El día después de Wye

Ehud Gol
Embajador de Israel

ABC, 2 de noviembre de 1998

 

Han sido necesarios nueve días de intensas, y en ocasiones tensas, reuniones directas entre el Primer Ministro Netanyahu y Arafat para alcanzar un acuerdo que permita hacer avanzar el proceso de paz. Sin duda, son muchas las lecturas que pueden hacerse del memorándum acordado en Wye. Por una parte, el mero hecho de que como resultado de las conversaciones directas entre Arafat y Netanyahu se haya alcanzado un acuerdo es muy importante, pero no es menos cierto que las fórmulas que regulan su aplicación así como el punto de llegada lo son aún más.
Israel ha asumido riesgos en materia de seguridad, aunque en esta nueva etapa se han creado unos mecanismos de aplicación gradual de lo acordado, lo que obliga a ambas partes por igual a la hora de cumplir su parte del acuerdo, antes de exigir nada a la contraparte. Los principios que rigen el memorándum son la seguridad y la reciprocidad, y su aplicación está sometida a instrumentos de control y vigilancia. La agenda es, pues, una parte esencial del acuerdo. Israel sólo estará obligado a hacer efectivas las concesiones territoriales cuando la Autoridad palestina haya cumplido sus compromisos; el apoyo y el control de la Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos son en principio una de las principales garantías para que en esta ocasión Arafat haga un esfuerzo real en la lucha contra el terrorismo.
La Autoridad palestina se ha comprometido a encarcelar a los sospechosos de terrorismo y acabar con el sistema de "puerta giratoria" —por el cual los detenidos entraban y salían por la misma puerta al poco de entrar sin cumplir condena alguna—, a recoger las armas ilegales, a cambiar la legislación de modo que quede prohibida la producción, venta y tenencia de armas, a prohibir la incitación al odio anti-israelí y, por enésima vez, a revocar los artículos de la Carta palestina que preconizan la destrucción de Israel y la continuación de la lucha armada.
Por su parte, Israel, entregará un 13 por ciento más de Cisjordania, con lo cual un 40 por ciento del territorio y el 98 por ciento de su población quedarán bajo administración palestina. También se ha acordado la creación de un parque industrial, la autorización para la construcción de un puerto y de un aeropuerto en Gaza, y el establecimiento de un paso seguro que enlace Gaza y Cisjordania. El memorándum supone un avance real e importante para el proceso de paz, y ha sido negociado y firmado por el premier Netanyahu, en contra de los pronósticos de no pocos analistas y observadores internacionales.
Ahora, lo fundamental es que el ambiente de confianza surgido tras días de arduas negociaciones no se quiebre. La confianza mutua entre ambos dirigentes es esencial para empezar a negociar lo principal, y por lo tanto lo más difícil, el acuerdo sobre el estatuto permanente. Para ello es necesario cumplir todo lo estipulado en los acuerdos, pero también es importante que el clima tanto regional como internacional en torno al proceso de paz sea de concordia y de cooperación. El apoyo de la Unión Europea a este acuerdo es, como siempre, importante, pero debe evitar hacer declaraciones favorables a las tesis palestinas. Debemos recuperar el clima que hizo posible las primeras cumbres económicas regionales y las, a mi juicio, absolutamente imprescindibles conversaciones multilaterales. En gran medida, el éxito de Wye se debe a la implicación y dedicación del presidente Clinton y del rey Hussein de Jordania, quienes en todo momento han trabajado para acercar posturas. En el futuro próximo, el papel de estos dos dirigentes seguirá siendo fundamental. Otros países como Egipto, y especialmente su presidente Mubarak, pueden desempeñar un papel destacado en el proceso de paz si hacen un esfuerzo por contribuir a crear un ambiente más distendido entre Israel y los países árabes. Esto permitiría a los países de la región reanudar las conversaciones multilaterales, suspendidas desde hace más de dos años. El gobierno de Israel sigue considerando prioritarias las conversaciones multilaterales en áreas como el desarrollo económico regional, el agua y el medio ambiente entre otras dada la importancia de estos problemas para el futuro de la región. Para que los acuerdos firmados entre Israel y sus vecinos se conviertan en verdaderos instrumentos para la búsqueda de la paz debemos ir construyendo entre todos una región cuyas relaciones se basen en la cooperación y no en el enfrentamiento.
Hace dos años, los países árabes frustraron el encuentro multilateral que iba celebrarse en Valencia. Nunca podremos avanzar hacia la paz mientras las conversaciones multilaterales y otros foros afines cuyo objetivo es el desarrollo y la colaboración regional sean utilizados como arma política. ¿Cómo vamos a crear confianza entre nuestros ciudadanos ante desafíos políticos y de seguridad de extraordinaria complejidad y trascendencia, si somos incapaces de abordar conjuntamente problemas que a todos nos afectan y cuya solución a todos beneficia?
El memorándum de Wye vuelve a abrir la puerta hacia la paz entre palestinos e israelíes. Ahora debemos luchar juntos contra el terrorismo para que los extremistas no nos quiten lo que hemos conquistado. Esta semana hemos firmado un acuerdo con Jordania para el reparto del agua del río Yarmuk; y, por otra parte, recibiremos la visita del Ministro de Exteriores de Mauritania. Esto es para nosotros trabajar juntos en favor de la paz. Para alcanzar un paz justa y duradera debemos asumir que ésta sólo será posible en un clima de confianza mutua, y que la cooperación regional es la única fórmula para que las esperanzas de prosperidad y desarrollo vuelvan a nuestra región.
El día de después de Wye hay debemos asumir conjuntamente la responsabilidad de ir allanando el camino para facilitar la negociación del estatuto permanente, y hacer un gran esfuerzo para acercar a israelíes y palestinos.