De Madrid a Barcelona

Ehud Gol
Embajador de Israel

La Vanguardia, 3 de diciembre de 1996

Con la perspectiva histórica que nos dan los cuatro años transcurridos podemos afirmar que la Conferencia de Paz de Madrid, que abría el camino hacia la paz en nuestra región, fue un gran éxito. En la conferencia de Madrid se establecieron las dos vías de negociación sobre las que tratamos de construir el edificio de la paz. Negociaciones bilaterales directas entre Israel y sus vecinos, y conversaciones multilaterales encaminadas a buscar soluciones conjuntas a los grandes problemas de la región.

De los avances del proceso de paz y de la progresiva normalización de las relaciones de Israel con los países árabes en estos años dan testimonio los acuerdos firmados con los palestinos (Oslo 1 y Oslo 2), el acuerdo de paz con Jordania y el establecimiento de relaciones y contactos a distintos niveles con Marruecos, Túnez, Mauritania, Omán y Qatar.

La firma de acuerdos de paz y las garantías de seguridad constituyen los pilares de la paz en oriente próximo. Pero sólo podremos garantizar la paz y la estabilidad si éstas vienen acompañadas del desarrollo económico y social de todos los pueblos y estados de la región. Para ello son imprescindibles el apoyo internacional (político, económico, financiero y técnico) y la cooperación regional. El desarrollo sostenido de los países de oriente próximo sólo es posible si abordamos conjuntamente los grandes problemas comunes (escasez de agua, baja productividad agrícola, aprovechamiento energético, protección del medio ambiente, etc.) y unimos nuestros esfuerzos para equiparnos de las infraestructuras (transportes, telecomunicaciones, etc.) nacionales y regionales que nos permitan competir en unos mercados internacionales cada vez más abiertos e interdependientes. Las cumbres económicas de oriente medio y el norte de Africa de Casablanca (1994) y Amán (1995) han sido de una gran importancia para la presentación y puesta en marcha de proyectos conjuntos -entre ellos el de la creación de un banco de desarrollo regional- que redundarán en beneficio de los países de la región y que contarán con el respaldo económico internacional.

Hace muy poco tiempo la convocatoria de una conferencia mediterránea con la participación de países árabes y de Israel era impensable. El proceso de paz iniciado en Madrid, a pesar de las enormes dificultades a las que se ha enfrentado y se enfrenta, ha creado un nuevo clima que también ha abierto las puertas al diálogo multilateral. Este nuevo ambiente político y económico entre Israel y un gran número de países árabes ha permitido superar las diferencias y la conferencia Euromediterránea de Barcelona ha abierto nuevas vías para el diálogo entre Europa y sus 12 socios mediterráneos y de éstos entre sí. Ciertamente durante la Conferencia han quedado patentes no pocas diferencias -algunas de fondo- tanto en los objetivos como en los medios y ritmos para alcanzarlos, pero lo que es más importante es que todos los participantes han mostrado una clara voluntad de acercamiento y cooperación en torno al Mediterráneo. Este es sin duda un logro importante, por lo que se habla de un "espíritu de Barcelona".

La conferencia de Barcelona ha creado un marco adecuado para que los países de la Unión Europea y del Mediterráneo decidan conjuntamente las posibles formas de colaboración en el futuro. En el plano económico, marca el inicio de un largo proceso que concluirá en el año 2010 con un acuerdo de libre comercio euro-mediterráneo. La conferencia Euromediterránea redundará igualmente en una mayor estabilidad, y contribuirá a la creación de valores comunes en los planos político, social y económico.

Israel considera que la Conferencia Euromediterránea ha reforzado la estabilidad regional, abre nuevos cauces para el diálogo institucional y el entendimiento cultural y religioso y dará un impulso al desarrollo socioeconómico. La importante ayuda económica que tiene previsto conceder la Unión Europea entre 1995 y 1999 (6100 millones de dólares) a los países mediterráneos es una garantía tan sólida como necesaria para garantizar el desarrollo, la cooperación y la estabilidad y mejorar los niveles de educación y entendimiento interreligioso.

Tendrán que pasar todavía algunos años para establecer el alcance de lo acordado en Barcelona, si bien el amplio consenso en la declaración final, el espíritu de diálogo, el establecimiento de mecanismos para continuar trabajando y las ayudas en inversiones de la Unión Europea permiten ver con optimismo un futuro de cooperación y entendimiento en torno a nuestro mar común.

La conferencia Euromediterránea crea nuevas expectativas económicas, culturales y sociales que contribuirán a la consolidación de la paz. Con la conferencia de Barcelona, añadiremos una planta más al edificio de la paz cuyos cimientos se pusieron en Madrid.

En el camino que va de Madrid a Barcelona nuestro sueño de paz, desarrollo y cooperación ha comenzado a hacerse realidad.