaterales, pueden beneficiarnos mutuamente; su reanudación daría un nuevo impulso al proceso de paz.
La próxima fase del proceso de paz es la más importante. Las negociaciones sobre el estatuto definitivo están destinadas a alcanzar un acuerdo completo con los palestinos; son también las más complejas y delicadas, ya que en ellas debemos tratar los asuntos más complejos y sensibles: Jerusalén, refugiados, asentamientos, convenios de seguridad, fronteras, relaciones y cooperación con otros vecinos, y determinar qué tipo de entidad será en el futuro la actual Autoridad palestina. Que nadie espere que las futuras negociaciones sean fáciles ni que se alcancen acuerdos rápidamente. Acabar con el terrorismo y con la incitación a la violencia es el requisito básico para avanzar.
Europa puede desempeñar un papel importante promoviendo un ambiente de cooperación regional que favorezca el avance hacia la paz, si bien no puede sustituir a las partes ni ser parte integral de las negociaciones entre israelíes y palestinos. Somos nosotros, israelíes y palestinos, quienes hemos de vivir como vecinos y compartir los costes de la paz y sus beneficios. La forma de abordar los problemas cuando surgen es tratarlos directamente con la otra parte. Las declaraciones unilaterales y las presiones externas sólo pueden dificultar el proceso.
Si miramos hacia atrás, incluso en un momento como el actual en el que el proceso de paz avanza muy lentamente, creo honestamente que hemos dado varios pasos de gigante desde 1991. Autogobierno palestino, paz total con Jordania, una cierta normalización de relaciones entre Israel y varios países árabes, y un proceso de paz que pese a las crisis y los obstáculos sigue adelante. Todo esto debe servirnos para afrontar con optimismo las dificultades que todavía hemos de superar.