Israel y la región mediterránea

Ehud Gol
Embajador de Israel

2010, Mediterranean Free Trade Zone, 3
Madrid, junio de 1996

Desde la convocatoria de la Conferencia de Paz de Madrid en octubre de 1991, hace ahora cinco años, todos los esfuerzos de Israel han estado centrados en el proceso de paz en Oriente Medio. La apertura del diálogo entre las partes de la región, que se había venido enfrentando a lo largo de cuarenta años, cinco guerras y un número incalculable de pérdidas humanas, auspició el comienzo de una nueva era, fundamentada en el realismo colectivo, para alcanzar la mutua comprensión y una solución pacífica de nuestros problemas.

Después de casi cinco décadas de guerra y hostilidades, el desarrollo de la compresión mutua y de la confianza exigen un gran esfuerzo, necesario para conseguir relaciones verdaderamente pacíficas entre los pueblos y las naciones. Probablemente el elemento clave de cualquier fórmula para encontrar el cemento que algún día permitirá unir los ladrillos de la paz en nuestra región, consista en compartir los intereses económicos y la actividad comercial. En los años 90, con mayor fuerza que nunca, se entrelazan política y economía y esta tendencia no muestra signos de debilidad. De todos modos la economía está destinada a desarrollar un papel cada vez mayor en las relaciones internacionales, a medida que el mundo se acerca al modelo de la "aldea global".

Los intereses económicos, por lo tanto, también están obligados a desempeñar un papel muy importante en la construcción de una paz duradera en el Oriente Medio. La función de la economía y del comercio consistirá en echar las bases del entendimiento, la familiaridad y los intereses compartidos que, como lo espera Israel, apuntalarán la resolución, por parte de todos los gobiernos de la región, de alcanzar ese entendimiento y conservarlo. Una vez que los intereses económicos estén comprometidos, tanto los de carácter privado como los públicos, los gobiernos árabes estarán menos inclinados a interferir en el proceso de paz, lo que atraería la inestabilidad y suscitaría una mayor oposición a este tipo de posturas en el seno de sus propias sociedades. Pero además, la paz y la estabilidad producirán consecuencias positivas de carácter económico y una prosperidad de la que podrán disfrutar todos los pueblos de la región, lo que es ciertamente un objetivo digno de esfuerzo. El continente europeo, tanto la Unión Europea como los estados miembros, quieren desarrollar un papel fundamental en la escena internacional. En ese sentido, el conflicto de Oriente Medio no les puede resultar ajeno. España, que se integró en la Comunidad Europea en 1986, el mismo año que estableció sus relaciones diplomáticas con Israel, pudo cumplir un papel más equilibrado que antes y, como consecuencia, convocó la Conferencia de Paz de 1991. La importancia de la actuación de Europa en la región ha sido cada vez mayor, un hecho que Israel acepta, ya que la posición de Europa ha sido cada vez más equilibrada.

En este contexto se inserta la iniciativa europea (española) de iniciar un diálogo euromediterráneo. El interés de europa por conseguir este diálogo era evidente. Aun a riesgo de caer en una simplificación inadecuada, podría definirse como la necesidad de establecer las bases del diálogo entre Europa y sus vecinos del sur, para ejercer mayor influencia y aportar mayor ayuda al desarrollo de una región cuya estabilidad política, económica y social es de vital interés para la Unión Europea en su conjunto y para algunos de sus estados miembros en particular. Los riesgos que comportaría la falta de diálogo entre las dos partes del Mediterráneo aparecerán mucho más importantes que el precio de fomentar ese mismo diálogo.

El interés de España en este proceso no se puede diferenciar de su papel en el seno de la Unión Europea. España logró muy pronto encontrar, dentro de la Unión Europea, el espacio en el que ha conseguido alcanzar una ventaja relativa, debido a su situación geográfica y a su tradición. España se considera puente natural entre Europa y Africa del Norte y ha desarrollado una política apropiada para lograr ese objetivo. El diálogo euromediterráneo pretende conseguir varios resultados, todos ellos contenidos en un objetivo fundamental: mejorar las condiciones económicas de la región mediterránea como un instrumento que permita elevar las condiciones sociales y la estabilidad política. El mayor perdedor, con tales resultados, sería la creciente ola de fundamentalismo en algunas zonas del norte de Africa.

En este punto coinciden los intereses de Israel y los de Europa. Está claro por qué una mayor estabilidad y bienestar en el norte de Africa coincide con los intereses europeos. El objetivo de Israel de desarrollar la economía regional y la estabilidad política, coincide tanto con los intereses de Europa como con los de los regímenes árabes moderados de la región mediterránea. Al enganchar el vagón de Oriente Medio con el tren mediterráneo, Israel pretende ampliar las bases del diálogo, atrayendo a su seno a más regímenes moderados, más economías y sociedades desarrolladas, con una cultura política y una historia comunes.