9 de abril de 1998

 

Mensaje del Presidente del Estado de Israel
Ezer Weizman en ocasión
del cincuentenario del Estado de Israel

El Estado de Israel celebra este año el cincuentenario de su independencia. En el trascurso de los últimos cincuenta años, a pesar de todas las dificultades internas y externas, hemos construido un país sobresaliente. Tenemos una economía pujante, un nivel tecnológico que se encuentra entre los más avanzados del mundo, un alto nivel de investigaciones científicas, una agricultura muy desarrollada y una vida cultural muy rica. Al mismo tiempo, hemos tenido un éxito extraordinario en el cumplimiento del desafío sionista de absorber inmigrantes del todo el mundo.

En los últimos años hemos absorbido a 750.000 judíos de la ex Unión Soviética y otros 80.000 de Etiopía, quienes hacen una contribución importante a nuestra sociedad y nuestro país. Desafortunadamente, no todos nuestros hermanos judíos han venido a Israel. A vosotros, hermanos y hermanas en la diáspora, os digo: las puertas del Estado están abiertas. Venid y uníos a nosotros en la construcción de una sociedad ejemplar y un país sobresaliente. Venid a realizar con nosotros el sueño sionista en Israel.

Cuando logró su independencia, la población de Israel era de 600.000 habitantes. Desde entonces, la población se ha multiplicado diez veces, llegando a casi seis millones, entre ellos más de un millón de ciudadanos árabes que gozan de iguales derechos. Nuestra sociedad es muy diversa, pero a pesar de sus muchos contrastes, todos son leales al estado.

En el trascurso de este siglo, el pueblo judío sufrió uno de los eventos más terribles de su historia, el Holocausto europeo, pero también alcanzó uno de sus logros más impresionantes: la creación del hogar nacional en Israel, convirtiendo al país en un centro del judaísmo mundial y reviviendo la lengua hebrea, que no fue olvidada durante dos milenios en el exilio.

Aún tenemos problemas de seguridad, pero estamos andando el camino correcto, el camino de la paz, y yo tengo fe de que dentro de unos años lograremos una paz global en el Medio Oriente.

Actualmente gozamos de fronteras y relaciones pacíficas con Egipto y Jordania, y tenemos esperanzas de lograr un acuerdo de paz con los Palestinos. En la Declaración del Establecimiento del Estado de Israel, decimos: "extendemos nuestra mano a todos los estados vecinos y a sus pueblos en una oferta de paz y buena voluntad, y estamos dispuestos a participar en un esfuerzo común para el progreso de todo el Medio Oriente". Este llamado es, por supuesto, todavía válido hoy. Tengo la esperanza de que podremos renovar las negociaciones de paz con Siria y Líbano y establecer relaciones diplomáticas con todos los países que aún no tienen vínculos con nosotros.

Cuando contemplo, en retrospectiva, nuestros logros en los últimos cincuenta años, me lleno de esperanza y confianza en lo que Israel podrá lograr en los próximos cincuenta años.