Cincuenta años del Estado de Israel
Cinco décadas de dinamismo y respeto a la pluralidad

Ehud Gol
Embajador de Israel

ABC, 29 de abril de 1998

El Estado de Israel celebra hoy el 50 aniversario de su creación. Dudo que haya en la historia de la humanidad otro ejemplo de un estado que incluso antes de nacer y durante el primer período de su existencia haya tenido tanta influencia en los acontecimientos históricos y haya dejado una huella tan profunda que su impronta sea patente en todos los rincones del mundo.

El pueblo judío, que tantas tragedias ha conocido, fue desterrado de su tierra y de su patria dos veces. La primera, tras la destrucción de su capital Jerusalén por Nabucodonosor, rey de Babilonia, en el año 587 a.e.c. y la segunda, tras la destrucción del segundo templo por las legiones de Tito en el año 70 e.c. Los más de 2000 años de diáspora no consiguieron atenuar la aspiración fundamental de los judíos de volver a su patria histórica. Las terribles desgracias que han asolado a nuestro pueblo durante toda su historia como los pogromes, el destierro de España, y en este siglo la tragedia más terrible de todas, el Holocausto, no han hecho sino reforzar la voluntad de salvaguardar nuestra singularidad como pueblo y de volver a la tierra de nuestros antepasados. Hace 100 años estos sueños se hicieron tangibles con la creación del movimiento sionista, el movimiento de liberación nacional del pueblo judío.

Medio siglo después del nacimiento del sionismo político se creó el Estado de Israel. A pesar del exterminio de seis millones de judíos en la Europa ocupada por la Alemania nazi, tres años después de la liberación de los campos fuimos capaces de hacer realidad el sueño de un estado judío. Muchos de nuestros hermanos que sobrevivieron al horror de las cámaras de gas encontraron un nuevo hogar en Israel, algunos incluso lucharon —y murieron— en la guerra de Independencia.

Unos veinte años después del nacimiento del sionismo político, comenzó a desarrollarse el movimiento nacionalista árabe. Desde un principio, el nacionalismo árabe se opuso a todas las fórmulas y propuestas que conllevaran las ideas de cooperación o partición, se negó a reconocer el derecho de los judíos a un hogar nacional, rechazó el plan de partición de las Naciones Unidas de 1947 y declaró la guerra a la pequeña población judía de la Tierra de Israel. Si hay milagros en este mundo, uno de ellos fue el éxito de esta pequeña población de 600.000 habitantes de la Tierra de Israel tras ser atacados por siete países árabes. El precio que tuvieron que pagar fue muy elevado: un uno por ciento de sus hombres y mujeres dieron su vida por el nuevo estado que Ben Gurion declaró el día 5 de Iyar del año 5708 (14 de mayo de 1948), hace hoy cincuenta años. Son incontables los logros que nuestro país ha realizado en las cinco décadas que han transcurrido desde entonces, pero para mí que nací en Jerusalén dos años antes de la independencia, la misión más importante era dar refugio a los millones de judíos indigentes y sin derechos que estaban dispersos por todo el mundo.

Dos años después de su creación, Israel había acogido a cerca de un millón de inmigrantes, muchos de ellos supervivientes del Holocausto; en estos cincuenta años se han instalado en el país tres millones de personas de más de cien países distintos. Sólo en los últimos siete años han sido acogidas 700.000 personas, aproximadamente un 15% de la población de Israel, a pesar de las dificultades económicas y sociales. El Estado de Israel se ha convertido en un crisol de culturas, las culturas de los emigrantes que han hecho de él su hogar, su honor y su identidad nacional. En el transcurso de una generación se han integrado todos ellos en la sociedad israelí y han contribuido a su desarrollo y su economía. Durante ese tiempo Israel se ha visto obligado a luchar en 5 guerras contra unos vecinos que no querían aceptar su presencia en Oriente próximo. Sólo la fortaleza y entereza de Israel han sido garantes frente a aquellos cuya aspiración era destruirlo. La puerta de la paz sólo se abrió cuando algunos países del mundo árabe reconocieron que era imposible destruir a Israel.

El proceso de paz en el que nos encontramos en estos momentos no es fácil. Todavía se encuentra bajo la amenaza del terrorismo y la animosidad de la mayoría de los países árabes. El Estado de Israel ha cumplido escrupulosamente los tratados y acuerdos de paz firmados con Egipto, Jordania y la Autoridad palestina, lo cual demuestra que está dispuesto tanto a hacer concesiones como a aceptar los riesgos que conlleva la paz, aunque siempre salvaguardando la seguridad de sus habitantes. No hay ningún país ni sociedad en el mundo dispuestos a vivir bajo la amenaza del terrorismo.

El desarrollo tecnológico de Israel en los 50 años de su existencia abre una puerta a la esperanza no sólo para nosotros sino también para nuestros vecinos. La verdadera paz llegará con la cooperación en los ámbitos del agua, el medio ambiente, las telecomunicaciones y el desarrollo regional.

El gran dinamismo y pluralidad de la sociedad israelí, y la singularidad de la historia judía contemporánea explican el que Israel ocupe un lugar destacado en diversas áreas, algunas poco conocidas: a nivel científico y tecnológico, estamos entre los países del mundo que más gastan en I+D (3,2% del PIB), tenemos el mayor número de científicos e ingenieros (13,5 por mil), somos capaces de poner en órbita nuestros propios satélites, en los centros de I+D radicados en Israel de las grandes multinacionales (IBM, Intel, Motorola, etc.) se han desarrollado avances presentes en hogares de todo el mundo; en lo referente a cultura podemos destacar que, en términos relativos, se publican y se leen más libros y periódicos que en ningún otro lugar, y lo mismo puede decirse en cuanto a la asistencia a conciertos de música clásica, cine, teatro y museos; en lo económico, disfrutamos de una renta per cápita (17.000 dólares, aprox.) superior a la de algunos países de la UE, con una tasa de paro relativamente baja (8%), un PNB superior a los 90 millardos, y un intenso comercio exterior; la medicina, la educación y la agricultura de Israel gozan asimismo del reconocimiento internacional.

El siglo XXI está a la vuelta de la esquina. Israel continuará avanzando, realizando logros científicos en todos los ámbitos para su beneficio y el de aquellos vecinos que tiendan la mano a la paz.