ISRAEL, MERCADO PARA ESPAÑA

Ehud Gol
Embajador de Israel

La Vanguardia, 30 de marzo de 1998

Hace poco más de dos años, en enero de 1996, con motivo de la conmemoración del décimo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel yo señalaba —entonces acababa de iniciar mi misión diplomática en España— que en aquel momento lo más destacable de las relaciones bilaterales es que habían entrado en la fase de normalización. Esto que entonces era cierto, hoy podemos afirmarlo, en vísperas del cincuentenario del estado de Israel, con una perspectiva aún más amplia.
En estos dos años largos se han producido importantes cambios en la esfera internacional, a nivel regional y en cuanto a los gobiernos de nuestros respectivos países. Ninguno de estos cambios ha afectado a la buena marcha de nuestras relaciones bilaterales. Los intercambios de visitas de altos cargos de diferentes ministerios dan testimonio de la fluidez de las relaciones en diversos ámbitos.
En poco más de un año, el primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, ha visitado dos veces España, en fechas recientes, la ministra española de medio ambiente, Isabel Tocino, realizó una intensa visita a Israel, y en los próximos meses el presidente del gobierno, José María Aznar, así como el presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, tienen programados sendos viajes a Israel.
Quizás el enorme interés que despiertan en los medios informativos algunos aspectos concretos de las relaciones bilaterales (el papel de España en el proceso de paz, lo relacionado con el legado hispanojudío y sefardí, o los conciertos de la Filarmónica de Israel en España), sea la causa de que las intensas relaciones económicas entre nuestros países pasen casi inadvertidas.
En 1996, tras varios años de crecimiento sostenido, el intercambio comercial hispano-israelí rondó los 1.000 millones de dólares. Aproximadamente un tercio de esta cifra corresponde a las exportaciones israelíes a España y las dos terceras partes restantes las constituyen las exportaciones españolas a Israel. El intercambio global entre nuestros países se ha multiplicado por cuatro en el decenio 1987-1996, habiendo crecido más las exportaciones españolas hacia Israel que las israelíes hacia España. España exportó a Israel 125 millones de dólares en 1987. En 1996, estas exportaciones se habían multiplicado por cinco, alcanzando los 630 millones de dólares (91.000 millones de pesetas); una tercera parte procedían de Cataluña. Con estas cifras, Israel se convertía en el principal mercado para España en oriente próximo (Arabia Saudí, 62.000 millones de pesetas; Egipto 40.000; Irán, 34.000), en uno de los más importantes en la cuenca del Mediterráneo (Marruecos, 106.000 millones de pesetas; Argelia, 89.000), y en el décimoctavo a nivel mundial.
El alto desarrollo económico y tecnológico de Israel, y las expectativas de paz en la región, entre otros elementos, han sido determinantes en el gran esfuerzo que están realizando numerosos empresarios españoles para conquistar mercado en Israel. España vende en Israel automóviles, maquinaria agrícola, metales, muebles y moda, entre otros. También quiero señalar que en este momento hay varias grandes empresas constructoras españolas compitiendo en concursos para la construcción de infraestructuras en Israel.
También los productos y servicios israelíes han ampliado considerablemente su nivel de penetración en el mercado español, y son cada vez más variados los productos que España importa de Israel. Productos y tecnología agrícolas, plásticos, programas informáticos, equipos médicos, productos químicos y fertilizantes, etc. procedentes de Israel son cada vez más conocidos y valorados por el público español.
El paso del tiempo ha ido demostrando que son muchas más las áreas en las que nuestras economías se complementan que aquellas en las que competimos. Las expectativas para el crecimiento del intercambio y la cooperación hispano-israelí en los próximos años son enormes, de modo especial en todo lo relacionado con la desalinización y el aprovechamiento del agua, los productos de alta tecnología, la agricultura, las telecomunicaciones, la informática o las infraestructuras.