De nuevo el terrorismo
Ehud Gol
Embajador de IsraelEl Mundo, 6 de septiembre de 1997
Una vez más, el terrorismo ciego ha golpeado en el corazón de Jerusalén. Un joven de veinte años y tres niñas de 12, 14 y 15 perdieron sus vidas. ¿En nombre de qué ideología decidieron esos tres animales acabar con cuatro vidas y herir a 190 personas (mujeres, niños, ancianos)?. ¿En nombre de qué religión se puede despreciar así la vida humana? ¿En qué cultura se incita a las personas a este tipo de terrorismo bárbaro? ¿Existe acaso algún acto político o alguna provocación que pueda justificar el asesinato de niñas?
Hace casi cuatro años que Israel está inmerso en un proceso de paz con nuestros vecinos palestinos que debe llevar la calma y la tranquilidad a ambos pueblos. Es legítimo esperar (y exigir) que durante las negociaciones que los palestinos no utilicen el terrorismo como medio de presión política.
Tras un año de relativa calma, el terrorismo indiscriminado sacude de nuevo nuestras calles, aprovechando la actitud complaciente de ciertos sectores y la pasividad de otros. Durante muchos meses, los medios de comunicación y personalidades políticas de todo el mundo han estado criticando al gobierno israelí por supuestas violaciones de los acuerdos con los palestinos, pero han hecho la vista gorda ante el incumplimiento del compromiso de la Autoridad palestina de acabar con el terrorismo de Hamás y Yihad Islámica. En febrero de 1996, Arafat dio pruebas de su capacidad para luchar contra el terrorismo. Por el contrario, el mes pasado demostró públicamente que legitimaba la violencia terrorista, besando y abrazando a los cabecillas de Hamás.
El cinismo mostrado por los editoriales de algunos diarios españoles, tras el último atentado, haciendo un llamamiento a los "radicales de ambos bandos" para que abandonen el terrorismo es, cuando menos, hipócrita. Hubiera estado bien que dijeran cuándo fue la última vez que unos israelíes se hicieron estallar en medio de un mercado árabe con el objetivo de asesinar indiscriminadamente a mujeres y ancianos.
En lugar de llegar a tales absurdos en su afán de trazar un paralelismo entre víctimas y asesinos, lo que deberían hacer los dirigentes políticos y los creadores de opinión es ejercer una presión masiva y sin tregua sobre Arafat para que luche contra el terrorismo. Arafat tiene que elegir entre hacer la paz con Israel o hacerla con Hamás. Mientras no decida, Israel estará obligado a adoptar todas las medidas posibles para defender a su población y evitar que se produzcan nuevos atentados terroristas en sus calles. Obligación que tiene cualquier país, incluido Israel.