9 de abril de 1998
Mensaje del Primer Ministro Benjamin Netanyahu
a las comunidades judías en la diáspora
en ocasión del 50º día de la Independencia de IsraelEste año celebramos el 50º aniversario del Estado de Israel, un mojón en nuestra historia. Creo que podemos estar orgullosos de nuestros logros en este medio siglo.
Incluso antes de que fuera declarado oficialmente el Estado, fuimos atacados en todos los frentes y casi todos los expertos militares dudaron que el nuevo estado podría sobrevivir. Pero no sólo logramos sobrevivir a pesar de todos los factores en contra, sino que también realizamos algo que podría ser descrito como un milagro moderno. Reunimos a millones de exilados en nuestra tierra, desarrollamos una economía pujante y logramos el reconocimiento a nivel internacional en las ciencias y las artes, en la tecnología y la agricultura. Con determinación y coraje hemos demostrado una y otra vez que podemos defendernos contra todos los enemigos.
Estos logros han convencido a nuestros vecinos sobre nuestra permanencia en la región. Egipto y Jordania firmaron tratados de paz con nosotros, hemos establecido relaciones con otros países árabes e iniciamos un proceso de paz con nuestros vecinos palestinos.
Hay pocos sacrificios y concesiones que Israel no está dispuesto a hacer para lograr la paz con todos sus vecinos. Pero debe cumplirse un requisito fundamental: la seguridad.
Esto tendría que ser evidente. La definición misma de la paz incluye la ausencia de la violencia y la guerra. El terrorismo y las amenazas de violencia son incompatibles con el proceso de paz.
No obstante ello, muchos consideran que Israel debe retirarse de áreas que fueron la cuna de la civilización judía, renuncie al control de áreas estratégicas y se exponga a ataques a pesar de la ausencia de una garantía creíble de seguridad. Esto es algo que no podemos hacer. Tratar ligeramente el tema de la seguridad constituye una abdicación de nuestras responsabilidades como gobierno. Los judíos en todas partes deben permanecer unidos en la exigencia de que la seguridad debe ser un componente integral e indispensable del proceso de paz. Sólo entonces podremos lograr la paz verdadera.
Desde los días de lucha del comienzo del Estado, la unidad ha sido nuestra arma inapreciable. Y cuando parece que surgen fisuras en este vínculo, demostramos en repetidas ocasiones que en tiempos difíciles o cuando enfrentamos un reto nacional, ponemos de lado nuestras diferencias y actuamos como un pueblo unido.
El vínculo que une a Israel y la diáspora es vital para nuestra supervivencia. Es lo que da fuerza al pueblo judío en el presente y confianza en el futuro.
No hemos logrado todas las metas, ni hemos superado todos los desafíos. Al conmemorar el primer centenario del sionismo moderno y el cincuentenario del Israel, no debemos perder de vista el propósito del sionismo: la reunión del pueblo judío en el estado judío.
Siendo que la economía de Israel se desarrolla a un ritmo extraordinario y que su nivel de vida se acerca al de las naciones más avanzadas, hay razones de peso para que todos los judíos consideren hacer aliyá. Estoy seguro que la mayoría del pueblo judío vivirá en Israel cuando celebremos el 60º aniversario del Estado.
También hemos de ampliar el círculo de la paz para que abarque a todos nuestros vecinos, reducir las diferencias socio-económicas en nuestra sociedad y resolver las diferencias entre nuestras corrientes religiosas.
No debemos dormir sobre los laureles. Pero debemos ver con orgullo nuestros magníficos logros y sentirnos seguros de que enfrentaremos con éxito todos los retos y superaremos todos los obstáculos.
Somos un solo pueblo, unido para siempre por la fe, la historia y un destino compartido. Mis mejores deseos para un Hag Sameah desde Jerusalén, la capital eterna de Israel.
Sinceramente,
Benjamin Netanyahu