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Número 16 Madrid, septiembre de 1997 Israel,
el otro Silicon ValleyMarisa Orellana
Israel no sólo es sinónimo de conflicto. Desde su fundación en 1948, ha conseguido convertirse en uno de los principales países en alta tecnología, por la calidad de sus técnicos y sus inversiones.
A las afueras de Jerusalén existe un complejo de edificios, tan característico del país como el muro de las lamentaciones. Su nombre es Incubadora de High-Tech y ocupa una extensión de 4.000 metros cuadrados. En el edificio principal, la sensación es de estar en un campus de una universidad americana: Jóvenes -y no tan jóvenes- despeinados y con vaqueros y zapatillas de deporte llenan las salas del edificio, locos por mostrar al visitante sus inventos; chalecos salvavidas con luces intermitentes para localizar a los náufragos en medio del mar o luces de neón aplicadas de las más diversas maneras para anunciar productos.
Hay veintisiete incubadoras en Israel. Estas son el ejemplo más puro de la nueva y muy desconocida fuerza del país: la investigación en alta tecnología. Su origen no pudo ser más sorprendente. Hace siete años, unos 700.000 inmigrantes procedentes de la Unión Soviética en su mayoría científicos e ingenieros desembarcaron en Israel como consecuencia de la apertura del ex país comunista.
Israel ha sabido aprovecharse de las ventajas con las que se ha encontrado a lo largo de su corta pero fructífera vida en 1998 hará cincuenta años que se fundó el estado de Israel. Es el país con mayor número de científicos e ingenieros por trabajador en todo el mundo. Mientras que en Estados Unidos sólo 85 de cada 10.000 personas que trabajan son científicos, en el estado israelí son 135. El gasto en Investigación y Desarrollo representa el tres por ciento del PIB, al igual que en Alemania, y por encima de la mayoría de los países de la OCDE, entre ellos Estados Unidos y Francia.
El motivo es que durante décadas, las fuerzas de defensa de Israel dominaron el desarrollo de la tecnología para mantener la superioridad estratégica sobre sus vecinos árabes. Tras relajarse la situación, la infraestructura creada se emplea en la vida civil. Por ejemplo, Israel tiene ahora la mejor industria en el campo de la energía solar y en el de las telecomunicaciones inalámbricas.
Todos estos datos hacen inevitables las comparaciones. Ya hay quien habla de Israel como Silicon Valley. Sin embargo, las similitudes distan mucho de ser equitativas. El mercado doméstico israelí es de poco más de cinco millones y medio de personas casi seis [sesenta] veces menos que el norteamericano, por lo que se ve obligado a exportar la mayor parte de su producción, sobre todo a Estados Unidos.
Precisamente para ayudar al desarrollo de las compañías israelíes y su salida al exterior se crearon a partir de 1991, después de la cumbre de Madrid de Oriente Medio, compañías de capital riesgo. "Somos muy buenos desarrollando ideas pero no sabemos qué hacer con los productos y cómo comercializarlos", dice Ygal Erlich, presidente de la compañía pública de capital riesgo Yozma Venture Capital. La empresa invirtió alrededor de medio millón de dólares y pavimentó el camino para inversores adicionales.
Capital riesgo
Como resultado de estas operaciones, de 150 compañías que recibieron apoyo de capital riesgo cerca de veinte han salido a bolsa. Otras han llevado sus acciones a los mercados americanos como ESC Medical Sistems, o han optado por bolsas europeas como la londinense. Las restantes han sido adquiridas por fuertes compañías de sus sectores, como la empresa israelí Ornet por Siemens.Sin embargo, Israel está sufriendo la ralentización de su economía. Acostumbrado a un crecimiento anual del 7 por ciento, en 1996 el PIB sólo aumento un 3 por ciento. El paro aumenta y también lo hacen los costes laborales. Benjamín Netanyahu, su primer ministro, ha puesto en marcha un plan de privatizaciones para recuperar el impulso económico. Dan Lubasch, director general de los mercados emergentes de Europa de Merrill Lynch, considera además que "a pesar de la tensión política vivida en los últimos meses entre Israel y Siria y los problemas que está teniendo la implantación del proceso de paz en oriente medio, se sigue invirtiendo en Israel". [Actualidad Económica].
Árbol africano para
la industria farmacéuticaCientíficos de la Universidad Ben Gurion (UBG), en colaboración con investigadores de Africa, intentan aclimatar en el Néguev y en la Aravá un árbol conocido bajo el nombre de Zachum, traído a Israel del continente africano y que contiene una alta proporción de un aceite comestible. El proyecto se presentó en el Taller Internacional de Fomento Agrícola en Zonas Áridas, que tuvo lugar en abril pasado en la UBG, con la participación de 15 investigadores de Africa, India, España y Francia; la UNESCO y el Centro de Cooperación Internacional de Israel, dependiente del Ministerio de Exteriores, patrocinaron el Taller.
El Dr. Waisman, del Instituto de Investigación Aplicada de la UBG señaló que este árbol tiene un considerable potencial económico, ya que algunos de sus componentes químicos sirven para la producción de hormonas y de tiroxina.
"Este árbol, que en épocas pasadas sirvió para la extracción de aceites comestibles y para fines rituales, se encuentra ahora en nuestro país en una primera etapa de aclimatación y confiamos en que, por sus propiedades, será posible obtener e él materias primas para la industria farmacéutica", expresó el Dr. Waisman. Una de las plantaciones experimentales de esta especie vegetal, se encuentra en una zona próxima a Beersheva. [Noticias del Néguev].
Sistema
para la protección
de los derechos de autor
en InternetHasta ahora, Internet posibilitaba el acceso a diferentes programas de información de forma gratuita. El costo de producción y mantenimiento, según lo expresado por sus creadores, significaba una verdadera inversión. Es por ello que han buscado una manera informatizada de proteger los derechos de autor o producción. Así como en el mundo de la música, cada vez que una canción u obra es difundida por algún medio, su creador recibe, por derecho de autor, una bonificación. La misma tendencia está siguiendo el conjunto que constituyen los programas de ordenador y sus dueños. Si bien es cierto que gran parte de los servicios siguen y seguirán siendo gratuitos, el acceso a fotografías, dibujos, textos, imágenes de vídeo, por ejemplo, costarán dinero. El problema era resolver cómo evitar que el usuario utilice y también pague por acceder al material deseado.
La solución al problema fue resuelta por las compañías Elirau, de Israel, y Digimark, de Estados Unidos. Esta última desarrolló lo que se conoce como filigrana digital, una especie de sello escondido en la propia imagen y que es indivisible de la misma aun cuando la fotografía sea utilizada en Internet.
De acuerdo con lo expresado por Meir Zorea, presidente de Elirau, la filigrana digital "permite reconocer quién es el dueño de la obra pero no lo obliga a pagar. Nosotros encontramos la fonna que combina las dos características".
La nueva fórmula, conocida como la cicatriz, funciona con un código secreto, distinto para cada material, que el cliente recibe una vez que abona la cuota correspondiente. Con el número, el usuario borrará la susodicha marca que aparecerá, generalmente, en el centro de la pantalla. [Aurora].